viernes, 30 de noviembre de 2018

Vacaciones y versos infantiles

Viernes, 30 de noviembre de 2018.
A 175 días…

SRES. MÉDICOS ¡HASTA EL AÑO QUE VIENE, SI DIOS QUIERE!

     ¡Aleluya, aleluya! Por este año se acabaron las visitas a los Sres. Médicos. Hasta finales de la primavera próxima,  los galenos particulares, me autorizan a disfrutar de la vida, sin pensar en ellos, ni en las goteras producidas por el gracioso tiempo.

     Cada vez más, me resulta más convicente el ruego de “¡Virgencita que me quede como estoy! Sin importarme achaques, molestias, desajustes corporales u otros padecimientos menores. Señal inequívoca de que sigo caminando, de que estoy, todavía, en condiciones de vivir, de que me encuentro en disposición de discutir o regatear con la Sra. Parca sobre sus macabras intenciones de llevarme a donde no tengo ganas de ir, ni en pintura.

     Doy las gracias a quien corresponda por permitirme dar la gracias al Señor de la Vida, al experto Programador del Vivir, al Diseñador, para todos, del “Hasta aquí hemos llegado”. Doy las gracias al inventor de la vida y me cuesta creer que fuese el mismo que el que nos regaló la no deseada muerte.

                     - - - - - -

UNOS VERSOS INFANTILES PARA TUNTÚN.

Tuntún, ya  viene la bruja,
Tuntún, recitando versos,
Tuntún, la mar de contenta,
Tuntún, cantando y riendo.

Si quieres muchos tuntunes,
tuntunes de altos precios,
tuntunes de bajas horas,
tuntunes de nuevos tiempos,
búscalos en la farmacia
con recetas de tu médico,
que está bien loco de atar,
locuelo como un cencerro.

A la una, dos tuntunes,
a las dos, tuntún y medio,
a las tres, tuntunes fritos
con patatas y con huevos,
a las cuatro desayuno
mis cinco tuntunes frescos,
a las seis, tuntún caliente,
a las siete, me hago el sueco,
y me zampo ocho tuntunes,
con pedacitos de queso,
a las ocho, de tuntún, haito,
me refugio en el convento,
para iniciar una dieta,
de tuntunes tuntuneros,
a las nueve, ¡qué malito!
¡Ay mamá! que mal me encuentro.
Y a la diez, pienso al tuntún,
en como será mi entierro.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

AL TUNTÚN


Miércoles, 28 de noviembre de 2018.
A 176 días…

“AL TUNTÚN”

     Entre las muchas expresiones aprendidas y aprehendidas desde muy pequeño me ha “venido a cuento” regalar el comentario de hoy a los amantes del “tuntún”, a aquellos cabecitas locas acostumbrados a hacer todo a lo loco, alejados de la necesaria cordura, prudencia, sensatez o reflexión.

    Y, casi siempre, estos fanáticos practicantes del “tuntún”, son personas felices en su mundo, en su ambiente irresponsable, en sus callejones sin salida, en su caminar  al salto la mata, en su tirar para adelante.

     El “tuntún” es arma de un solo filo, aunque parezca lo contrario; no es ni blanco ni negro, es grisáceo, tirando a no se sabe qué. El “tuntún” es padre putativo y ecológico del “¡Qué más da! (Por aquí reciclado en ¡Qué mar dará!) Y cuanto más empleamos el “tuntún”, más libres nos creemos, más ligeros de ropaje en el hacer.

    El “tuntún” suena a tantán de manicomio, a “tontón” de pobre, a “tintín” de comic y a “tentén” de absurdo.


    “Tuntún”, aunque no lo parezca tiene todos sus papeles en regla. Posee un espacio en el gran Diccionario de la Lengua Española, goza de la aceptación de Académicos y del vulgo parlante y escribiente. Solo le falta que un poeta versado o un moderno cantautor le compongan poema o canción de reconocimiento.

        

martes, 27 de noviembre de 2018

Elecciones a la vista


Martes, 27 de noviembre de 2018.
A 177 días…

PERDIDO DEL TODO.

    ¡Cómo he podido llegar al extremo de considerarme, en el mundo de la política, un “perdido del todo”!

    Fueron muchos los años de mi vida dedicados a la noble tarea política, sin cobrar ni una peseta, sin esperar premio o recompensa alguna, apartado del odio y del ver al adversario como enemigo a aniquilar, a quitar de en medio, a cualquier precio. Muchas fueron las horas robadas al sueño y a las obligaciones familiares, a la atención a la casa y a los hijos. Tiempos irrecuperables. ¿Fueron desperdiciados, acaso? ¿Sirvieron de algo? ¿Malgasté mi tiempo y mi vida en estériles intentos de mejorar la situación del vecino? ¿Sirvió de algo la utópica manera de ver y entender las situaciones vitales de la época? ¿Volvería a “gastarme políticamente” en el revuelto hoy? A esta última pregunta, respondería rotundamente, que NO. Los escarmentados somos hijos del fracaso y del desengaño.

     Estas consideraciones y preguntas, algunas sin respuestas, en vísperas de unas elecciones, me llevan a reafirmarme en mi papel de “perdido del todo”, de no saber a quién votar, de no saber que opción política es la mejor para Andalucía, la eterna castigada. Lo único que tengo claro es a quién no votaré (me reservo nombres para no influir en ningún votante, incluidos los familiares)

    En votaciones, sobran palabras, sobran promesas, sobran poses y demagogias, sobran mentiras, sobran personajillos aspirantes a cargos políticos, sobran “profesionales” de la política, sobran los que medran y roban, sobran y sobran y vuelven a sobrar los oportunistas de siempre.

