viernes, 22 de marzo de 2019

¡SILENCIO, POR FAVOR!

Viernes, 22 de marzo de 2019.
A 63 días mal contados… y a 1 del cumple.

¡SILENCIO, POR FAVOR!

     En la voluntaria y diaria obligación de asomarme a este, nuestro Blog “Calabuig2”, para monologar, en SILENCIO, sobre aquello que mi subjetividad viste de actualidad, me encuentro, a veces, con serias dificultades.

     Entonces, recurro a un viejo truco, que consiste en cerrar los ojos y, en espera de las inspiradoras musas, me dedico a oír y escuchar todos los sonidos y ruidos que viven y mueren junto a mí. Voces conocidas y desconocidas; tenues pasos y sonoros taconeos; músicas y palabras enlatadas, de modernos aparatos de radio y televisión; ruidos de motores caseros y callejeros; gratos y molestos sonidos animales y un indeterminado número de ruidos imprevistos que construyen un entretenido muestrario de incontrolados acompañantes que merodean a nuestro alrededor y que nos enseñan, con tenaz tozudez, que nunca estamos solos.


     A veces, con rara prodigalidad, este conjunto de gratos o molestos ruidos y sonidos juegan, junto a nosotros, al escondite, desaparecen de nuestro alrededor y nos permiten el desconcertante e increíble hecho milagroso de oír y escuchar el SILENCIO


   Y es aquí, cuando se me ocurre escribir del sordo y mudo SILENCIO, con silentes palabras. Como en otras ocasiones, hurgo en el interior de mi fiel y gran amigo el Diccionario para descubrir las riquezas o miserias de la elegida palabra. SILENCIO es ausencia de todo ruido o sonido (situación casi imposible) SILENCIO es estar callado o abstenerse de hablar (difícil ejercicio). SILENCIO son las circunstancias de no hablar de ciertas cosas (arduo trabajo para algunos o algunas) SILENCIO es la interrupción de la correspondencia o la falta de noticias de alguien. Y junto a todos estos significados, encuentro ricas locuciones de uso corriente, como: Guardar SILENCIO, imponer SILENCIO, Romper el SILENCIO, SILENCIO administrativo, salida o pretexto de la Administración para denegar las peticiones de sus administrados. El machista toque de SILENCIO del servicio militar o la curiosa zona de SILENCIO de las emisoras de radio, en las que, no se oye en su cercanía lo emitido por ella, y si se oye, a una  mayor distancia.

         La palabra SILENCIO parió unas pocas palabras, para engordar el bulímico Diccionario, como: SILENCIADOR, SILENCIAR, SILENTE, SILENCIARIO, SILENCIERO y SILENCIOSO. Poca prole familiar para un, tan importante, vocablo.

      Hasta aquí lo que me enseñó el apreciado Diccionario. Ahora me toca, en solitario y sin ayuda, pensar, con signos escritos, en la palabra SILENCIO. Y como el lenguaje es el vestido del pensamiento, recurro a él, para desgranar los muchos méritos y valía del poco usado, casi nada valorado y maltratado SILENCIO.

      Antes de empezar a escribir, admito que es más difícil manejar el SILENCIO que manejar la palabra SILENCIO. La mayoría de los humanos, nos hemos arrepentido muchas más veces de haber hablado; que de habernos callado. La mayoría de los humanos, despreciando el SILENCIO, hablamos de todo, de lo sabido y de lo desconocido. De lo que no sabemos, no deberíamos hablar, entonces el mundo sería mejor y, sobre todo, sería mucho más agradable y silencioso. La mayoría de los humanos ignoramos que el comienzo de la sabiduría está en el SILENCIO. Sí escucháramos más, seríamos mucho más sabios. Oí, en cierta ocasión de atenta escucha, una frase que se me grabó para siempre. Decía que, con las palabras el hombre supera a los animales; con los SILENCIOS, el hombre supera a los hombres. Los grandes hombres, las mujeres grandes, los grandes talentos saben lo que hay que decir en todo momento y también saben lo que han de callar. Como amante del dibujo, de la pintura y de la buena comunicación, he llegado a la conclusión de que los silencios son los últimos trazos y las pinceladas finales y maestras en el arte de la conversación. Los humanos, por nuestra desmedida afición a hablar, desconocemos y olvidamos que el SILENCIO nunca traiciona y que éste, es signo de sabiduría; mientras que la charlatanería y la palabrería son señales de una clara estupidez.

    Parece fácil, pero guardar un minuto de SILENCIO total, es tarea casi imposible, compruébenlo en las primeras ocasiones que se les presente. A la vuelta de ese silente minuto, habrán comprobado que, seguido con atención, se convierte en una pequeña eternidad. Aprovechemos siempre estas ricas y breves ETERNIDADES DE SILENCIOS, para mejor oír y escuchar, para no tener que arrepentirnos de lo hablado, para ser más sabios, más artistas y algo menos estúpidos.


     Para terminar, no olvidemos que el SILENCIO es el gratuito sol que madura los buenos pensamientos. Y para ser consecuente con lo expuesto y defendido en mis palabras anteriores, les regalo el SILENCIO de mi SILENCIO, obsequiándoles, de paso, sin ruidos ni inservibles sonidos, mis mejores deseos de SILENCIOSA FELICIDAD.

jueves, 21 de marzo de 2019

¡PODEROSO CABALLERO!


Jueves, 21 de marzo de 2019.
A 59 días y a 2 del cumple.


