Entrega nº 9
Aunque todavía queda mucho para la Navidad he querido respetar el orden suyo de su publicación y como se trata de un sueño que ella tuvo, que no sabe de fechas ni de enmiendas, como todos los sueños, es algo que puede ocurrir sin atenerse al calendario y menos mal, que aunque tuvo que ponerse seria una vez en la vida, las figuritas de su Belén, el de su sueño, le hicieron caso.
La magia de la NAVIDAD
Hola, chicos.
Hoy os voy a contar una historia que
soñé, pero antes os voy a decir algunas cosas acerca del Niño Jesús, que seguro
que la sabéis, que nació en el año cero, que su padre era carpintero, su madre
la Virgen María y que murió en una cruz cuando tenía treinta y tres años.
Bueno, ahora ya os dejo con mi sueño.
Este que yo tuve comenzó el día ocho de
diciembre, el día que pusimos nuestro Belén y el Árbol en mi casa porque era el
tiempo de la Navidad.
El día siguiente lo pasé muy normal,
pero al anochecer miré hacia donde habíamos colocado el Nacimiento y…
¡Qué sorpresa!
¡No estaban las figuras en él!
Se fueron con miedo porque habían
creído que estaban en el reino de Herodes.
Fui enseguida a buscarlas, pero me
costó mucho el dar con ellas. Para encontrarlas seguí la estrella fugaz como en
la historia, la que siguieron los Reyes Magos y por fin las encontré,
diciéndoles con algo de enfado que se colocaran cada una en el sitio donde yo
las había colocado en el Belén, haciéndome caso inmediatamente.
Y cuando me vine a dar cuenta, al
despertarme, resultó que todo había sido un sueño. Me levanté y fui al lugar
donde habíamos puesto el Belén, lo miré y vi que todas las figuras estaban
allí, no faltaba ninguna y la estrella permanecía
en su sitio.
De pronto sentí un ruido que venía de
la cocina y hasta me pareció oír unos villancicos que procedían del mismo
lugar.
Al llegar a ella me llevé otra
sorpresa, esta de verdad, al encontrarme con un Belén viviente.
Mi padre se había puesto unas barbas y
una túnica, disfrazándose de San José, la Virgen era mi madre y mi hermana
pequeña, a la que habían puesto en una cuna era el Niño Jesús. Claro que había
muchos familiares más, unos vestidos de Reyes Magos y otros de pastores y así
celebramos aquella Navidad de una forma especial.
Siempre tuve la creencia de que aquel
sueño que yo tuve fue uno de los mejores de mi vida, porque aquel año en mi
casa en lugar de uno existieron dos Belenes, el que montaron mis padres y el
que yo monté.
Y COLORÍN, COLORÓN, este sueño nunca se
acabó.
Cuentos de Adela – Nº 10
No hay comentarios:
Publicar un comentario