     Y yo, con mis primeras piedras guardadas y contenidas, ante tanto despropósito, me hallo “perdido del todo” en un limbo absurdo e ineficaz.

    Habrá alguien capaz de “encontrarme”, de abrirme los ojos, de liberarme de esta ceguera política y total, o tendré que rendirme al ingrato conformismo o al deshonroso pasotismo de los cobardes.

    Me preocupa el número de “perdidos del todo” existentes en este país que mucho queremos y poco entendemos.

domingo, 25 de noviembre de 2018

A los "Desterrados"

Domingo, 25 de noviembre de 2018.
A 179 días…                                   

A LOS DESTERRADOS.

     Bien y bueno resulta recordar a los “desterrado”, a aquellos que por cuestiones laborales, siempre estuvieron desgajados del grupo familiar. Y estos no son pocos. Y son muchas las familias que padecen el contrasentido de la obligada separación. ¡Cuántas celebraciones se han perdido estos! ¡Cuántos encuentros se marchitaron por la distancia o el no poder! ¡Cuántos besos y abrazos se han malogrados en infructuosas esperas! ¡Cuántas ocasiones perdidas!

    Al final, saturados de conformismo barato, nada es nada. Pero esa pequeña e insignificante nada se convierte, con el paso del tiempo y el espesor de la distancia, en una gigantesca montaña de dolosa añoranza, que, en muchas ocasiones, cuesta superar.

    En nuestra familia, fueron muchos los castigados por el “destierro  familiar”. Empezando por el que suscribe y escribe que, bien joven, tuvo que preparar equipaje de ida hacia un futuro incierto, lejos de la familia. Los padres y abuelos de este escribano también padecieron el pecado original de “destierro”; y los hijos, no han sido menos. Hoy, felizmente, solo nos queda uno cumpliendo condena de separación. Cinco personajes de la familia a los que el mundo nuestro de cada día ha castigado con
la negativa  a disfrutar de la vista, del contacto, de notar olores familiares, de intercambiar voces, de reír y llorar juntos, de discutir y perdonar, de ayudarse mutuamente, y muchos más “de “.


      Con los deseos vivos de pronto encuentro, dedico esta breve jaculatoria dominguera a nuestros  queridos Diego, Silvia, Alejandra, Dieguito y Valentina, desterrados de nuestro grupo familiar sin merecerlo.




sábado, 24 de noviembre de 2018

Va de escupitajo. SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.


Sábado, 24 de noviembre de 2018.
A 181 días…

LA HISTORIA DEL ESCUPITAJO NUNCA VISTO.

SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.


     Esta asquerosilla historieta del escupitajo nunca visto sucedió no ha mucho tiempo en la grande España. Todavía está calentita, como recién horneada, pegajosilla ella.

    Y cabe preguntarnos ¿Dónde ocurrió y por qué una supuesta gota de salivazo (no sabemos nada de su tinte verdosillo) pudo armar tanto revuelo en todo nuestro reino?

    El lugar, el palacio de los señores de la corte o de los verduleros del reino (lo de verduleros es porque son los que “cuecen las habas” en este país inimaginable), pudo ser determinante a la hora de desatar un río de agrio comentarios y duros enfrentamientos. Y sus protagonistas principales, un señor de los honorables y un grupillo de señores menos honorables, entre los que se encontraba el presunto “lanzador”, también contribuyeron al alboroto generado por el susodicho y supuesto “gargajillo”.

     Todo empezó con lo que hoy llaman un “rifirrafe”, entre el honorable  y un tal Rufián, graciosillo de turno, por cierto muy bien pagado por todos nosotros, siempre paganinis de turno, que tuvo como punto final, que la directora del llamado hemiciclo, echara al “metepatilla” de siempre. Arrastrando en su salida triunfal a sus amiguetes, también muy bien pagados por nosotros. Somos así de generosos o así de “gil…as”.

     En la salida de los amiguetes del tal Rufián, en fila india como correspondía al ensayado numerito circense, el honorable, señalando con su dedo índice, grita enardecido, que uno de ellos, el calvo, le ha lanzado un escupitajo. ¡Chan, chan! Verdad o invención. Todo queda en el aire. Y a partir de este instante, se desatan las lenguas, vuelan insultos, suenan voces de “mientes y tú lo sabes”. Los cronistas le dan a la lengua en favor o en contra de los protagonistas y los modernos juglares inventan romances caballerescos para entretener al vulgo y se olviden, por el momento, de los “presupuestos” del reino y de otras zarandajas.

     Y todo por un escupitajo que no sabemos si existió o no. Y todo porque, si Dios no lo remedia, el llamado hemiciclo se está convirtiendo en un tosco gallinero.  

      Y perdonen las molestias, señorías, por pensar lo que digo y decir lo que pienso.