EL DINERO



     No sé el por qué, hoy, me dio por escribir del DINERO, quizás, porque al hacerme mayor, lo aprecie, cada día que pasa, menos y nuestra mutua amistad vaya decreciendo, al tener cubierta, para suerte de este escribano, sus más importantes necesidades vitales. Lástima que, en este mundo de hoy, todavía, en mayor número de lo pensado, existan “hermanos” castigados por la carencia de este malsano invento llamado DINERO.

     Francisco de Quevedo con su lapidaria y archí conocida frase de: “Poderoso caballero es Don DINERO”, no pretendía descubrir nada nuevo a los humanos del lejano pasado suyo, ni a los hombres del más actual presente. Simplemente alertaba del extraordinario poder del mismo en el eterno siempre y por los siglos de los siglos.

     Escribir sobre el DINERO puede ser oportuno y hasta recurrente, teniendo en cuenta la vorágine de novedosas inquietudes y desmanes vividos y más desmadres que se nos avecinan, con tintes de urgencia, cercanía y obligada dualidad, con las entradas y salidas en nuestras vidas, bolsillos, carteras y monederos de unos pocos euros y la inevitable y nostálgica desaparición de nuestras queridas pesetas de siempre, hace ya casi una veintena de años.

     Como si de una película del más rancio Oeste americano se tratara, podríamos nominar la situación actual, con el título de: “La fiebre del Euro”, muy similar a “La fiebre del oro” vivida por los legendarios buscadores americanos del preciado metal, y trasladada, en esta ocasión tan cercana, al ámbito de una gran parte de la milenaria y moderna Europa, no en sus mejores momentos.

     El EURO con sello de desconocido, de imprevisible, de desconfianzas y de impensado sepulturero enterrador de las pesetas y de otras pobres compañeras europeas, nos abruma con inevitable machaconería y nos invita a hablar de él, a pensar en él, a practicar con él y a meditar, sin traumas ni asperezas, sobre su auténtico valor del caprichoso DINERO, al margen del variado catálogo de monedas y billetes, que usamos en la cotidianeidad ,

     Por ello es bueno que, a pesar del cambio de ropajes y nombres de las monedas y billetes que ya usamos con cierta naturalidad, no olvidemos que el EURO es DINERO y como tal, se va a comportar y va a seguir siendo, para la mayoría de los humanos, motor y combustible en sus afortunadas o desgraciadas vidas.

     Avivar los recuerdos, despabilar las conciencias y permanecer despiertos, ayudan a un mejor vivir. No olvidemos algunos pensamientos y celebres frases relacionadas con el DINERO del ayer, del hoy y del siempre. El DINERO es un buen sirviente, pero un pésimo maestro: Al DINERO hay que mirarlo por encima del hombro, pero jamás perderlo de vista. El hombre con mucho DINERO es como un árbol que la gente lo rodea cuando está cargado de frutos, pero cuando los frutos han caído, la gente se dispersa en busca de otro árbol mejor. El que pierde todo su DINERO, puede decir: “Mis amigos han muerto.”  El DINERO se adquiere con trabajo, se guarda con temor y se gasta con dolor.  No vendas por DINERO lo que nunca puedas comprar por DINERO: La honradez, la felicidad, la tranquila siesta, la limpia fama y la conciencia alegre.

¿Qué es el DINERO? Nada, si se gasta. Nada, si se malgasta. Y para terminar este breve muestrario de frases sobre el DINERO encontré una que, en su brevedad, encierra una infinita grandeza, y dice así: “Hay gente tan pobre, tan pobre, tan pobre, que sólo tienen DINERO”.

     Y no curado aún de la pasajera locura de unos días atrás y sin haberme desprendido todavía del recién estrenado traje de aprendiz de poeta, me atrevo a componer, seguro de no recibir emolumento dinerario alguno, un breve poema dedicado al DINERO.

DINERO,  ¿QUIÉN ERES TÚ?

     DINERO, ¿Quién eres tú?
le pregunté bien despierto,
para mejor conocer
su alma y sus fieros adentros.

     Ríe fuerte el gran ladino,
con risa de turbios vientos
e invitándome a mirar
hombres de todo los tiempos,
engreído respondió,
con voz de afilado acero:

      “Yo soy el dueño y gran señor
del arcón de los enredos.
Tengo amigos y enemigos
en todos los universos,
en los cielos más lejanos
y en los más negros infiernos.
Yo soy el sastre y gran mago
de mil imposibles sueños,
compro todo lo creado,
anido en los pensamientos,
y si algunos se resisten,
subo cifras y los tiento,

hasta conseguir romper
sus almas, sus sentimientos.
Soy respetado y temido,
tunante y un poco travieso,
atrevido en ocasiones
y reparador de entuertos.
Todos quieren poseerme,
Nadie, sin mí, está contento.
El pobre ansía tenerme,
me guarda el rico con miedos,
los grandes me necesitan,
me desean los pequeños,
los gobernantes me adoran,
me aclaman todos los pueblos.
Soy el dominador del Mundo,
de humanos locos y cuerdos.
Y después que he terminado,
por todo lo antes expuesto,
nadie a mí, podrá robarme
que me sienta satisfecho,
de tan sublime poder,
de tanto corazón preso.”

      Mudo quedé al escuchar
maldito y cruel parlamento,
lanzado a los fríos aires
por nuestro amigo el DINERO.
Y para bien terminar,
este rosario de versos,
como tardo trovador,
me arriesgo con un consejo,
nacido en rico soñar,
criado en un corazón viejo:
“En vida tan dura y breve,
cuidemos almas y cuerpos,
para eludir, con sal y arte,
ser esclavo del DINERO.

      Así se escriben las páginas,
del caprichoso sujeto,
viejas ropas de PESETAS,
EUROS  de trajes nuevos,
el hábito no hace monje,
al fin y al cabo, DINERO,
DINERO, siempre DINERO.


miércoles, 20 de marzo de 2019

¿QUIÉN DA MÁS?


