Apreciado José Antonio:
Han pasado sólo dos días dela presentación de tu "criatura" y no he dejado de pensar en muchos instantes, no exagero y creemé, en lo que has hecho; porque lo tuyo y además con una humildad que te engrandece como persona y artista, no ha sido un simple cartel de las fiestas de tu pueblo, sino un auténtico regalo en todos los aspectos.
¡Gracias por tu atrevimiento y osadía!
¿Sabes una cosa? Creo que has inventado, rompiendo moldes de antaño y de hoy, el "Cartel tridimensional" y has conseguido que las sombras sean sombras reales, de verdad, no pintadas, sin negar, por supuesto, el mérito a los que saben obtenerlas sobre una superficie plana.
Has conseguido igualmente que tu obra, a la que al principio llamaba criatura con todo lo que encierra este término y con toda la intención, no deje a nadie indiferente; en especial a los que tuvimos la fortuna de acompañarte en esta noche mágica para ti y los tuyos, que eran muchos, en la que descolgando el hermoso mantón que la cubría, le diste a luz, presentándola en sociedad; fruto y estoy seguro que habrá sido un parto nada fácil, que llevó un montón de horas, de saber buscar lo que querías, sin que faltaran momentos de alejamientos, de andar algo perdido..., hasta que diste en la tecla. Todo esto tú lo sabes mejor que nadie.
Pero yo, ahora, me atrevo a confesarme contigo, José Antonio, señalándote lo que yo viví, el cómo y lo que sentí. Ya había leído antes tus palabras y reflexiones acerca de lo que habías hecho, contadas en la Revista de Amigos de El Viso y me enfrenté a tu cartel, mas por ignorancia entre otras cuestiones y antes de contemplarlo, con ciertas dudas, porque eso de cartel en 3D no lo entendía bien... Y de pronto. te sigo contando, me quedé más que sorprendido, no quería perder ni un momento en dejar de observarlo. Como estaba en una esquina, mi visión no era de frente, estaba contemplando una exaltación de tu Cruz, sin timidez y hasta me atrevería a decir con descaro, y bajo el amparo de sus brazos, en relieve dos figuras que eran soportadas por un mantón, envueltas en un contraste de luces y tenues oscuridades, en complicidad muy conseguida y de una armonía brutal.
Sencilla y sinceramente me gustó. Sin embargo, de repente me apareció otra nueva duda, la de cómo quedaría esta obra de arte plasmada en una superficie plana y sentí el deseo de salir para que me dieran un ejemplar, que enrollado y lleno de curiosidad no lo vi hasta que llegué a mi hogar.
Y vuelvo a decirte varias cosas: la primera es que el objetivo principal de un cartel, por lo menos para mi corto entender, es el anuncio de algo importante, de un hecho o acontecimiento, como es en este caso y llamar la atención del observador, además de gozar más o menos de su visión, algo así como un imán que despierta una cierta atracción hacia lo que representa. Y creo, José Antonio, que lo has conseguido plenamente, porque la fiesta grande nuestra es la de la Cruz, que no pretende ser una feria más, y que así lo sienten y lo llevan a gala muchos visueños.
Lo último es que la cuestión de que tu cartel pueda gustar más o menos es otra historia. A mí me encantó y por ello te felicitó de corazón y reitero mis gracias por tu atrevimiento y por haber contribuido de forma muy directa en el florecimiento de algo tan importante para tu pueblo, que por muchas razones a estas alturas de mi vida lo siento también como algo mío.
¡Felicidades, José Antonio!
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