Lunes, 6 de mayo de 2019.
A 18 días de las BODAS DE ORO
PRIMERA COMUNIÓN DE DIEGO. VIAJE OBLIGADO A MARBELLA
Sin hacer ruido para no despertar a la parienta antes de lo programado, me dispuse a completar el relleno de la pequeña maleta que, para la brevedad del viaje, era más que suficiente y sobrada de espacio.
El programa había que cumplirlo y en numeroso grupo familiar nos dirigimos a la iglesia de “La Virgen Madre” con tiempo más que suficiente para, incluso, podernos tomar un café con sus correspondientes tostaditas. Ya dentro del templo, bastante amplio y moderno, nos dispusimos a disfrutar, cada uno a su aire y buen entender, la ceremonia religiosa de la Primera Comunión de Diego y sus amigos. A lo largo y ancho de la misma tuvimos tiempo de comprobar el buen trabajo de las catequistas en lo referido a la teatralidad y desarrollo de la misma. Un cura bastante mayor que, en la homilía, ofreció a los pequeños comulgantes la posibilidad de ser la liebre o la tortuga del famoso cuento de la carrera entre ambos. A destacar los cantos del coro de la iglesia y el buen comportamiento de los pequeños en sus lecturas individuales y sus ofrendas. Diego, el nuestro, lo pasó bastante mal, teniendo Diego padre que sacarlo, después de recibir la comunión, de la iglesia y llevarlo al baño de un bar próximo para evitar males mayores. Volvió algo aliviado y pudo reintegrarse al grupo infantil de comulgantes hasta el final de la ceremonia.
Las estampas recordatorias de todo tipo y tamaño, destacando la de un servidor (modestia aparte)
Tuvimos que esperar poco, antes de dirigirnos al lugar de la celebración. Lugar increíble, rodeado de cierto misterio. Espectacular y acogedor en su interior y fuera de serie en su exterior. De testigo y notario mayor, el mar, rompiéndose pacífico sobre su orillar de pequeñas piedras y grandes rocas. Monotonía sonora en su pacífico ronroneo y olor a mar, mar. Frente a él, otro mar de verde y cuidado césped, donde estaban las espectaculares mesas (de comensales mayores y pequeños) ornamentadas con un muy exquisito gusto y arte. La comida super buena, el servicio muy profesional y muy agradable. Así da gusto. El ambiente muy bueno, fuera de lo común o corriente, el grupito flamenco de jóvenes cumplió, aunque le queda mucho por aprender, tiempo tienen. El burlón tiempo, poco a poco, va menguando imparable la longitud temporal del festejo, lo que no puede es birlarnos el buen ambiente creado entre todos, mayores y pequeños. Los bailes, las tonterías, imposibles si no hay “gimmais” y otras espiritosas bebidas, el canturreo, la rota excepcionalidad del baile de Laura, el auge de los juegos infantiles (sin la participación del pobre Diego, el homenajeado, pasándolo fatal) y para culmen, la aparición de la Policía local, desconociendo el motivo de su interrogatorio a algunos de los asistentes y a la organizadora del evento, como algo similar a lo narrado en las obras de Agatha Christie, rodeadas siempre de misterios. En resumen, todo perfecto, desde principio a fin.
Al final de la fiesta, como siempre, peticiones insistentes y llantos de los pequeños para determinar quién se va con quién, quién se queda con quién entre los bien avenidos primos. Nosotros al hotel Sol Meliá, rondando la noche, para acomodarnos y cenar (a comer de nuevo)
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