DOMINGO, DÍA 26 DE JULIO
LLORÉ DE INCOMPRENSIÓN
En todas las parejas bien avenidas existen momentos en que se cuecen habas, y yo, como pobre mortal no iba a ser una excepción en esta aventura del matrimonio. y no me duele decir que lloré en algunas ocasiones, y no por debilidad, pues al final hasta me sentí fortalecido. He llorado como un chiquillo, incluso delante de mis hijos. Perdí el control y la pagué con la puerta del mueble del fregadero,; pero creo que tenía razones para desahogar mi furia contra una madera o por medio de aquellas lágrimas.
Lloré por la incomprensión.
Es cierto que me olvidé mirar que había cacharros en el fregadero, que los debía de haber recogido porque tuve tiempo para ello y como nunca tuve anillos, no se me hubieran caído, por realizar esta tarea; pero no soporté el interrogatorio a que me vi sometido, como casi un delincuente. ¿A qué hora te has ido?, ¿A las nueve?... Entonces no has hecho nada en todo el día...
Ya al entrar nos había bronqueado, porque le traíamos tomates.
No echó cuenta del helado que le traje, ni del mensaje que le dejé, ni de mi llamada, ni incluso que no cené para venirme a casa...
Sin más comentario, cosas que pueden ocurrir en cualquier pareja; pues todo no es de color rosa; aunque tienen el aliciente que es mejor el momento de la reconciliación, sin lugar a dudas.

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