sábado, 24 de noviembre de 2018

Va de escupitajo. SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.


Sábado, 24 de noviembre de 2018.
A 181 días…

LA HISTORIA DEL ESCUPITAJO NUNCA VISTO.

SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.


     Esta asquerosilla historieta del escupitajo nunca visto sucedió no ha mucho tiempo en la grande España. Todavía está calentita, como recién horneada, pegajosilla ella.

    Y cabe preguntarnos ¿Dónde ocurrió y por qué una supuesta gota de salivazo (no sabemos nada de su tinte verdosillo) pudo armar tanto revuelo en todo nuestro reino?

    El lugar, el palacio de los señores de la corte o de los verduleros del reino (lo de verduleros es porque son los que “cuecen las habas” en este país inimaginable), pudo ser determinante a la hora de desatar un río de agrio comentarios y duros enfrentamientos. Y sus protagonistas principales, un señor de los honorables y un grupillo de señores menos honorables, entre los que se encontraba el presunto “lanzador”, también contribuyeron al alboroto generado por el susodicho y supuesto “gargajillo”.

     Todo empezó con lo que hoy llaman un “rifirrafe”, entre el honorable  y un tal Rufián, graciosillo de turno, por cierto muy bien pagado por todos nosotros, siempre paganinis de turno, que tuvo como punto final, que la directora del llamado hemiciclo, echara al “metepatilla” de siempre. Arrastrando en su salida triunfal a sus amiguetes, también muy bien pagados por nosotros. Somos así de generosos o así de “gil…as”.

     En la salida de los amiguetes del tal Rufián, en fila india como correspondía al ensayado numerito circense, el honorable, señalando con su dedo índice, grita enardecido, que uno de ellos, el calvo, le ha lanzado un escupitajo. ¡Chan, chan! Verdad o invención. Todo queda en el aire. Y a partir de este instante, se desatan las lenguas, vuelan insultos, suenan voces de “mientes y tú lo sabes”. Los cronistas le dan a la lengua en favor o en contra de los protagonistas y los modernos juglares inventan romances caballerescos para entretener al vulgo y se olviden, por el momento, de los “presupuestos” del reino y de otras zarandajas.

     Y todo por un escupitajo que no sabemos si existió o no. Y todo porque, si Dios no lo remedia, el llamado hemiciclo se está convirtiendo en un tosco gallinero.  

      Y perdonen las molestias, señorías, por pensar lo que digo y decir lo que pienso.

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SEMANA DE TEATRO INFANTIL. EL VISO DEL ALCOR. VI.
(Continuación de ayer)
 5. CONCLUSIONES
La Semana de Teatro Infantil de El Viso del Alcor surgió en un momento histórico de cambio de valores políticos y sociales que señalaron nuevos objetivos y nuevos métodos en la práctica docente. El teatro, que había sido un elemento de capital importancia en la resistencia cultural al franquismo durante la decadencia de la Dictadura, es considerado como un instrumento eficacísimo para la formación democrática de los nuevos ciudadanos. Pasa así a ser considerado contenido escolar. Imbuido del espíritu de época, el claustro de profesores del colegio Rey Juan Carlos I se propuso organizar un certamen teatral de ámbito provincial que catalizara las energías renovadoras surgidas en los centros de enseñanza primaria. El certamen habría de tomar forma de concurso, para incentivar la cultura del esfuerzo y la perfección. Con tales valores la semana se mantuvo durante más de veinticinco años, hasta que su desnaturalización, convertida en muestra, y el traspaso a gestores políticos marcó su declive, que la crisis económica acabó por rematar. Ya solo en la primera convocatoria participaron treinta y cinco colegios de veinte localidades sevillanas, incluida la capital. El número de horas de trabajo invertidas, el número de maestros y niños implicados, y el número de adultos que secundaron la iniciativa en esta primera convocatoria da idea del capital humano que movilizó, y del interés generado. Y estos números no decayeron hasta los años finales de crisis, entrado ya el presente siglo. Tal energía desarrollada arrastró a la participación a entidades públicas y privadas, de la que dio fiel reflejo la prensa sevillana a través de su primer periódico, el diario ABC.
Los objetivos que se proponían los docentes variarían de unos a otros en la esfera individual, pero también según la orientación de los claustros escolares. Para algunos, la actividad extraescolar del teatro revestiría el interés de profesores y Centros de lucir una práctica de prestigio ante la comunidad educativa. Así, el método de trabajo y los procedimientos habrían de ser selectivos: selección de obras, selección de actores infantiles según sus características personalidades, etc. Pero para otros, la práctica del teatro se proponía alcances de mayor envergadura, pues se amparaba en un ideal de formación integral de la personalidad. En tal caso no se trabajaba selectivamente, sino que se fomentaban los valores sociales y la creatividad en conjunto. Llegar al escenario no era la finalidad, sino únicamente el acicate que la imaginación práctica de los niños necesita para prestarse al juego dramático y cuanto en él se comprende. Ejemplos de esta orientación eran la práctica de maestros como Pedro Oso y Javier Ros, antes nombrados, que desarrollaban en Centros de barrios deprimidos o marginales. La obra por cuyo montaje y dirección Ros recibió un Arlequín, titulada Romances andaluces de ayer y de siempre, fue trabajada e interpretada por alumnos del periférico barrio de San Jerónimo, en Sevilla. [Fig. 12]
Las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse los maestros fueron de todo tipo: horarias, económicas, actitudinales, hasta de infraestructuras e intendencia. Sin la implicación del entorno social de la escuela esta actividad no hubiera podido desarrollarse, de ahí su capital importancia para la construcción del sentido comunitario. El protagonismo no recaía tanto en el teatro como en la creatividad infantil, a todos los efectos, incluso el de la cartelería. El teatro cumplía la función de revulsivo y fiesta social. También sirvió la celebración de este certamen para excitar la imaginación dramática. Si se pudieran reunir las obras originales y adaptaciones –ya de autoría individualizada, ya de creación colectiva– que se presentaron en sus sucesivas convocatorias, a buen seguro que daría un grueso volumen de teatro infantil, siempre necesitado de invención y títulos.
Pero la conclusión más radical que se puede extraer de esta experiencia dramática en la escuela es la que los mismos protagonistas, aquellos niños de entonces, hoy pueden transmitir. En nombre de ellos escogemos los recuerdos de Arturo Morillo, en la actualidad gestor cultural en el Ayuntamiento de El Viso. Para él haber trabajado en grupo, y en grupo haber recorrido la provincia como una compañía teatral, entre padres, compañeros y tutores, constituye una experiencia que ya no puede desprenderse de su personalidad, como tampoco podrá faltar nunca en ella la autoestima que el teatro sembró.
El teatro –afirma– es una buena herramienta educativa, no sólo como fomento de la práctica teatral, sino también como elemento para trabajar temas transversales como la coeducación, la educación en valores, la solidaridad, la inclusión social, etc. también contribuye positivamente en el desarrollo integral del alumnado por la experiencia grupal y social que conlleva, así como por sus componentes de ejercicio físico e intelectual. 


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