AÑORANZA OCTAVA
“Poco importa la muerte de un marinero anónimo"
Pedro, marinero anclado,
reciclado en firme tierra,
camina envuelto en recuerdos,
royendo su negra pena,
pena de arena y de sal,
pena de dura condena.
Con cansino caminar
va dibujando en la arena,
sin apenas cuenta darse,
claras y profundas huellas
que, en un breve suspirar,
el mar, con suma destreza,
las borra del orillar
sin dejar señales de ellas.
Pedro, silente marino,
varado en tortuosa tierra,
derrama sobre la mar
miradas de honda tristeza
y unas lágrimas rebeldes
recorren su tez morena,
cayendo junto a sus pies
con una cadencia lenta,
creando frágil collar
con las efímeras perlas.
Pedro, de la mar hermano,
mal amigo de la tierra,
con incontenible rabia
y con rotunda firmeza
maldice la malaya hora
en que, con dura fiereza,
lo desgajaron del mar
hundiéndolo en las tinieblas
de un caminar alejado
de la vida marinera.
No hay consuelo dentro de él,
ni esperanza en su alma, queda.
Sus pensamientos caminan
por torpes y oscuras sendas.
reciclado en firme tierra,
camina envuelto en recuerdos,
royendo su negra pena,
pena de arena y de sal,
pena de dura condena.
Con cansino caminar
va dibujando en la arena,
sin apenas cuenta darse,
claras y profundas huellas
que, en un breve suspirar,
el mar, con suma destreza,
las borra del orillar
sin dejar señales de ellas.
Pedro, silente marino,
varado en tortuosa tierra,
derrama sobre la mar
miradas de honda tristeza
y unas lágrimas rebeldes
recorren su tez morena,
cayendo junto a sus pies
con una cadencia lenta,
creando frágil collar
con las efímeras perlas.
Pedro, de la mar hermano,
mal amigo de la tierra,
con incontenible rabia
y con rotunda firmeza
maldice la malaya hora
en que, con dura fiereza,
lo desgajaron del mar
hundiéndolo en las tinieblas
de un caminar alejado
de la vida marinera.
No hay consuelo dentro de él,
ni esperanza en su alma, queda.
Sus pensamientos caminan
por torpes y oscuras sendas.
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