127 .- LAS VÍSPERAS DE SAN JUAN, SAN ANTÓN O DE LA INMACULADA ( VII )
Contemplando con gran sorpresa
como la niña Serafina
se detiene al pie de la hoguera.
Nada más llegar se arrodilla,
dejando con cuido en el suelo
la imagen de Juan, que es chiquita.
En un tris se ilumina el cielo,
con relámpagos en cadena,
a los que sigue gran trueno.
La niña parece que reza,
que a la imagen habla bajito,
de la que es la suya candela.
Ningún mortal aquello ha visto,
ya que el cielo de antes tan negro
tiene ahora un agujerito.
Por el santo Juan, bien abierto,
para que las aguas no viertan
sobre singular monumento.
Los gritos de niños despiertan
al ver que sobre su hoguerita
las aguas de lluvia no llegan.
Agradeciendo a Serafina,
la fe n simple objeto de barro,
por casi todos compartida.
Sin duda, apareció el milagro
en cosa de tan poca monta,
que muy pronto seria olvidado.
Esta historia se nos remonta
a cualquier tiempo vivido
en infancia de las que se añoran.
Tradiciones que se han perdido
y que nuestra imaginación,
con bellas galas, ha vestido.
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