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SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.
(Continuación de ayer)
 5. CONCLUSIONES
La Semana de Teatro Infantil de El Viso del Alcor surgió en un momento histórico de cambio de valores políticos y sociales que señalaron nuevos objetivos y nuevos métodos en la práctica docente. El teatro, que había sido un elemento de capital importancia en la resistencia cultural al franquismo durante la decadencia de la Dictadura, es considerado como un instrumento eficacísimo para la formación democrática de los nuevos ciudadanos. Pasa así a ser considerado contenido escolar. Imbuido del espíritu de época, el claustro de profesores del colegio Rey Juan Carlos I se propuso organizar un certamen teatral de ámbito provincial que catalizara las energías renovadoras surgidas en los centros de enseñanza primaria. El certamen habría de tomar forma de concurso, para incentivar la cultura del esfuerzo y la perfección. Con tales valores la semana se mantuvo durante más de veinticinco años, hasta que su desnaturalización, convertida en muestra, y el traspaso a gestores políticos marcó su declive, que la crisis económica acabó por rematar. Ya solo en la primera convocatoria participaron treinta y cinco colegios de veinte localidades sevillanas, incluida la capital. El número de horas de trabajo invertidas, el número de maestros y niños implicados, y el número de adultos que secundaron la iniciativa en esta primera convocatoria da idea del capital humano que movilizó, y del interés generado. Y estos números no decayeron hasta los años finales de crisis, entrado ya el presente siglo. Tal energía desarrollada arrastró a la participación a entidades públicas y privadas, de la que dio fiel reflejo la prensa sevillana a través de su primer periódico, el diario ABC.
Los objetivos que se proponían los docentes variarían de unos a otros en la esfera individual, pero también según la orientación de los claustros escolares. Para algunos, la actividad extraescolar del teatro revestiría el interés de profesores y Centros de lucir una práctica de prestigio ante la comunidad educativa. Así, el método de trabajo y los procedimientos habrían de ser selectivos: selección de obras, selección de actores infantiles según sus características personalidades, etc. Pero para otros, la práctica del teatro se proponía alcances de mayor envergadura, pues se amparaba en un ideal de formación integral de la personalidad. En tal caso no se trabajaba selectivamente, sino que se fomentaban los valores sociales y la creatividad en conjunto. Llegar al escenario no era la finalidad, sino únicamente el acicate que la imaginación práctica de los niños necesita para prestarse al juego dramático y cuanto en él se comprende. Ejemplos de esta orientación eran la práctica de maestros como Pedro Oso y Javier Ros, antes nombrados, que desarrollaban en Centros de barrios deprimidos o marginales. La obra por cuyo montaje y dirección Ros recibió un Arlequín, titulada Romances andaluces de ayer y de siempre, fue trabajada e interpretada por alumnos del periférico barrio de San Jerónimo, en Sevilla. [Fig. 12]
Las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los maestros fueron de todo tipo: horarias, económicas, actitudinales, hasta de infraestructuras e intendencia. Sin la implicación del entorno social de la escuela esta actividad no hubiera podido desarrollarse, de ahí su capital importancia para la construcción del sentido comunitario. El protagonismo no recaía tanto en el teatro como en la creatividad infantil, a todos los efectos, incluso el de la cartelería. El teatro cumplía la función de revulsivo y fiesta social. También sirvió la celebración de este certamen para excitar la imaginación dramática. Si se pudieran reunir las obras originales y adaptaciones –ya de autoría individualizada, ya de creación colectiva– que se presentaron en sus sucesivas convocatorias, a buen seguro que daría un grueso volumen de teatro infantil, siempre necesitado de invención y títulos.
Pero la conclusión más radical que se puede extraer de esta experiencia dramática en la escuela es la que los mismos protagonistas, aquellos niños de entonces, hoy pueden transmitir. En nombre de ellos escogemos los recuerdos de Arturo Morillo, en la actualidad gestor cultural en el Ayuntamiento de El Viso. Para él haber trabajado en grupo, y en grupo haber recorrido la provincia como una compañía teatral, entre padres, compañeros y tutores, constituye una experiencia que ya no puede desprenderse de su personalidad, como tampoco podrá faltar nunca en ella la autoestima que el teatro sembró.
El teatro –afirma– es una buena herramienta educativa, no sólo como fomento de la práctica teatral, sino también como elemento para trabajar temas transversales como la coeducación, la educación en valores, la solidaridad, la inclusión social, etc. también contribuye positivamente en el desarrollo integral del alumnado por la experiencia grupal y social que conlleva, así como por sus componentes de ejercicio físico e intelectual. 


viernes, 23 de noviembre de 2018

San Clemente. Semana de Teatro Infantil. El Viso del Alcor. V.

Viernes, 23 de noviembre de 2018.
Día de los CLEMENTE.
A 181 días…

CLEMENTE, UN NOMBRE ENTRE LOS RAROS, LOS NO CORRIENTES Y LOS NO INDIFERENTES.
SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. V.



   Independiente de gustos y pareceres sobre la elección de nombres de los descendientes, es de apreciar y valorar el tener un hijo y un nieto llamados Clemente.

    El llevar a cuesta el nombre de Clemente durante tanto tiempo, cerca de 80 años, éste me parece normal y ya ni me resulta feo, ni raro. Y al llevarlo mi primogénito y su hijo, me siento reconfortado y agradecido.

     Hurgar en el pasado, recuperar en éste, efemérides y anécdotas vividas, siempre resulta grato. Aunque los agridulces condimentos contenidos en las mismas nos hagan reflexionar o cavilar, como sana terapia para no caer repetidamente en las mismas faltas o “pecados”. Tengo una sobrina-hermana pequeña, a la queremos mucho, que el día que se enteró que nuestro primer hijo sería bautizado con el nombre de Clemente, envalentonada por el “crimen” que cometieron con ella al llamarla “Melchora” y poniendo en el mismo plano de fealdad, su nombre y el de Clemente, nos puso de vuelta y media, tratando de mediar para que no le pusiéramos a nuestro esperado vástago dicho nombre.  

