176 .- EL MEJOR VENDEDOR DEL MUNDO MUNDIAL
CAPÍTULO OCTAVO
Y cuando en el gran Mercado
se acabaron, compré un sitio,
donde plante muchas viñas,
atendidas por chinitos,
para seguir entintando
las pastas de aquellos libros,
que con el color tan rojo
se vendían como rosquillos.
Como eran tantos los textos,
uno para cada chino,
tuve que ocupar más gente
para cuidar mi campito,
el lagar y la bodega,
y el transporte del buen vino.
que vendíanse aún mejor
que aquellos extraños libros,
que nunca se terminaban,
como si fueran malditos,
por lo que llegué a odiarlos,
deseé tirarlos al río,
quemarlos en grande pira
hasta que con más fortunas
otros puedan distribuirlos.
Así que me olvide de ellos
y ahora sólo vendo vinos,
siendo para mí un placer
un siendo algo atrevido
de obsequiarles gratamente
un ejemplar exquisito
de uno de los más selectos
de los vinos que fabrico.
Y acercándose al Jurado
Io Wendi Muxo, el chino,
entregole a cada miembro
obsequio tan sorpresivo,
con ánimo de ganarse
la voluntad, con su vino,
de aquellos tipos tan serios,
justos, por todos tenidos,
pensando que por su óbolo
podrá ser el elegido.
El Viso del Alcor, 14 de Mayo de 2024
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