sábado, 20 de octubre de 2018

Al rescate de Calabuig 2


Domingo, 5 de agosto de 2018.
A 291 días...

LA NANA DEL LICO, LICO, TRAS.
LA PERRITA CIEGA.


     Son ya varias las generaciones a las que, con gusto, les canté la nana  del “LICO, LICO,  TRAS”, tantas veces que, por repetida, fueron aprendidas por los oyentes. Desde su ignoto destino, Pepe, nuestro querido cuñado, transmisor e impulsor de la misma, se sentirá feliz por su, no olvidado, legado musical.

     Los hijos, mejor o peor, desafinados o entonados, se la cantan a sus hijos, nuestros nietos; y estos, los mayores, practican con sus hermanos pequeños. Los abuelos, orgullosos mantenedores del musical juego, lo practican con todos, convirtiendo a “ULDEVAU”, TABLAETA, PUÑONÉ Y TIJERETA, en buscados personajes de una sencilla historia en la que hay que adivinar la oculta figura creada con la mano. Uldevau es un círculo  generado con los dedos indice y pulgar; Tablaeta se consigue con la mano y los dedos extendidos a modo de tabla; Puñoné  es el puño cerrado y Tijereta, con los dedos índice y corazón extendidos y en movimiento como si estuviéremos cortando algo.

     Martina y Alejandra, todavía consumidoras de inocentes juegos, practican, de vez en cuando, el “Lico, Lico, Tras”. Diego, Clemente y Valentina  son expertos. Los últimos en “oirlo” sin capacidad de jugarlo, son Emma y Ángel. Este último, con menos de tres meses, se ríe al escuchar la nana.

     Por la rama  de mi  hermano Pepe, crecen los practicantes de este fácil juego y creemos que entre uno y otro y su descendencia, hay madera para quemar muchas horas de juego.

     Gracias a Pepe,  a la constancia de mi hermano y  el empeño mío, el “LICO, LICO, TRAS” esta vivo y mientras quede gente menuda, seguirá vivo. ¿Echamos una  manita?

Lico, lico, tras,
cuántos  años hay detrás,
Uldevau Tablaeta,
Puñoné y Tijereta.
¿Qué es?
Tijereta
Te has engañado,
que era puñoné.
¡Ja, ja, ja!


LA PERRITA CIEGA




    Gratificante paseo matutino, como de costumbre, después  de desayunar en casa. Auxi, sola por un lado y nosotros, en dirección  opuesta, no hubo encuentro. Según nuestro particular amigo “Endomondo” recorrimos cerca de seis kilómetros y  quemamos unos centenares de calorías, prontamente recuperadas.

     Si lo hubo a la hora de comer. Lo hicimos en su casa y por cierto, bastante bien, sobre todo Laura “Yegua de buena boca”, como casi todos nosotros.

     Entrada la tarde, con ningún agrado, los visueños tuvieron que volver a su feudo, El Viso del Alcor, con seguridad, con unos pocos (6 ó 7) grados más que aquí en Costa Ballena.
     Aunque parezca increíble, después de un mes viviendo en Costa Ballena, no nos hemos visto los “Repetidos”, los “Mellizos”, los Clemente”, los “Calabuig”, ni las respectivas familias. Hoy quedamos en vernos después de la misa del domingo en el entorno de la iglesia, a mitad del camino de nuestras respectivas viviendas. Pepe y Adela son fieles cumplidores de estas obligaciones católicas, nosotros, no.

     Nos saludamos como si hiciera “siglos” que no nos viéramos. Y decidimos “tomar unas copas”, como decimos por aquí, en cualquier lugar de la “Ballena”. En la llamada zona de Crevillé, encontramos  una mesa libre para cuatro, los que éramos. El establecimiento se llama “La Típica” , lugar reconvertido, para bien, de autoservicio a servicio de camareras. Comimos, bebimos y charlamos a gusto. Después de ello, Pepe nos acercó en su coche a nuestra casa, quedando en vernos con más frecuencia.

      Y es aquí donde empieza lo … no sé como llamarlo.  Fue un momento inhabitual, breve, totalmente infrecuente, sorprendente y, a la vez, sencillo, emotivo y trascendente. En el rellano, en el descanso de las escaleras de nuestros pisos (de Teo y Auxi y el nuestro) una preciosa perrita, bien cuidada, totalmente inmóvil, ajena a nosotros. Era como un objeto de cerámica de Lladró. La llamamos, nos acercamos a ella y ésta permanecía inmóvil, como pasando de nosotros. Nos dio por llamar a los vecinos (alquilados) de la puerta de enfrente a la nuestra. Salió un hombre que al ver a la perrita se sorprendió sobremanera, dio un grito y se echó las manos a la cabeza; detrás de él salió el resto de la familia, su mujer, un hijo y una hija que, igual que el padre, se sorprendieron al ver a la perrita. Por el dueño supimos que ésta estaba ciega de ahí su anormal comportamiento con nosotros. Un golpe recibido le produjo la ceguera. Lo que no llegaban a comprender es, como se salió de casa. La alegría de todos ellos fue grande y el agradecimiento hacia nosotros fue mayor. Sobre los brazos de sus dueños terminó el sencillo episodio de la PERRITA CIEGA.



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