     ¡Ay! Pero los dichos y refranes, a veces, sabios consejeros, quitan y ponen razón donde hay excesos de tozudez. Y uno de estos nos viene al pelo, el de “Todo cae encima”. 

     Nosotros a lo nuestro, manteniendo el tipo y el nombre de Clemente para nuestro primogénito. Nuestra sobrina-hermana pequeña se queda embarazada, le viene una niña. Hasta aquí, todo normalidad, espera de nueve meses y entre embarazo y nacimiento a buscar nombre para la esperada. Y mire usted por donde, la ruleta del destino le juega mala pasada. Explico. Su suegra, llamada Clementina, en el periodo de embarazo, enferma y para desgracia mayor, fallece. Se acaba la búsqueda de nombre para la neonata, en memoria de su abuela se ha de llamar Clementina. Y aquel nombre de varón, Clemente, ya no resultaba ni feo, ni rechazable y, con seguridad, el de Clementina (Nombre de una rica mandarina de estas tierras) disimulado con el apodo de “Tina”, terminaría convirtiéndose en algo normal y, en ocasiones, hasta agradable y bonito. Cosas de la vida que hoy, 23 de noviembre, San Clemente, me permiten lanzar a los aires este jocoso, para mí, comentario familiar.
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SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. V.
(Continuación de ayer)
4. FORMACIÓN TEATRAL
La formación que avalaba la práctica teatral de los maestros, en la mayoría de los casos, no era más que la que podían extraer del libro titulado Veladas y fuegos de campamento, de Pascual Lezcano y Manuel Sanahuja, con el que se trabajaba en los campamentos a los que obligatoriamente tenían que asistir los alumnos de Magisterio, y que, nos cuenta Pedro Oso, circulaba en copias entre los maestros ya en ejercicio. Se componía este libro de dos partes: una primera metodológica, donde se abordaban los campos de la expresión, de la dramatización, de los accesorios escénicos, de las fuentes de inspiración y de las normas pedagógicas, para concluir con una sucinta bibliografía de procedencia francesa; y una segunda parte que ofrecía un corto repertorio de teatro breve infantil. Sobre esta base, los maestros elaboraban sus propios materiales, basados en la práctica dramática con sus alumnos, como así hizo el mismo Pedro Oso, que fue reconocido con un premio en la Semana de Teatro Infantil.
Las escuelas de verano organizadas por colectivos de maestros y profesores, asumidas posteriormente por la administración pública, fueron también enclaves para la formación teatral de los docentes. Javier Ros, galardonado asimismo como director en la semana de teatro infantil, recuerda que asistió a la segunda edición de la Escuela de Verano en Alcalá de Guadaira, curso que fue impartido por Alfonso Jiménez Romero en forma de seminario práctico de teatro infantil y que concluyó con la puesta en escena de una obra de dicho autor: El cuento de Juan Pimiento; y otra obra de Nicolás Guillén: El cuento para matar una culebra.
Toda la formación adquirida por otros maestros procedía de su participación en los coros y danzas organizados por la administración franquista, como fue el caso de Andrés Espejo, quien además cursó distintos seminarios de iniciación teatral; o se la habían procurado siguiendo los cursos de Alfredo Mantovani, o frecuentando el magisterio de algún compañero más introducido en el mundo escénico, como fue el caso de Bernardo Zots, con larga experiencia en el trabajo con niños de la Inclusa; otros procedían del teatro universitario, como Martín Vega Sanz, que había formado parte del grupo Esperpento, y que repitió premios tanto por sus adaptaciones como por sus direcciones escénicas en sucesivas convocatorias de la semana infantil de teatro; otros, en fin, como Luz Cabello, tuvieron que recurrir al autodidactismo. De esta autora queremos explicitar su testimonio, pues nos parece muy ilustrativo del trabajo al que se comprometían los maestros:
La necesidad de que no había textos escritos, me obligó a escribirlos. Yo comprendí que a los niños les gustaba que hubiera algún elemento mágico, y muchas canciones, y bailes, pero además mis textos siempre trataban algún tema que a mí me parecía interesante para ellos. Y en cuanto a la metodología para las puestas en escena, aprendí un poco con un libro que compré de Alfredo Mantovani, y lo demás, de forma intuitiva, me lo iba inventando. Incorporaba a los padres para la confección de vestuarios y escenografías. Y otras personas me ayudaban con la música de las canciones. Así pasó por ejemplo, con la música que necesité para la obra premiada en El Viso, me ayudó un profesor de la sinfónica de Sevilla, que le puso música a las canciones que yo había escrito para la obra.
El trabajo con los niños partía del estudio de los personajes, y de los textos. Discutido este primer estadio de interpretación, se pasaba a sesiones de lectura, donde los personajes ya iban adquiriendo encarnadura. A la vez que se daban pasos a la dramatización escénica, se aprovechaban las actividades extraescolares para ir dando forma a los elementos que habrían de servir de decorado, en donde se implicaban también las familias, como se desprende de la cita anterior. De este modo la imaginación se veía obligada a abordar la complejidad teatral en su conjunto. Pasados ya los ensayos dramáticos, venían los ensayos generales previos, ya con vestuario y todos los elementos de la representación. De este modo, como si de un juego se tratara, los niños se adentraban en los secretos del arte dramático y estimulaban su imaginación, a la vez que desarrollaban un trabajo solidario. [Fig. 9fig. 10 y fig. 11]


(Continuará mañana)

jueves, 22 de noviembre de 2018

Las cosas de Rufián. SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. IV.

