martes, 18 de mayo de 2021

DESEMPOLVANDO EL ARCÓN DE NUESTROS RECUERDOS

 Entrega nº 3

Escapada a Melilla, invitados a la boda de Kuqui y Santi

(En memoria de nuestro “hermano” TEO)


  Tres meses han pasado ya desde que nuestro querido Teo se nos marchara de este, no sé cómo llamarlo, mundo, en búsqueda de ese más allá incierto y desconocido, que responde mágicamente a las creencias que cada cual tenga depositadas en él. Y hace poco menos de tres años que gozamos y compartimos con él un viaje a nuestra Melilla, acompañados de nuestras respectivas familias, con tan sólo dos ausencias notables, las de Helena y los suyos, porque Enma, su primer retoño, era muy pequeña, por una parte; y Ángel y su gente, porque Esther esperaba en fechas próximas el nacimiento de la que sería su segundo bebé, la sonriente Amèlie.    

    

     Bien se reflejaba en nuestros rostros la alegría del momento en que después de hacer el viaje desde El Viso del Alcor hasta la capital de la Costa del Sol, la internacional Málaga, en varios vehículos que dejamos en el parking del aeropuerto, y después de una larga espera, nos vimos en el pasillo que llevaba a la pista donde se encontraba el avión de Iberia que nos llevaría a nuestro destino y en el fondo del “selfi” podíamos ver a nuestro Teo.

        Y ya en suelo africano, después de un rápido vuelo sin incidente alguno nos encontramos en nuestra patria chica, la que nos vio nacer a los repetidos y la que a veces añoramos por mor de la distancia, los familiares y por la multitud de recuerdos.


        En estos viajes tan cortos en el tiempo y tratándose de nuestros sobrinos, los que fueron como nuestros hermanos menores, José  Ángel y Marimel, todo está programado y además bien. Dejando los equipajes en el Hotel, descansando un poco y con una ducha refrescante nos preparamos para nuestra primera salida, en hora ya casi nocturna, andando y por el Paseo Marítimo dedicado a hombre ilustre de Melilla, Mir Berlanga, y buscando el restaurante Wasabi, donde nos tienen preparada una informal cena, buena idea es aceptar una instantánea para el recuerdo.

        En la mañana del siguiente día será la ceremonia religiosa de Kuqui y Santi, en la Iglesia Castrense, que se encuentra a un centenar de metros del Hotel Rusadir, donde nos alojamos, por lo que no son necesarias las prisas. Como Santi es un excelente surfista sus compañeros de esta actividad deportiva con sus tablas preparan una arcada a la entrada de la misma, que reemplazan las espadas típicas de otras ceremonias de militares. Y de nuevo son muchas las fotos que se lanzan en la misma puerta del templo, pudiendo ver a nuestro Teo en algunas de ellas y con los suyos más cercanos.

      La celebración se lleva a cabo en el restaurante “El Quinto Pino”, no por aquello de estar lejos, que lo está, pues la finca se encuentra en la misma raya del término con Marruecos, a la sombra del Gurugú y en casi las mismas puertas del aeropuerto, sino porque así lo quiso su dueño. Y era propio, por su originalidad el dejar la foto del lugar para el rincón en donde los recién casados en otra demostraban a todos su amor y siendo como testigo de ello, su pequeñin LUCAS.


    Y nada mejor para terminar esta reseña que concluirla con otra degustación gastronómica en el Club La Amistad, al que ya conocíamos, porque nuestro sobrino es habitual del chiringuito de Manuel, en la misma playa y con una carta variadísima de, como se dice ahora, “exquisiteces”, donde no faltaban los mariscos y buenos pescados, ni los dulces propios del lugar ni el té. Y con nuestro “hermano” TEO en primera línea.  

 

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