lunes, 17 de mayo de 2021

QUINCE MINICUENTOS DE MI NIETA ADELA

 Entrega nº 9

         Aunque todavía queda mucho para la Navidad he querido respetar el orden suyo de su publicación y como se trata de un sueño que ella tuvo, que no sabe de fechas ni de enmiendas, como todos los sueños, es algo que puede ocurrir sin atenerse al calendario y menos mal, que aunque tuvo que ponerse seria una vez en la vida, las figuritas de su Belén, el de su sueño, le hicieron caso. 

La magia de la NAVIDAD 

         Hola, chicos.

         Hoy os voy a contar una historia que soñé, pero antes os voy a decir algunas cosas acerca del Niño Jesús, que seguro que la sabéis, que nació en el año cero, que su padre era carpintero, su madre la Virgen María y que murió en una cruz cuando tenía treinta y tres años.

         Bueno, ahora ya os dejo con mi sueño.

         Este que yo tuve comenzó el día ocho de diciembre, el día que pusimos nuestro Belén y el Árbol en mi casa porque era el tiempo de la Navidad.

         El día siguiente lo pasé muy normal, pero al anochecer miré hacia donde habíamos colocado el Nacimiento y…

         ¡Qué sorpresa!

         ¡No estaban las figuras en él!

         Se fueron con miedo porque habían creído que estaban en el reino de Herodes.

         Fui enseguida a buscarlas, pero me costó mucho el dar con ellas. Para encontrarlas seguí la estrella fugaz como en la historia, la que siguieron los Reyes Magos y por fin las encontré, diciéndoles con algo de enfado que se colocaran cada una en el sitio donde yo las había colocado en el Belén, haciéndome caso inmediatamente.

         Y cuando me vine a dar cuenta, al despertarme, resultó que todo había sido un sueño. Me levanté y fui al lugar donde habíamos puesto el Belén, lo miré y vi que todas las figuras estaban allí,  no faltaba ninguna y la estrella permanecía en su sitio.

         De pronto sentí un ruido que venía de la cocina y hasta me pareció oír unos villancicos que procedían del mismo lugar.

         Al llegar a ella me llevé otra sorpresa, esta de verdad, al encontrarme con un Belén viviente.

         Mi padre se había puesto unas barbas y una túnica, disfrazándose de San José, la Virgen era mi madre y mi hermana pequeña, a la que habían puesto en una cuna era el Niño Jesús. Claro que había muchos familiares más, unos vestidos de Reyes Magos y otros de pastores y así celebramos aquella Navidad de una forma especial.

         Siempre tuve la creencia de que aquel sueño que yo tuve fue uno de los mejores de mi vida, porque aquel año en mi casa en lugar de uno existieron dos Belenes, el que montaron mis padres y el que yo monté.

         Y COLORÍN, COLORÓN, este sueño nunca se acabó.

 

Cuentos de Adela – Nº 10

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