Miércoles, 20 de marzo de 2019.
A 60 días…

                    
     Inscritas ya en el libro del pasado, las típicas, tópicas, necesarias e importantes  celebraciones de “Día de la MUJER”; cumplido el anual éxodo carnavalesco de muchos visueños a la querida “Chipiona del Alcor”, a la “tacita de plata” y sus alrededores o al litoral onubense, y saboreando anticipadamente los aromas, los encantos y las alergias de la cercana primavera, El Viso, como otros pueblos y ciudades de nuestra querida Andalucía, vive ocupado y centrado en los preparativos de sus dos próximas y grandes Fiestas de la CRUZ, la del sumo dolor y la de la desbordante alegría, de las cuales daré particular cuenta en posteriores asomos a Calabuig2.

     Este callado y silente quehacer, este recogimiento de muchos moradores de este alcor nuestro, va, durante un corto periodo de tiempo, adueñándose y absorbiendo gran parte de nuestra actualidad, obligándome a escoger, para este decir diario, temas de siempre, del ayer, del hoy y del futuro. Temas de permanente actualidad, que a la gran mayoría de los humanos nos preocupan, nos confunden y, la mayor de las veces, nos   inquietan   y   nos aturden. Se tratan del DESTINO y de la LIBERTAD.

     El DESTINO, ya venga vestido de HADO, de SINO, de DIVINIDAD o de VOLUNTAD DIVINA, para muchos humanos, regula de una manera fatal los acontecimientos futuros y, para esos mismos, sirve de bálsamo curativo, de consuelo, de frágil y cómoda aceptación conformista, cuando el pasado golpea con calamidades o desgracias.

       Según mi gran amigo el “Diccionario”, sabio contenedor de los muchos significados de las palabras, al que recurro con asiduidad, DESTINO es:
El encadenamiento de los sucesos considerado como necesario y fatal. Y así oímos: “Se dejó llevar resignadamente por el DESTINO”. Es la circunstancia o situación a que una persona o cosa ha de llegar inevitablemente. “Era su DESTINO”. Es el uso o aplicación que se da a una cosa para determinado fin. Y decimos “Le dio un buen DESTINO”. Es el empleo u ocupación. Consiguió un DESTINO extraordinario.
Es el lugar o establecimiento en que una persona tiene su empleo o el lugar a donde se dirige una persona. Con frecuencia oímos las expresiones: Tiene su DESTINO en Sevilla o llegó sin problemas a su DESTINO”.

     Los humanos, limitados en el mucho saber y en los grandes conocimientos, dueños de manifiestas pedanterías, amos de torpes engreimientos e íntimos amigos de doña ignorancia, nos movemos con frecuencia entre la dualidad extrema del libre albedrío, de la LIBERTAD como motor de nuestro final DESTINO, y del determinista y fatalista DESTINO, como dueño, señor y anulador de nuestra LIBERTAD.

     Para no perderme entre los oscuros callejones de la LIBERTAD y del DESTINO y para no aburrirles con profundas disquisiciones filosóficas y religiosas, recurro, como en otras ocasiones, a enumerar algunas celebres citas que, con seguridad, nos harán reflexionar sobre el caprichoso, juguetón, desconocido y, a veces, cabreante  DESTINO y, de paso, sobre la grandeza de la LIBERTAD humana. Luchar contra nuestro DESTINO es como el combate del manojo de espigas, que quisiera resistirse a la hoz, en los tiempos modernos, contra las potentes segadoras. Lo que deba ser, será. Ni permaneciendo quieto toda su vida, sentado junto al fuego de su hogar, puede el hombre escapar a las sentencias de su DESTINO. El hombre no labra su DESTINO, lo soporta. Casi siempre encontramos nuestro DESTINO por los caminos que tomamos para evitarlo.  El que nace para morir ahorcado, nunca morirá ahogado. El alma del hombre se parece al agua; el DESTINO, se parece al viento. Los hombres no hemos comprendidos que somos ciegos y sordos, que venimos de la noche para volver a la noche sin saber nada de nuestro DESTINO. El DESTINO baraja nuestras vidas y nosotros la jugamos. Cada cual se fabrica su DESTINO y el hombre que es capaz de cambiar su pensamiento, es capaz de cambiar su DESTINO.
    
       El DESTINO, como atrayente y, a la par, desesperanzador juego inventado por el hombre para acallar y disimular su corto poder en el magno universo en que nos movemos, presenta, como casi todo lo humano, múltiples y diferenciadas parejas de caras o caretas. El dolor y la alegría se hermanan en el DESTINO; la gloria y el fracaso se pasean juntas de la mano del DESTINO; la vida y la muerte son regaladas y robadas por el DESTINO, y hasta la realidad y la fantasía se vuelven marionetas del DESTINO.

     No puedo, ni quiero aceptar como verdades las frecuentes expresiones populares que, en las suertes o las desgracias de la humana vida, sentencian con firmeza irreversible y con descarado conformismo el pasado, el presente y el futuro de los hombres. Expresiones como: “Era su destino”, “Estaba destinado para él”, pregonan la inutilidad y flaqueza de la LIBERTAD humana, anulan el sentido de responsabilidad al obrar y nos convierten a todos en peleles dependientes y manejados por una fuerza superior y desconocida llamada DESTINO.

        Cuando ocurre algo en nuestras vidas, grande o pequeño, alegre o triste, importante o irrelevante y oigo la expresión: “Estaba escrito”, me resisto a creer que pueda existir un libro capaz de contener, desde el principio de los tiempos, la historia detallada de todos los seres de la creación y mucho más me cuesta creer en la existencia del escribano de ese extraordinario e infalible libro llamado DESTINO.

