181 .- EL VENDEDOR DE SONRISAS
CAPÍTULO SEGUNDO
Completan su mobiliario
un conjunto de repisas,
que soportan desde siempre
un arcoíris de cajitas,
donde sus sonrisas guarda
el bueno del señor Villa,
que atiende a su clientela
sentado en modesta silla,
de aquellas que proliferan,
debajo de las sombrillas.
Además de vendedor
y experto en temas de risas,
título que consiguiera
en Facultad de Sevilla,
Villa es también Licenciado
y docto en Psicología,
que sirve para aplicar
de la forma más precisa,
a cada uno de sus clientes
la mejor de las sonrisas.
Siempre está llena de gente
su coqueta tiendecita,
de clientes entristecidos,
porque perdieron su risa,
de padres bien preocupados
por no saber reír su niña,
de aquellos otros, enfermos,
que a todas las horas, reían,
que necesitan ajustes
en su sistema de risas,
esos que desean cambiar
el tamaño de las mismas,
pasando de carcajadas,
que aveces son poco finas,
a sonidos muy ruidosos
haciéndolas más chiquitas,
o al contrario, por tornar,
las que suenan a ratitas,
por las otras más sonoras,
que contagian, las muy pillas;
de viejitos cascarrabias,
que quieren cambiar de vida,
de aquellos que reír no saben,
porque siempre tienen prisa,
de mujeres despechadas,
solteras y casaditas,
de hombres malhumorados
que sólo enojos respiran,
buscando lo que no tienen,
del buen humos, una pizca,
de señoras enlutadas,
que mal les trató la vida,
buscando en su soledad
un ramito de alegría,
que disimulen arrugas
con una tierna sonrisa.
El Viso del Alcor, 19 de Mayo de 2024




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