viernes, 18 de junio de 2021

VOLVIENDO A LA NIÑEZ, CON LÁPICES DE COLORES

 Entrega nº 93

DEL REVÉS

        Película estadounidense de animación por computadora en 3D, que se estrenó el 19 de junio de 2015, aunque antes se mostró en el 68 Festival de Cine de Cannes y que contó con una ovación al concluir de 8 minutos con todo el público asistente en pie.

         Riley Anderson, su protagonista, es una niña de 11 años que ve como su familia decide mudarse desde su idílico pueblo de Minnesota, en el medio oeste, a la enorme ciudad de San Francisco. Sus emociones deberán entonces lidiar con este cambio tan traumático.

         La cinta es una oda a la imaginación recomendable para todos los públicos y edades. Es un viaje alucinante al interior de la mente humana a través de sus emociones. La idea surgió de Pete Docter, que observó que su hija se enfrentaba a la parte turbulenta de hacerse mayor. Era su tercer largometraje y comenzó a trabajar en él 2009, cuando experimentó estos cambios de personalidad en ella. En su trama convierte en protagonistas a cinco emociones dándole formas humanas y que viven en el interior de Riley, siendo: la alegría, el miedo, la tristeza, el desagrado o asco y la furia o ira, que compiten en ellas para tomar el control de sus acciones cuando la pequeña se traslada desde Minnesota, con su familia, a vivir a San Francisco. De tal forma, que la adaptación a una nueva ciudad, a una nueva escuela y unos nuevos compañeros, no será sencilla para ella.

         La pequeña Riley tiene un crecimiento emocional bastante saludable, gracias a que la emoción que más predomina en ella es la alegría, que asegura que sea una niña optimista casi todo el tiempo. Su alegría hace que las demás emociones cumplan y que la acepten como dominante; menos la tristeza, que con su actitud pesimista pretender poner a Riley en conflicto con su alegría.

         Esta ha creado en la pequeña cinco pensamientos centrales: las bobadas, la amistad, el hockey, la honestidad y la familia.

         Sin embargo, todo cambia cuando su padre, por razones laborales, decide mudarse a San Francisco y la niña comienza a sufrir trastornos emocionales, poniendo a prueba el liderazgo de la alegría y su control sobre las otras emociones en su primer día de encontrarse en San Francisco, que por cierto le va muy mal. Y la cosa se acentúa en su presentación en la escuela, que trae consigo el que Alegría y Tristeza pelean y pasan por ello a la memoria de largo plazo.

En su ausencia, el miedo, el desagrado y la furia intentan hacer feliz a Riley, pero sólo consiguen aislarla de sus amigos y de la familia y llegue a comportarse de una manera cínica y temperamental, En esta situación va paulatinamente perdiendo sus pensamientos centrales, empezando por las islas de sus bobadas y la de la amistad, así como poco después por una insignificancia la de hockey; proponiéndole la furia que huya de su casa para crearle pensamientos felices de Minnesota, cosa que aceptan tanto el miedo como el desagrado; llevando a Riley a robar la tarjeta de crédito de su madre y compra un boleto de autobús para su huida, destruyendo así el cuarto pensamiento central, el de la honestidad y quedándole sólo el de la familia.

Por otra parte encontramos a Alegría y Tristeza tratando de escapar de la memoria a largo plazo y regresar al cuartel general, encontrándose con un amigo imaginario de Riley, Bing Bong que les ayudará. Pierden primero el tren del pensamiento que les llevaría allí y quedan atrapadas en los pensamientos abstractos. Lo intentan de nuevo, pero el tren deja de funcionar porque sólo lo hace cuando la niña está despierta, consiguen despertarla, pero la pequeña ya va en camino de emprender su huida en el autobús y ellas están a punto de caer en el basurero mental, donde serían destinadas al olvido.   

         Bueno, para qué seguir con todos estos líos que no dejan de ser harto interesantes, cuando lo mejor es que  si tenéis ocasión veáis la película, con lo que se cumplirá aquello que dicen algunos sabios de que vale más una imagen que mil palabras.

         Lo cierto es que Alegría y Tristeza conseguirán su objetivo de sacar a Riley de su oscuridad y que un año después sus emociones vuelven a trabajar de una manera más coherente y unificada, y en pleno inicio de la pubertad la encontraremos con nuevas islas de personalidad producidas por nuevos pensamientos centrales que resultan de combinaciones de múltiples emociones, volviendo a ser feliz.

         Terminar señalando que el director del film es Pete Docter, que fue producida por Pixar Animation Studios y distribuida por Walt Disney Pictures, que obtuvo un Oscar a la mejor película de animación, así como un Globo de Oro y el premio BAFTA, y con recaudación en origen y en el mundo en taquilla que superó los mil millones de dólares, ¡Casi nada, verdad?


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