        Y a pesar de mi incredulidad en el DESTINO, de mi resistencia a creer en su existencia y del propósito de alejarme de él lo más posible, en cuanto me descuido, me convierto en desconcertado feligrés, en   adicto seguidor y en empedernido creyente del DESTINO.

       Para consuelo de este modesto escritor, me figuro que a la mayoría de ustedes les ocurrirá, en mayor o menor grado, algo parecido a lo que a mí me ocurre, con lo cual, al compartir debilidades y flaquezas humanas, nuestros DESTINOS serán muy parecidos y si así no fuera, tendríamos que quejarnos seriamente al inventor del injusto DESTINO.           
      
        El DESTINO, sin quererlo, sin saberlo y desconociendo si existe o no, termina por convertirse en un permanente e inseparable amigo y compañero de todos nosotros a lo largo y ancho de nuestras breves vidas. Soporta éste, la pesada y descomunal carga de ser el responsable final de todo lo que nos ha ocurrido, nos ocurre y nos ocurrirá a todo el género humano.  El inventado DESTINO, con alma de ordenador gigante, programa todos los átomos de vida humana, negándonos el valor del LIBRE ALBEDRÍO. ¿Será el hombre del recién inaugurado tercer milenio capaz de desterrar el DESTINO al olvido? ¿Será el moderno hombre capaz, con la ayuda de su LIBERTAD, de derrotar y destronar al poderoso DESTINO?  ¿Será el nuevo hombre capaz de desterrar al DESTINO al increíble mundo de los cuentos infantiles, devolviéndonos la fe y la esperanza en la LIBERTAD?

       Ahí quedan esas preguntas, para que otros hombres más lúcidos y sabios, las respondan acertadamente. Mientras nosotros, frágiles mortales, nos seguiremos moviendo, como despistados y desorientados electores, entre el DESTINO y la LIBERTAD o entre la LIBERTAD y el DESTINO, sin saber que escoger o con cuál de ellos quedarnos. 

martes, 19 de marzo de 2019

¡BONITO DÍA, SAN JOSÉ!


Martes, 19 de marzo de 2019.  A 61 días...
Gran día para los José, los Pepe, las Pepa y las Josefa.
¡FELICIDADES, HERMANO!

EL TIEMPO (II)

      Hablar o escribir del TIEMPO casi siempre resulta recurrente y, a la par, aburrido. Y no es de extrañar que, sin quererlo, este monólogo se convierta en un ejercicio de pérdida del mismo.

       Hablar o escribir del TIEMPO es como hablar o escribir del ALMA. En nuestro corto entender humano, desconocemos como son el TIEMPO y el ALMA, ignoramos donde están y no sabemos, aunque nos lo expliquen los más ilustres sabios, para que sirven. Y sin embargo, los humanos derrochamos abusivamente el TIEMPO de cada uno y recurrimos al  ALMA para proclamar nuestra categoría de seres escogidos de la Creación.

     Desde la más remota antigüedad el hombre, ajeno a sus manifiestas limitaciones, se empeñó en controlar al incontrolable TIEMPO. Creyéndose, en muchas ocasiones, conocedor de ÉSTE, por haber inventado unas temporales divisiones y unos aparatos, llamados relojes, encargados de medir la brevedad de la existencia humana y los agobiantes adelantos y retrasos de los hombres en sus quehaceres cotidianos. 

     A fuerza de usar y abusar de la palabra TIEMPO, la mayoría de nosotros, nos sentimos dueños y dominadores del mismo, sin darnos cuenta de que, los dominados, los súbditos y, en la más de las veces, los esclavos del mismísimo TIEMPO, somos nosotros.
  
     A pesar de la inmaterialidad del TIEMPO y de su difícil asimilación y comprensión, hemos creado a su costa un rico coleccionable de expresiones, usadas con extremada ligereza, sin preocuparnos en profundizar en sus, a veces, perversos contenidos. Al intentar descubrir y descifrar estas expresiones, nos invade el aturdimiento, la incomprensión y también, por qué no, la diversión y el entretenimiento.

     Y así, hablamos del TIEMPO PRESENTE, sin darnos cuenta de que ÉSTE, es un efímero y alocado corredor de una continua y eterna carrera hacia el PASADO. Y, al mismo tiempo, hablamos o escribimos del TIEMPO FUTURO, siempre inalcanzable y que, cuando erróneamente creemos haberlo conseguido, se nos esfuma hacia un añorado e irrecuperable PASADO.

     Y con frecuencia oímos y decimos: “Tengo poco o mucho TIEMPO LIBRE.” Como si existiera otro TIEMPO, menos afortunado y que, por malo, lo tuviéramos encarcelado.  “Le robo TIEMPO al sueño.” Como si el sueño fuera un almacén de buenas y sabrosas cantidades de TIEMPO. O la expresión: “¿Qué TIEMPO tiene tu niño? Sin tener en cuenta que ningún mortal sabe el TIEMPO que tiene. Ya que el TIEMPO vivido, ya no se tiene, ya fue gastado. O aquella otra de: “Hace un TIEMPO de perros.” Referido al mal tiempo. Y aquí convertimos el dicho de que el perro es el mejor amigo del hombre, en una auténtica maldición perruna. O esta otra de: “En mi vida, he perdido mucho TIEMPO.” Seguramente por no haberlo guardado bien o por ser un empedernido gastoso de todo, incluido el TIEMPO.