  Jueves, 22 de noviembre de 2018.
A 182 días…

Y RUFIÁN HIZO HONOR A SU APELLIDO Y LO ECHARON DE CLASE.
SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. IV.

     Pobre niño travieso que no puede refrenar su lengua cuando la desata. Y ¿Qué hacemos con él?



     Hacía tiempo no veíamos un alumno tan “contestón”, tan deslenguado, tan insultón, tan hijo de su madre, tan, “tan, tan”. Pobre de todos nosotros por tenerlo que aguantar, que sufrir, que padecer. Y lo peor de todo es que, encima, le pagamos un buen sueldo y una mejor jubilación, cuando le llegue.

    Ole, por esta clase de artista de la política. Ole por no poder desterrarlo, con otros de su calaña, a un mejor territorio  bastante alejado, para recibir los beneficios de una mutación que lo devuelva a la más corriente y absoluta normalidad. ¡Tiene guasa la cosa! Tiene bemoles, el tener que soportarlo y, sin más, todavía podemos gritar ¡Viva la Democracia Parlamentaria!

     Y ¿De qué sirve que lo echemos de clase uno o veinte días? De nada absolutamente. Y ¿para qué nos valen los aplausos a la Directora, muy bien en su papel de “expulsadora”? Y ¿Cómo se digieren estas malcocinadas refriegas parlamentarias?

     Y a la vista, unas elecciones cercanas, en nuestra tierra, con “individuos e individuas” de parecidas raleas a la del  travieso niño, con otras maneras pero, al fin de cuenta, con el mismo fondo y calado.
     Ay, María Santísima de los Alcores visueño, que mal se nos está poniendo el panorama político. Y me pregunto ¿Tiene arreglo esta farándula? o solo nos queda “ajo y agua”.

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(Continua de ayer)

SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. IV.

3. ESTRUCTURA DEL FESTIVAL
La semana se estructuró en todos los estadios de su evolución en torno a la representación de las obras previamente seleccionadas, por los correspondientes grupos escolares. La semana se inauguraba con la representación de una obra fuera de concurso, y se cerraba con la ceremonia de entrega de galardones y la representación de la obra vencedora. Transcurría durante una semana intermedia del mes de mayo, desde la tarde de un domingo hasta el mediodía del sábado siguiente. La jornada en los días hábiles se estructuraba en tres bandas horarias: de 10,30 a las 14,00 horas por la mañana, con dos secciones de hora y media cada una, destinadas al público escolar; y una tercera banda vespertina, a las 20,00 horas, a la que se sumaba el público adulto. Por lo general, pues, eran tres las obras que se representaban a diario; dependiendo de la duración de las mismas, podían ser incluso más. De este modo, en una semana los alumnos presenciaban dieciséis obras de teatro. No cabe duda de que se trataba de una estrategia muy eficaz para acercar el teatro a toda la población de El Viso, para formar así el gusto teatral y procurar una formación crítica en la población infantil, además de forjar vocaciones puramente teatrales. [Fig. 5] Las representaciones se complementaban con actividades programadas como talleres, que en no pocas ocasiones impartían los mismos maestros especializados, como Bernardo Zots o María del Carmen Ramos Pueyo: de expresión corporal, de títeres, etc. De igual manera se organizaba una exposición de carteles con carácter de concurso, que tenía por objeto seleccionar el cartel anunciador de la próxima convocatoria. [Fig. 6]
Los premios se denominaban “Arlequines”, estatuillas con las que se identificaba el certamen. Además, según las categorías, se concedían copas, placas y dotaciones económicas. El primer certamen premió tres obras, y se concedieron premios también al carácter humanitario, a la dirección, al montaje, a la interpretación de conjunto, al mejor actor, a la mejor actriz y al mejor texto original. Al año siguiente se sumó un premio a los valores andaluces, en plena época de recuperación de signos de identidad política y cultural. El año 1981 se creó otro reconocimiento a la mejor música original, y el siguiente a la expresión corporal. Cuatro años después también se concedieron galardones al mejor vestuario y al mejor decorado, y el año 1986 a la mejor obra de carácter infantil. El año 2001 se amplió nuevamente la nómina de premios al instaurar el Arlequín del público, y el Arlequín a la mejor adaptación dramática. Los premiados eran elegidos de una terna de nominados, por lo que resultaba así que los premios se repartían según todos los ramos de la producción teatral entre prácticamente todos los participantes.
Estos premios los concedían dos jurados que trabajaban coordinados: un jurado infantil, y un jurado de la organización. [Fig. 7 y fig. 8] El jurado infantil lo componían dos representantes por cada uno de los cinco colegios de la localidad de El Viso. El de la organización se componía de tres miembros, donde fue constante la participación de don Clemente Calabuig. Seleccionado por cada jurado el premiado, debían luego deliberar ambos hasta llegar a una decisión de consenso. Cuando el certamen amplió el concurso a los centros de segunda enseñanza hubo de crearse asimismo un jurado juvenil, con dos representantes por los dos institutos de la localidad más tres representantes del Proyecto Ribete de integración juvenil promovido por la Diputación Provincial. El sistema operativo de este nuevo jurado se adaptó al ya existente.
La Semana de Teatro Infantil recibió desde su primera edición un importante apoyo institucional y social. La presencia en la primera edición del certamen del Delegado Provincial de Educación –inexistente aún la administración autonómica– así lo corrobora, como la concurrencia de la corporación municipal y del Ateneo Popular de El Viso. A estos apoyos institucionales se sumó en la tercera edición el de la Diputación Provincial, que aparece en la información periodística de ABC como entidad organizadora. Más adelante fue el Monte de Piedad, con las Cajas de Ahorros de Sevilla, quien se incorporó a la iniciativa. Pero no solo en este nivel de la administración y entidades provinciales recabó el certamen respaldo, sino, lo que parece más significativo, por lo que cuentan sus protagonistas, también en la población visueña, que se entregó en toda la colaboración necesaria para hacer realidad el sueño teatral de sus menores. Sin ese apoyo social la iniciativa no hubiera podido alcanzar el nivel de fenómeno cultural que acabó adoptando. No solo la comunidad escolar de todo el pueblo se sintió vinculada, sino que el compromiso ascendió hasta niveles empresariales, más o menos modestos. Consta el respaldo de la cooperativa de supermercados Ecovol, la Cooperativa de Viviendas Santa María del Alcor y la empresa constructora de José Roldán. Pero no fueron estos los únicos. Será difícil recuperar los nombres de quienes pusieron tanta generosidad en favorecer esta Semana de Teatro Infantil de El Viso del Alcor.


