273 .- LOS PARQUES DE LONDRES
Venturoso el londinense,
envidia del forastero,
ante tanto bello parque,
ante jardines tan bellos.
Londres, ciudad encantada,
lorquiana estampa del verso,
verde que te quiero verde,
verde de verdores frescos,
reclamo de hermosos parques,
para redimirse en ellos,
para perderse en sus frondas,
para olvidarse del tiempo,
para inventar nuevas horas,
para libar sus silencios.
Praderas de verde césped,
nos invitan al paseo,
a la carrera, al retozo,
a los mágicos sesteos,
al deporte milenario,
al respiro, a los juegos;
jardines de excelsa flores,
parterres de aromas frescos,
despiertan en el usuario,
arco iris de requiebros;
oportunas arboledas,
bosques de soñado cuento,
puentes, pasajes y lagos,
agua de hermosos destellos,
patos y gansos lustrosos,
cisnes robados al cielo,
desvergonzadas ardillas,
exigiendo su sustento;
cientos de hamacas rayadas,
para solear el cuerpo,
cuando al sol le da por ir,
por esos húmedos predios,
templetes para la música,
quioscos para el refrigerio,
colocados en sus sitios,
por urbanistas expertos,
versados conservadores,
ilustrados jardineros,
papeleras por doquier,
impoluto siempre el suelo,
ni papeles, ni colillas,
ni un embase, ni un desecho,
la limpieza es duro dogma,
la limpieza es fiero credo.
¿Cuántos, soñar quisiéramos,
en unos cercanos tiempos,
con espacios, con jardines,
con parques limpios y bellos,
usados con devoción,
conservados con esmero,
como hace el londinense,
sea nativo o forastero,
con sus verdores amigos,
envidiados por mis versos?
envidia del forastero,
ante tanto bello parque,
ante jardines tan bellos.
Londres, ciudad encantada,
lorquiana estampa del verso,
verde que te quiero verde,
verde de verdores frescos,
reclamo de hermosos parques,
para redimirse en ellos,
para perderse en sus frondas,
para olvidarse del tiempo,
para inventar nuevas horas,
para libar sus silencios.
Praderas de verde césped,
nos invitan al paseo,
a la carrera, al retozo,
a los mágicos sesteos,
al deporte milenario,
al respiro, a los juegos;
jardines de excelsa flores,
parterres de aromas frescos,
despiertan en el usuario,
arco iris de requiebros;
oportunas arboledas,
bosques de soñado cuento,
puentes, pasajes y lagos,
agua de hermosos destellos,
patos y gansos lustrosos,
cisnes robados al cielo,
desvergonzadas ardillas,
exigiendo su sustento;
cientos de hamacas rayadas,
para solear el cuerpo,
cuando al sol le da por ir,
por esos húmedos predios,
templetes para la música,
quioscos para el refrigerio,
colocados en sus sitios,
por urbanistas expertos,
versados conservadores,
ilustrados jardineros,
papeleras por doquier,
impoluto siempre el suelo,
ni papeles, ni colillas,
ni un embase, ni un desecho,
la limpieza es duro dogma,
la limpieza es fiero credo.
¿Cuántos, soñar quisiéramos,
en unos cercanos tiempos,
con espacios, con jardines,
con parques limpios y bellos,
usados con devoción,
conservados con esmero,
como hace el londinense,
sea nativo o forastero,
con sus verdores amigos,
envidiados por mis versos?
Costa Ballena, 16 de Agosto de 2024
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