     Necesitaríamos abundantes cantidades de TIEMPO para enumerar todas las expresiones temporales existentes en la comunicación humana. Citaré algunas, ensartadas en una jugosa, breve y jocosa retahíla de decires populares. Por ejemplo: Hacer las cosas a su TIEMPO. Llegar a TIEMPO. A lo largo del TIEMPO. Levantar el TIEMPO. Al correr del TIEMPO. Dar TIEMPO al TIEMPO. De un TIEMPO a esta parte. En TIEMPO de Maricastañas. Matar el TIEMPO. Le faltó TIEMPO para contar algo. Meterse el TIEMPO en agua. No tener TIEMPO ni para rascarse. Perder TIEMPO. Tomarse el TIEMPO como viene. Y si no, al TIEMPO. TIEMPO muerto. 

     Aprovecho este último ejemplo para descansar y pasar a enumerar las muchas clases de TIEMPOS que nos acompañan en lo diario y familiar. Hay TIEMPOS climático o meteorológicos, musicales y gramaticales. Hay TIEMPOS en los motores, en lo deportivo y en lo informático. Hay nuevos y viejos TIEMPOS. Hay TIEMPO solar, imaginario, real, sideral y físico.

     Al TIEMPO de agotar el TIEMPO de este monólogo, como otras veces, recurro a recordar, a la manera de modesto Pepito Grillo de este querido Alcor, algunas citas celebres que, sin duda, nos invitan a la meditación y nos ayudan a un mejor aprovechamiento del TIEMPO que nos han regalado en esta breve vida. El TIEMPO es querido como un gran maestro, lo malo es que el TIEMPO, poco a poco, va matando a todos sus alumnos. Las horas, muchas veces, se hacen largas, y la vida, casi siempre, se hace corta. Nadie podrá recuperar ni un minuto de su pasado, por ello, es incomprensible que malgastemos tanto TIEMPO. Muchas veces nos dedicamos a intentar matar el TIEMPO, pero, al final, ÉL nos entierra a todos. Queramos o no, el TIEMPO FUTURO siempre actúa como el barrendero de las ilusiones. Y para terminar, con la intención de que aprovechemos al máximo el TIEMPO recibido, vivido y por vivir, la misma y positiva cita, plena de sabiduría, de ayer y de siempre: HOY, 19 de marzo de 2019, día de los padres y de los Pepe, estamos viviendo, como ayer y como mañana, el   PRIMER DÍA DEL RESTO DE NUESTRA VIDA. APROVECHÉMOSLO, COMO DIOS MANDA.

     Estés donde estés, “PEPITA LA MODISTA”, te felicitamos y te honramos en tu DÍA.

 

 

 


lunes, 18 de marzo de 2019

TIEMPO AL TIEMPO

Lunes, 18 de marzo de 2019.

A 62 días…


EL TIEMPO (I)


     Al escribir del TIEMPO se corre el riesgo de confundir al lector, por el carácter dual de esta palabra. Dualidad de cotidiana climatología y de filosófica e incontrolada existencia. Hablar del TIEMPO climatológico se convierte en un pobre recurso de comunicación o en un absurdo pretexto de acercamiento entre humanos carentes de habilidades lingüísticas. Sobre todo cuando sabemos de antemano que, con él, sólo podemos predecirlo, con inevitables y frecuentes errores, y poco más. Los muchos profesionales dependientes del TIEMPO climatológico, no pierden su otro TIEMPO en hablar de él, se dedican con obstinación a observarlo, a aprovecharlo y a intentar, todavía sin mucho éxito, a controlarlo y dominarlo.

     No pretendo, al escribir de TIEMPO, cansarles con una exposición detallada de centros de altas y bajas presiones, de frentes lluviosos o fríos, de pesados anticiclones, de peligrosas gotas frías, ni de otros elementos iconográficos de un aburrido mapa del TIEMPO. Prefiero dedicar este TIEMPO a escribir del otro TIEMPO; del imposible de domesticar; del que nunca se detiene; del que dibuja arrugas en las caras y debilita los cuerpos, incluso los más fornidos; del que sabiamente se aprovecha o, tonta e inútilmente, se derrocha y, en resumen, del TIEMPO que se vive.

     La absurda intemporalidad del TIEMPO nos aturde y nos asusta y la finita temporalidad, de su compañera vida, nos iguala felizmente a todos. TIEMPO y vida se necesitan mutuamente, con la fuerza y la magia de lo imposible. No se entiende la vida sin el TIEMPO y, nada sería del TIEMPO sin la vida. TIEMPO y vida están condenados, de y para siempre, a coexistir mientras quede un tic-tac de TIEMPO y una diminuta célula viva.

     El hombre en su interminable e inacabada carrera de aprender y en su irrenunciable papel de inventor, compartió y partió el TIEMPO en unidades menores llamadas: segundo, instante, minuto, rato, momento, hora, día, semana, mes, año, lustro, década, siglo, milenio, era, etc.; sin darse cuenta, ¡Pobre de él! que, a la par, estaba troceando la propia vida en breves espacios de inventada e innecesaria temporalidad.

     Escribir del TIEMPO es perderse inevitablemente en él; es escribir del presente con inmediata hechura y alma de pasado; es esperar y buscar un inalcanzable futuro. Escribir del TIEMPO es inventar, divagar, filosofar, es escribir de todo a la vez y, al mismo TIEMPO, es escribir de la más absoluta nada.

