LA GAVIOTA
menhir de efímero tiempo,
monolito de horas bajas,
pobre y triste monumento,
se poso la gran gaviota
de plumaje blanco y negro.
igual que un colosal cetro,
lanzó un agudo chillido,
para aliviar torvos miedos,
para anunciar a los mares,
a las brisas, a los vientos
a los cielos, a la tierra
y al paciente marinero,
su vuelta al cercano hoy,
su ya cumplido regreso.
doncella de altos vuelos,
quiso despertar al mundo,
con un sonoro aleteo,
¡Pobre alada criatura,
dama de utópicos sueños!
un diminuto siseo,
una meta conseguida,
un golpe certero y seco,
una muerte inesperada,
unas gotas de silencio
y aquella altiva gaviota,
yace sobre el fresco suelo.
grabé estos salinos versos,
inservibles personajes,
para el final de este cuento.
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