sábado, 29 de enero de 2022

NUESTROS DIBUJOS

                        Seguimos hoy con nuestros chistes deportivos realizados con motivo de la Olimpiada de Tokio del año 1964, acudiendo al conocido como deporte rey, al fútbol y con una situación inusual a simple vista. 

                        Es algo habitual que los aficionados cuando su equipo pierde en casa, por mor de un gol en los últimos minutos, con el colista de la clasificación además, y de penalty, busquen inmediatamente al culpable de turno, que casi siempre recae en la figura del trencilla...Cosa que se va perpetuando en los que sobrepasan, sobre todo, las líneas rojas de los meros seguidores o aficionados de un club y se han convertido en energúmenos e incontrolados fans, que son capaces incluso antes de que empiecen los encuentros de derramar toda clase de insultos sobre el señor de negro, acordándose de su santa madre con calificativos que no tienen nada que ver con la santidad.

                        Por ello, y de esta experiencia vivida uno nunca se puede olvidar. Jugaban en el viejo Los Carmenes, el Granada contra los Leones de San Mames, y nada más pisar el césped el arbitro, desde la zona de Preferencia aprovechando quizás el único silencio del momento, un vozarrón  brotó en forma de especial saludo para él. Tan sólo cuatro palabras dispararon sus pulmones:  "¡Árbitro, hijo de puta!".

                        Y se quedó tan pancho el tío con su desahogo...Un amigo nuestro, en voz baja y para que no lo oyera, nos comentó, que aquel individuo no era un patán cualquiera, analfabeto y mal hablado ignorante, sino que ejercía su docencia en la Universidad  de Granada. 


                    El remate es impresionante, el guardameta no pudo hacer nada por evitar el gol: pero no deja de ser cierto que el humor gráfico es cosa bastante seria.

                    Uno piensa entonces, ¿que habría hecho aquel ilustre aficionado si un golazo como este hubiera servido para que ganaran los del Atlético de Bilbao a su Granada? Seguro que si con este tanto el de negro le daba la victoria a los suyos, se buscaría un montón de excusas para justificarlo, llegando al absurdo de señalar que le dio sin querer... 

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