     En mi locura temporal, me atrevo a declarar el día de hoy, 18 de marzo de 2019, como un día importantísimo para todos los seres humanos. Más de un lector de este decir, desorientado por la afirmación anterior, pensará en mi locura real o buscará en las noticias del día, en el libro de las efemérides  o en el almanaque de las grandes celebraciones, algo que justifique la importancia del día de hoy para todos los vivientes. A veces, lo cercano, lo evidente, nos nubla la mente, nos entorpece y nos roba la posibilidad de entender sencillas afirmaciones o postulados infantiles que, fácilmente se comprenden al desprendernos de la sabiduría de adulto o al retomar el camino del aprendizaje curioso de los niños. ¿Por qué hoy, 18 de marzo, es un día importantísimo para todos nosotros? Por un sencillo e innegable razonamiento. Hoy es un día importante, porque es EL PRIMER DÍA DEL RESTO DE NUESTRA VIDA. Y lo bueno es que, mañana volveremos a disfrutar de otro celebrado primer día, igual de importante que el de hoy. Y sin saber por qué, ni por quién, nuestra vida se convierte en una encadenada serie de primeros días, importantes todos ellos; hasta que, sin saber por qué, ni por quién, se nos cierren las puertas del estreno de otros primeros días.

     El TIEMPO juguetea con nosotros con amor y sin piedad; con ambiciones y sin esperanzas; con poder y sin gloria. El TIEMPO, en su juego infinito del CON y del SIN, nos conduce por estrechos caminos de efímera felicidad o nos arrastra por desdichadas sendas de penurias y desgracias.

     Hay quien piensa que el TIEMPO es el mejor y más grande de los maestros: Enseña a todos y de todo; cura y cicatriza difíciles y sangrantes heridas; reconcilia enconados desencuentros; alivia infinitos dolores y un largo etcétera de lecciones magistrales provechosas para los humanos. Lo único malo que tiene el TIEMPO como maestro es que, poco a poco, va acabando con todos sus queridos alumnos, sean malos, regulares, buenos o muy buenos.

     Hay hombres, aburridos empedernidos, caducos mensajeros, que se dedican a matar el TIEMPO o a pasar de él, sin enterarse de que, en su triste ocupación, se están pasando y matando ellos mismo. Otros, en su equivocada locura, disparan contra los gallos, para evitar amaneceres de nuevos y mejores TIEMPOS, sin darse cuenta de la tristeza y negrura de sus pobres vidas.

    No me importa que el TIEMPO, con sus ansias de posesión y su avariento poder, trate de robarme estas palabras. No me preocupa que el TIEMPO, con su permanente obsesión de volver pasado todo lo que toca, se adueñe de este escrito. Yo, hice con agrado mi tarea diaria y la lancé, desde aquí, a la aventura de encontrar lectores, que la hagan presente, hasta que el glotón TIEMPO se las engulla, de nuevo y las lleve al dormido pasado. Para burlarme del TIEMPO, alejado de querer matarlo o pasar de él, haré como que lo olvido y empezaré a escribir de algo más entretenido y menos trascendente.

     Hasta entonces, no dejen de celebrar conmigo, todo los días del año, COMO EL PRIMER DÍA, DE RESTO DE NUESTRAS VIDAS.

domingo, 17 de marzo de 2019

A DUDAR, MANDAN

Domingo, 17 de marzo de 2019.

A 63 días…

LAS DUDAS

El río Guadalquivir
se quejaba una mañana:
me tengo que decidir
entre Cazorla y Doñana
y no sé cómo elegir.

     Esta quintilla de Rafael Alberti, como llave maestra, abre de par en par las puertas al monólogo de hoy, dedicado a las innumerables y provechosas DUDAS de todos los seres humanos.

     Si el Guadalquivir, gran río de Sevilla, sabia arteria de la capital andaluza, tiene DUDAS entre sus vocaciones marinera y serrana y se lamenta de sus indecisiones, ¿Qué será de nosotros? Insignificantes moradores de un diminuto planeta Tierra, a la deriva en un inmenso Universo, provocador de infinitas DUDAS sobre su principio, su ser, su estar y su final.

     Los hombres, a nuestro pesar, andamos por la vida sumergidos en mares de DUDAS. Y si no aprendemos a navegar con ellas, terminaremos convertidos en torpes, desgraciados y finiquitados náufragos.

     Los hombres, sin proponérnoslo, nos movemos por la vida en compañía de dos inseparables compañeras: la certeza y la incertidumbre.  Las certezas, en el imparable correr del tiempo nos van abandonando o se truecan en inevitables DUDAS. Quedándonos, al final del recorrido vital, una única, insalvable e intransferible certeza: la del último viaje terrenal, la de la indeseada muerte. Por otro lado, las incertidumbres, como margaritas cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar, crecen con los años en las mentes humanas, hasta que descubrimos la gran DUDA de la vida, que es, el no poder saber hoy de que estará hecho el día de mañana, a pesar de la proliferación exagerada, en los tiempos del hoy, que más que correr, vuelan, de numerosos, insufribles y embaucadores videntes.

     Los hombres, más acostumbrados a separar que a unir, a agruparse en absurdas banderías; en el tema de las DUDAS, también toman su partido a la hora de bendecir o maldecir a éstas. Los pesimistas, negadores de cualquier bondad del DUDAR, consideran a éstas como las causantes de todos los fracasos humanos. Los optimistas, por el contrario, mantienen que las DUDAS son el principio de la sabiduría, que son las escuelas de la verdad, que el hombre que DUDA piensa y que el que más sabe, más duda y, el que nada DUDA, nada sabe.

     En mi papel de aprendiz de juglar, que se asoma, a diario, al grato mirador de Calabuig2, DUDO de haber acertado a la hora de escoger la DUDA como tema del monólogo de hoy y DUDO igualmente de todo lo expuesto en este breve comentario.