                                                             (continuará mañana)

miércoles, 21 de noviembre de 2018

SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. III

(Continuación de ayer)



2. TRAYECTORIA HISTÓRICA
El mismo año que se promulgó la Constitución Española, un grupo de maestros recién llegados a El Viso del Alcor impulsaron la formación teatral en la escuela mediante el lanzamiento de un Festival de Teatro Infantil. Los cambios sociopolíticos que experimentó la sociedad española en aquellos años alcanzaron también a los ámbitos educativos y culturales. Fueron años de renovación educativa, fueron años de expansión del arte dramático, fueron años de confianza en la confluencia de la educación y el teatro al objeto de formar una nueva ciudadanía democrática. Habría que recordar, por ejemplo, el encomiable ejemplo de Alfonso Jiménez Romero, del que ya dimos cuenta en otro trabajo publicado en un número anterior de Don Galán. Anterior incluso al de El Viso del Alcor son los festivales teatro infantil de Montilla y de Valencia, como también el juvenil de El Ejido, promocionado desde su instituto de enseñanza secundaria. Fruto de ese espíritu de los tiempos fue la Semana de Teatro Infantil, con formato asimismo de festival, que ahora nos ocupa.
Y fueron también, no se debe dejar pasar por alto, años de recuperación de sentimientos nacionales, que afectaron profundamente a Andalucía. Aquel mismo año de la Primera Semana de Teatro Infantil en el Viso del Alcor conviene recordar que se fundó el Congreso para la Cultura Andaluza, que no sobrevivió mucho más a su altisonante proclamación, encomendada al dramaturgo Antonio Gala. Al siguiente año dicho Congreso manifestó su apoyo a la segunda edición del Festival. No hubo más pronunciamientos, porque a buen seguro que para la tercera edición el Congreso se hallaba ya en estado absolutamente exánime.
Es El Viso una población constreñida entre los términos municipales de Mairena del Alcor y Carmona. Por tal razón se han visto obligadas sus gentes a generar constantemente iniciativas. Y entre éstas, el teatro siempre ha contado. De hecho, su Teatro Municipal se incluía en las giras de importantes compañías nacionales, y a su calor se habían formado algunos grupos de teatro aficionado. La veintena de profesores que llegaron al pueblo en torno a 1976 para cubrir los cuadros docentes de los cuatro colegios públicos existentes en la localidad encontraron campo abonado para las inquietudes e iniciativas que deseaban acometer. La mayor dificultad que encontraron fue la de un alto absentismo escolar. Los jóvenes abandonaban a muy temprana edad la escuela para incorporarse al mundo laboral. La estrategia para devolver a las aulas a la población escolar consistió en la creación de talleres. El de teatro fue acaso el que más proyección alcanzó. Debido a la tradición dramática asentada en El Viso, la introducción del teatro en las escuelas de la localidad no solo no generó resistencia, sino todo lo contrario, contó con la complicidad y la colaboración tanto de entidades públicas y empresas como de las familias y de la comunidad escolar. Pero en ningún caso la formación teatral pudo traspasar la frontera de las actividades extraescolares, pese a las previsiones legislativas vigentes entonces que contemplaban la posibilidad de su incorporación al currículo formativo como asignatura opcional.
Los promotores de la iniciativa, los hermanos Calabuig Fernández, contando con la colaboración de sus compañeros de claustro, consiguieron contagiar a los otros tres restantes Centros de Educación General Básica existentes en El Viso del Alcor, y crear así un fuerte núcleo escolar sobre el que gravitarían de inmediato otros Centros de la provincia de Sevilla. Por primera vez se creaba en Andalucía una red de escuelas implicadas en la formación de sus alumnos desde la práctica dramática. Y El Viso del Alcor capitalizaba el protagonismo de tal iniciativa, convirtiéndose de hecho en la capital provincial del teatro escolar.
Desde los inicios del proyecto sus promotores estuvieron muy seguros de que el certamen debía acogerse a una fórmula competitiva, para fomentar el espíritu de superación. Aun así, procuraban que ningún participante saliera decepcionado del concurso, pues lo que más importaba era la participación. Así se idearon tantos premios que raro era quien saliera descontento del certamen por no haber sido reconocido. Esto obligaba a la organización a multiplicar sus gestiones ante instituciones públicas y empresas privadas para proveer de dotaciones los premios. Así se llegó el año de 1978 a la celebración de la Primera Semana de Teatro Infantil, que presidió el Delegado Provincial de Educación y Ciencia, acompañado por una representación del Congreso para la Cultura Andaluza. El diario ABC dio cumplida noticia del acontecimiento, como siguió haciéndolo en las sucesivas convocatorias. Que le concediera a la noticia una columna central de página, de cabecera a pie, da idea de la importancia con que el rotativo sevillano valoró el evento, que tituló como “una iniciativa ejemplar”. Se especifica que participaron en el concurso treinta y tres grupos escolares de los que quince fueron seleccionados para la fase final1. Los premios que en aquella ocasión se concedieron fueron: un primer premio, dotado con veinticinco mil pesetas, y dos accésits recompensados con diez mil pesetas; otro premio a la obra de carácter más infantil y otro a la de carácter más humanitario; a la mejor dirección, al mejor montaje, a la interpretación de grupo, al mejor actor y mejor actriz. El premio a la mejor obra fue declarado desierto, por haber sido seleccionada en primera instancia la obra titulada El rey que perdió su uña, luego excluida al saberse que su autoría correspondía a José Calabuig; no obstante, recibió la dotación del premio, veinte mil pesetas, por parte del APA del colegio.
