EL CUENTO DE "EL DIABLO BUENA PERSONA" ( V )
LAS LÁGRIMAS LE LLEVAN A SU SOÑAR
Algo importante le está ocurriendo al diablillo. Algún cambio se está produciendo e su suer y todo parece responder a unas lágrimas que asoman en rostro de una talla de madera de una pequeña Virgen. Hecho poco frecuente, a no ser que por el exceso de humedad el agua se concentre y salga al exterior por casualidad por el orificio de los ojos.
Baja él sus ojos al suelo,
aquel rostro le emociona;
vuelve a levantar la vista
y una sonrisa le asoma,
como para decirle algo
que consuele su zozobra.
Se acerca más a la imagen,
dejando atrás a la moza,
ya no le tiemblan las piernas
y una ligera paz le brota
en el interior de su alma
al mirar a la madona.
Y comienza Kalika con una retahila de preguntas sin respuestas: ¿Es realidad lo que ve? ¿Cómo es posible que una imagen le sonría? ¿Ya se olvidó de la moza? ¿Acaso son alucinaciones? ¿Sigo todo respondiendo a su estado de locura?.
Yo guardo silencio, estoy enganchado a su relato y tampoco tengo prisa.
El rostro de aquella Virgen,
sin pedirlo él, le condona;
cada lágrima que cae
va lavando su derrota;
sin saber el porque de ello
a otro lugar le transporta,
que no es la tierra, ni infierno,
pero sí que en él se goza.
Yo pensaba - me indica Kalila categóricamente - que todo era debido a su estado de gran ofuscación. Vamos, que estaba loco como una regadera, que su cordura se había secado y que su mente andaba en las tinieblas de la locura.
Siéntase tras la columna,
su cabeza en ella apoya,
cierra sus pesados ojos
y una sonrisa le brota,
desapareciendo el rictus
que antes marcaba su boca.
Comienza a reírse de nada, ¿te das cuenta? - me pregunta el vagabundo - como hacen los locos, que pasan del llanto a la risa en un abrir y cerra de ojos.
El tiempo cree que no pasa,
los siglos son como las horas,
él no desea despertar
de esa apacible modorra.
Claro, esto es lo que le pasa al diablillo - señala Kalika con suficiencia - por su condición de espíritu puro; aunque caído en desgracia por su rebeldía y estar familiarizado con el hecho de la eternidad. Y evidentemente, como está amodorradito y a gusto, comenzará a soñar.
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