     A pesar de ello, pienso que la verdad es siempre luz y que las DUDAS son siempre sombras. Que siempre que hay luz, hay sombras. Y me pregunto: ¿Dejaré de amar la luz porque produce sombras? Nunca.

     En el amplísimo e informal catálogo de las DUDAS, las encontramos de todas las clases y de todos los tamaños. Las hay existenciales, elevadas y profundas. Sirvan de ejemplos las DUDAS de la mayoría de los humanos en el más allá, en lo que nos aguarda después de la inevitable muerte, o en el creador de este maravilloso universo, en su origen, en su finita o infinita existencia. Las hay justificadas y razonables, caminando junto a otras DUDAS absurdas e irracionales. Hay DUDAS en el amor que, con demasiada frecuencia, son la antesala de los nefastos celos y propician, en muchas ocasiones, la destrucción de los más grandes amores. Hay irreparables DUDAS deportivas que ocasionan inesperadas derrotas (Pregunten a los seguidores del Real Madrid sobre su aciaga temporada) Hay DUDAS nimias e infantiles, como DUDAR del día o de la noche, de la grandeza e importancia del regalo de la vida, de los necesarios animales, de la belleza de las plantas, etc. Hay DUDAS destructoras y DUDAS benditas, convertidas en insustituible carburante del imparable progreso humano.

    Por todo lo anterior y por otras muchas razones, aprendamos a convivir con las DUDAS, ejercitémonos en dominarlas y en sacar el mayor provecho de su obligada compañía.

     Y para terminar, DUDANDO de su oportunidad o no, me atrevo a regalarles unos pocos versos sobre...

LAS DUDAS

El hombre inventó la DUDA,
en los albores del tiempo,
para encontrar la verdad,
motor de sabio progreso,
y se puso a practicar,
con entusiasmo y empeño,
DUDAS de todas las clases,
buscando algo verdadero.
Con el paso de los días,
las DUDAS fueron creciendo
en las mentes de los hombres,
en sus torpes pensamientos,
adueñándose muy pronto
de sus almas de sus cuerpos,
dejando cuerpos y almas
sumidos en desconciertos.

Las DUDAS viven contentas,
armando grandes revuelos,
entre los que mucho saben,
entre los que saben menos,
y se sientes satisfechas
de sus legiones de adeptos
que no DUDAN en dudar,
en mundo bastante incierto,
de lo bueno, de lo malo,
de lo grande y lo pequeño.
Y a pesar de nuestras DUDAS,
y que sirva de consuelo,
será bueno enumerar,
con estos sencillos versos,
a los hombres atrapados
en las DUDAS del barquero,
empeñado en navegar
en mil frágiles veleros,
sin saber si llegará
a atracar en feliz puerto.

DUDA el pobre, en su miseria,
despreciando a ser supremo.
DUDA el rico, en su riqueza.
mirando el sucio dinero.
DUDA el grande en su poder,
DUDAN los humanos fieros.
El creyente busca Dios,
lo pone el DUDA el ateo.
DUDA el Papa, DUDA el Rey,
los bonitos y los feos.
Nadie puede liberarse,
en un mundo tan enfermo,
de sanas incertidumbres,
de indecisiones llenos,
de nuestra amiga la DUDA,
para lo malo y lo bueno,
compañera de los hombres,
gran dama del universo.

sábado, 16 de marzo de 2019

¿A DÓNDE VAIS, PALABRAS?

Sábado, 16 de marzo de 2019.

A una semana justa de “OCTOGENARIOS SOMOS” por la gracia de DIOS.
A 64 días… ¡Cómo corre el tiempo, con cuánta prisa, caminamos, Maestro!


LAS PALABRAS


     Sin estigmas de hijo pródigo, vuelvo a ésta, mi casa y retomo la tarea de asomarme a los Alcores, para monologar en voz alta sobre lo cercano y lo alejado, sobre lo trascendente y lo nimio, sobre las miserias humanas y las grandezas del hombre, sobre las luces y las sombras que merodean por nuestro pueblo, El Viso. Todo ello bajo la perspectiva de unos subjetivos cristales de mirar, ver, entender y reflexionar sobre unos retazos de vida propios y ajenos. Alejado siempre de verdades absolutas, de absurdos dogmatismos, de magistrales lecciones y de consejos ejemplarizantes.

     Después de breve abandono y olvido de mi entrañable amigo el Diccionario, vuelvo a Él, por necesidad, ya que nadie, en este Planeta que habitamos, sabe tanto del tema escogido, LAS PALABRAS.

     Hoy, con PALABRAS, escribo de las PALABRAS. En especial de la PALABRA hablada, e inevitablemente, con muchos de vosotros, nos preguntaremos: ¿Dónde, física y metafísicamente, viven y van las PALABRAS antes y después de ser pronunciadas? Consciente e inconscientemente, arrastrado por mi condición de Maestro de Escuela jubilado y, a la par, jubiloso, enumeraré, en primer lugar, los diversos significados y las muchas expresiones existentes del vocablo PALABRA.

     Los padres de la PALABRA fueron el latino PARABOLAM y el griego PARABOLË, con el común significado de alegoría. Y alegoría es una ficción en virtud de la cual una cosa representa a otra.