El tratamiento de la noticia y su contenido dan a entender un entramado de la Semana nada improvisado: en primer lugar, que debió haber una campaña previa para difundir la iniciativa por los centros escolares de la provincia de Sevilla, con el tiempo suficiente para favorecer la participación. [Fig. 1fig. 2 y fig. 3] Por qué medios se hizo esa campaña aún nos es desconocido. En todo caso, resultó eficaz, pues o bien incitó la implantación de actividades dramáticas en al menos esos treinta y tres centros que participaron en la selección, o bien sacó a luz y otorgó prestancia a unas actividades extraescolares ya existentes. En segundo lugar, se creó una comisión con el cometido de seleccionar las obras que habrían de pasar a la fase final, comisión formada por profesores del colegio Rey Juan Carlos I. Sabemos por los mismos profesores que las inevitables ausencias del aula para girar las necesarias visitas a los colegios de la provincia eran cubiertas por compañeros, según acuerdo del claustro. No es probable que fueran más de dos los encargados de esta selección, por parte del profesorado, que se hacía acompañar por alguna representación de padres de alumnos. Es de suponer que el criterio que les guiaría en ella sería el de la madurez de los espectáculos, que garantizara una representación de cierta calidad. Con el tiempo estas giras fueron sustituidas por grabaciones audiovisuales que los mismos centros interesados remitían a la comisión del colegio Rey Juan Carlos I.
De la información se deducen otras circunstancias que dotan de singularidad a la Semana de Teatro Infantil de El Viso del Alcor: que los grupos participantes estaban integrados por alumnos de todas las edades comprendidas en la enseñanza general básica, y que las obras representadas en su mayoría eran originales, bien resultado de una creación colectiva guiada por los maestros, bien salidas de la imaginación de alguno de ellos para la ocasión –José Calabuig compuso varias en aquellos años– y condicionadas por la composición del grupo. También se hacían adaptaciones de clásicos, o se aprovechaban las de autores como Alfonso Sastre, cuyo título La muñeca abandonada, adaptación de El círculo de tiza caucasiano de Bertolt Brecht, recibió el primer premio al carácter humanitario.
La idea que presidía el certamen era, pues, la de estimular la creatividad de los niños mediante el ejercicio dramático en todos sus niveles: desde la práctica actoral a la autoría. Tanto es así, que en la segunda edición del certamen resultó premiada la obra de una niña de nueve años, Carmen Polo Guerrero, titulada La escoba que quería barrer. A esta precoz autora dedicaba ABC el faldón de su segunda página de espectáculos (18 de mayo de 1979, p. 77), tras haber cubierto la anterior con una información extensa a tres columnas y cuatro ilustraciones fotográficas sobre el certamen (19 de mayo de 1979, p. 85). Si contrastamos esta noticia con la segunda contenida en la página, en columna de salida, dedicada al teatro universitario de Córdoba, con fotografías de Gabriel Celaya y Rafael Alberti, es fácil deducir la repercusión que la semana teatral infantil había cobrado en el panorama cultural. Aún páginas más adelante volvía a insistir el rotativo sevillano en el certamen, para dar relieve a la labor del Club Palmera –activo aún en el tiempo en que se escriben estas líneas–, cuyo grupo de teatro había obtenido el primer galardón del Festival, con dos instantáneas de la representación de la obra anteriormente nombrada.
De las sucesivas informaciones de ABC en las siguientes ediciones se espigan obras y nombres de autores conocidos, como obras escritas intencionadamente para el concurso o resultantes de creaciones colectivas de los grupos infantiles. Si en la primera edición saltaba el nombre de Alfonso Sastre, el del sevillano Fernando Macías se repetía en la segunda y tercera edición con la misma obra, titulada Ecos de caracola, que había obtenido el primer premio Barahona de Soto (ABC, 30 de abril de 1980, p. 81); y en la sexta edición, ya en el año de 1984, coinciden Fernando Arrabal, con Pic-nic; Apuleyo Soto, con El circo; Jordi Teixidor con su galardonada El retablo del flautista, y Molière, con El médico a palos (ABC, 27 de mayo de 1984, p. 117). Algunos de estos nombres repetirán más adelante, como el de Arrabal, con El triciclo Fando y Lis, y se irán incorporando otros, como Antonio Buero Vallejo con su Historia de una escalera, cuando el certamen amplíe su campo a la educación secundaria. Junto a estos nombres se recogen los de autores hechos al calor mismo del certamen, en buena medida maestros que doblaban sus funciones como directores teatrales en no pocas ocasiones: José Calabuig, María Luisa Candau, Manuel García, Bernardo Zots, Martín Vega Sanz.
