lunes, 27 de septiembre de 2021

RECUERDOS DE LA MELILLA MODERNISTA

 


            Dicen algunos entendidos en la materia  que Melilla es una de las ciudades con más muestras del modernismo en España. Cuando has nacido y vivido en un entorno así lo ves como algo natural, como si no despertara tu atención; tendrán entonces que venir los de fuera para sorprenderse de tanta riqueza arquitectónica que  encierra nuestra Patria Chica, y abrirnos los ojos y nuestras entendederas; porque así somos los humanos, de no saber valorar lo nuestro, y en este ranking nosotros ocupamos un lugar bien destacado. Hace unos cinco o seis años que con motivo de una de nuestras exposiciones en la ciudad que nos vio nacer y en la que rompiendo tópicos algo tenemos de "profetas", nos acompañaron un grupo de amigos de El Viso y de Sevilla, no por lo de la exposición, sino por nuestro interés en que conocieran la ciudad, y quedaron gratamente impresionados de todo lo que vieron. El paseo por su centro despertó su admiración en torno a este estilo de arquitectura lleno de encantos y que encontraban en la mayoría de las edificaciones; hasta tal punto de que alguno señalara que estos rincones de Melilla eran un museo al aire libre de dicha manifestación artística. Pero es que esto no era fruto de la casualidad, sino debido a la estancia en nuestra ciudad de uno de los discípulos del genial Gaudí, que creó escuela aquí, ejerciendo su profesión, que era la de arquitecto, y cuya estatua, como un viajante más preside la entrada de la principal arteria de la ciudad, a tamaño natural, confundiéndose con todo el que la visita. Y que era y es Enrique Nieto.    

            Pero además, este dibujo tiene su pequeña anécdota, cosa muy recurrente para los que ya tenemos muchos años y nos agrada contar las batallitas. se casa una hija de nuestra sobrina y nos pide que le dibujemos un ventanal modernista de los innumerables que existen en Melilla; entre varias ofertas nos inclinamos por este, que se encuentra además algo alejado del centro. Y cuando se lo entregamos, sorprendidos ellos y nosotros, pues se trata de la primera vivienda que ellos habían habitado, recién casados, hacia la friolera cifra de unos veinticinco años.   

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