    ¿Qué son, por tanto, las PALABRAS? Las PALABRAS son sonidos o conjuntos de sonidos que representan un ser o una idea y, también son las PALABRAS, letras o conjuntos de letras que representan esos sonidos. La PALABRA, rica en significados, no sólo se queda en representar seres o ideas, que ya es importante, sino que se enriquecen y nos enriquecen con expresiones como: “Dar o cumplir la PALABRA.” Promesa basada en el honor pero privada de obligación jurídica.  “Tener PALABRA.” Fidelidad a la promesa. “PALABRA de rey.” Garantía y aval de lo prometido. “Beberse, tragarse o comerse las PALABRAS.” En resumen, callarse. “Coger o tomar  la PALABRA.” Para no permitir vuelta atrás en lo prometido. “Dar la PALABRA.” Conceder el uso de ella en un debate. “Empeñar la PALABRA.” Comprometerse. “Dejar a alguien con la PALABRA en la boca.” Marcharse sin escuchar mientras otro habla. “De PALABRA.” no escrito. “En dos PALABRAS.” De forma breve. “Escaparse alguna PALABRA.” Síntoma de descuido, del que muchas veces nos arrepentimos. “Llevar la PALABRA.” Hablar en nombre de otros. Y otras muchas, como: “Mantener la PALABRA.”, “Medir las PALABRAS.”, “No decir ni PALABRA.”, “No tener PALABRA.”, “!PALABRA de honor!”, “Pedir la PALABRA.”, “!Santa PALABRA!”, “Tuvo unas PALABRAS.” Y, entre otras muchas más, “Tener la última PALABRA.”

     Junto a estas expresiones, por todos conocidas, aparecen diferentes clases de PALABRAS: Simples, compuestas, primitivas, derivadas, híbridas, populares, cultas, de ley, cruzadas, mayores, menores, etc. Y para concluir este ejercicio lingüístico, diré que la PALABRA, en su largo, necesario e importantísimo estar con nosotros, parió otras muchas PALABRAS. Hijas de ésta que con asiduidad empleamos. Como: Palabreja, palabra rara, difícil o graciosa; Palabrería, uso y abuso de palabras vanas y sin sentido; Palabritas, generalmente ofensivas o de doble intención. Palabrotas, tacos o insultos groseros. Hasta aquí, mi visita y encuentro con el Diccionario.

     Ahora busco respuestas a las preguntas enunciadas con anterioridad. ¿Dónde viven las PALABRAS? Y ¿A dónde van las PALABRAS después de ser pronunciadas? Hay dos lugares preferidos por las PALABRAS para vivir. Son las Bibliotecas y las mentes humanas. En las primeras, las PALABRAS grabadas o escritas permanecen encarceladas en los libros y documentos, a la espera de ser rescatadas y absorbidas por humanos lectores; y en las segundas, las mentes de los hombres, se desconocen los recovecos y los recónditos lugares donde se encuentran almacenadas, y mucho más difícil resulta, saber cómo fluyen, afloran y, a veces, como se resisten a ser usadas. Además de estos preferentes lugares, las PALABRAS moran en cualquier lugar de éste, nuestro planeta Tierra. Vestidas de sonoro decir o de silente grabado.

     Y, repregunto de nuevo: ¿A dónde van las PALABRAS, después de pronunciadas? y la respuesta se vuelve esquiva y se le suman nuevas preguntas de más difícil respuesta. ¿Estarán revoloteando invisibles a nuestro alrededor?, ¿Desaparecerán por y para siempre?, ¿Estarán ocultas junto a nosotros viendo sonrojadas como las mal usamos y como nos desdecimos “camaleónicamente” de lo que decimos?, ¿Tendrán como nosotros, los hombres, esperanzas futuras de su buen uso y de la desaparición de tantas  torres de “Babel”, claros muros de separación y de falta de entendimiento entre los humanos? Sumido en crasa ignorancia, incapaz de resolver tantos enigmas, me refugio en la osadía de terminar este monólogo con un breve romance titulado:

¿A DÓNDE VAN LA PALABRAS?

 ¿A dónde van las palabras
que los humanos emplean,
cuando, en hablar se entretienen,
cuando cantan, cuando rezan.

¿En qué lugar se esconden?
¿Dónde se refugian éstas?
Después de ser pronunciadas
y por terso aires vuelan.
¿Qué buscan palabras dichas?
¿Qué les pasa a todas ellas?
que cuando son empleadas
se marchan sin dejar huellas.
Las palabras lleva el viento
cuando al hombre le interesa
y por ello las grabamos
con prisa o delicadeza,
para poder conservarlas,
porque nos gusta tenerlas.
Y los humanos vestidos
de escritores y poetas,
para guardar las palabras
gráciles arca inventan
que, con celo,  se custodian
en curiosas bibliotecas,
públicas, particulares,
como los hombres la quieran.
Del catálogo de vientos,
dibujado en bella estrella,
sólo existen dos de aquellos
que aromados de tristezas,
raptan palabras escritas
y a la nada se la entregan.
Son el viento del olvido
y el de la ciega pereza.
Con osado atrevimiento
a los pies de horas serenas,
yo fui grabando palabras
en primerizos poemas
que guardé en romanceros
de longevidad incierta,
sin importarme los vientos
del olvido y la pereza.
Y si el tiempo me permite,
atado a locura eterna,
seguiré en mi caminar
por comprometida senda.
Amante de escritos versos,
de olvidadas rimas viejas,
de las silentes estancias
y de las poesías bellas.
Y cuando haya terminado
querida y firme tarea,
con tintas de anonimato,
de sombras y luces llenas,
gozaré placer efímero,
purgaré dura condena,
por encerrar las palabras
en diez pretenciosas celdas,
cerradas a cal y canto
en modesta biblioteca.
Liberemos las palabras
y  nuestras almas con ellas,
que los tantanes del tiempo
anuncian la oscura nueva:
Que no existe libertad
sí la palabra esta presa.

¿A dónde van las Palabras
que los humanos emplean,
cuando, en hablar se entretienen,
cuando cantan, cuando rezan?