Según los datos facilitados por don Clemente Calabuig, entre 1978 y 1990 se representaron un total de setenta y tres obras originales, entre descartadas y seleccionadas, destacando el año de 1987 como el más productivo al contar con trece. Del total, cincuenta y siete títulos venían firmados por un autor, los restantes eran producto de creación colectiva. Entre los que más se repiten: José Calabuig, con siete títulos; Antonio Guillén, con seis; María Luisa Candau, con cuatro; Andrés Espejo, con tres, y Bernardo Zots, con dos originales y otra obra más ya estrenada. Entre los autores consagrados, son muchos más los contemporáneos que los clásicos. Entre éstos, Lope de Rueda es el más representado, seguido por Cervantes y Molière. Shakespeare repitió dos veces el mismo título, La fierecilla domada, y tan solo una vez subieron al escenario personajes de Lope de Vega (Fuenteovejuna), Andersen y Perrault. Entre los contemporáneos, se disputan protagonismo los Hermanos Quintero, con quince representaciones, y García Lorca, con trece, siendo entre sus títulos el más interpretado el de La zapatera prodigiosa, en cuatro ocasiones. Destacan también Apuleyo Soto, con nueve representaciones; Muñoz Seca, Alfonso Sastre y Oscar Wilde, con cuatro cada uno; y ya con menos, Gianni Rodari, Luis Matilla, Jorge Díaz, Saint Exupery o Tagore. Algunos títulos llamativos: Marcelino pan y vino, de Sánchez Silva, o El Mago de Oz, de Frank Baum.
Tanta relevancia alcanzó el certamen que la organización, asentada en el Colegio Rey Juan Carlos I, recibió peticiones de grupos escolares andaluces allende la provincia de Sevilla, y aún de fuera de Andalucía, peticiones que se vio obligada a desatender por desbordamiento. En cambio, se dieron otros pasos para ampliar los horizontes del certamen. En las páginas de ABC del 9 de mayo de 1987, coincidiendo con la IX edición de la Semana de Teatro Infantil, se anunciaba la convocatoria de un concurso para autores, denominado Bastilippo, al que habían concurrido cincuenta obras desde todos los rincones de la geografía nacional. Justo un mes después el mismo diario informaba de la concesión de los premios: María del Carmen Ramos Pueyo, por su obra El reloj de colores, conquistaba el primer galardón; Fernando Macías, con Magia en la noche, el segundo, y Francisco Javier Sánchez Muñoz, con Pelos azules, el tercero; elegidos entre una cincuentena de obras presentadas (ABC, 9 de junio de 1987, p. 42).
En el número 19, año 1988, de la manchega revista Alacena de Deseos se puede leer la convocatoria del segundo premio Bastilippo, para obras destinadas a un público infantil comprendido entre los seis y los catorce años de edad, con fecha última de presentación la del 30 de abril. El objetivo que se proponía la organización era el incremento de la literatura dramática infantil. La dotación de los premios era 50.000 pts., 30.000 y 20.000 respectivamente. Ya en esos últimos años ABC había reducido considerablemente la información sobre el certamen, por lo que carecemos de noticia sobre participación y galardonados en esta segunda convocatoria, así como si hubo más en los siguientes años. No parece que las obras premiadas alcanzaran representación en el marco de la semana, ni tampoco que fueran publicadas en colección alguna, como acaso fuera el propósito inicial.
Si mediante la convocatoria nacional de este concurso la Semana de Teatro Infantil rompía el cerco geográfico, el del recinto escolar lo había rebasado años antes, cuando se trasladó al Teatro Municipal y en 1984 a la nueva Casa de la Cultura, que fue inaugurada para la ocasión de la sexta edición del certamen con la representación, fuera de concurso, de la obra La oruga parlanchina, de Alfonso Jiménez Romero. [Fig. 4]. A partir de ese año la sede del certamen fue ya siempre la dependencia municipal. De este modo ganaba mayor presencia en el pueblo, pero también se hacía objeto mayor de deseo por parte de los gestores políticos. Lo que entrañaba de éxito y reconocimiento encerraba también el peligro de su desnaturalización, al alejarse del ámbito escolar y avecindarse al de la gestión política. La falta de relevo generacional en el claustro docente puede haber sido un factor para esta mudanza, así como el hecho de que algunos de sus maestros promotores asumieran responsabilidades políticas en el municipio.
Cuando volvemos a tener datos, ya en el año 2001, el certamen ha ampliado su convocatoria a centros de enseñanza secundaria, lo que puede traslucir el traspaso en la gestión de la organización. Al año siguiente concursaron veinte colegios y diecinueve centros de enseñanza secundaria, pero un año después no sumaban más que dieciséis los centros presentados, entre escuelas e institutos y la cifra de participación siguió cayendo en los siguientes. El certamen ya no recuperó su prestancia inicial, hasta que desapareció en los oscuros tiempos de la crisis económica que azotó al nuevo siglo, al tiempo que perdía su carácter competitivo por imposición de directrices políticas.
1 Hay discrepancia entre esta información de ABC y la facilitada por el señor Calabuig, según la cual fueron treinta y cinco los grupos participantes y diecinueve los seleccionados para la fase final.
                                                     
                                                                                   (Continuará mañana)