27.- LAS HORITAS DEL MES DE JULIO
¡A la una, moruna!
Le canté a la Luna,
bella serenata
de leche con nata.
¡A las dos, benditas!
Escuché en la ermita
dos grandes suspiros
de vinagre y vino.
¡A las tres, gitanas!
Vi por la ventana
tres burros volando,
de papel y trapo.
¡A las cuatro, en punto!
Le dije yo al mundo,
cuatro palabritas
de sal y azuquita.
¡A las cinco, granas!
Te daré, mi dama,
cinco grandes besos,
con pan y queso.
¡A las seis, hermanos!
Yo tendré en mis manos
seis hermosas piedras
de la antigua Grecia.
¡A las siete, ancladas!
Tomaré prestadas
siete calaveras
de nácar y cera.
¡A las ocho, justas!
Encontré en la ducha
ocho churumbeles
de palmas lereles.
¡A las nueve, rasas!
Durmieron en casa
nueve soldaditos
de plomo fundido.
¡A las diez, contentas!
Para la merienda,
diez panes bien tiernos
de trigo y centeno.
¡A las once, prestas!
Buscaré en la huerta
once florecillas
de menta y de tila.
¡A las doce, eternas!
Sonaron con fuerza,
doce campanadas
de harina tostada.
Y estas son las horas,
horitas donosas,
que Julio cantaba
todas las mañanas.
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