A los magos de Oriente le salió un competidor, que cada año que pasa les va ganando más adeptos. El gordinflón, con su bigote y barba blanca, bien poblados, y su tremendo aire de bonachón, con su gorro rojo y "ponpón" blanco de nieve, y muy bien abrigadito porque viene del Norte, del frío norteño que congela los alientos, cada vez tiene más pequeñajos en su lista de admiradores y demandantes de sus obsequios. Regalos que dejará al pie de los árboles de Navidad, que también juegan a competir con los tradicionales Nacimientos o Belenes de antaño y de siempre.
Eso sí, parece ser que han llegado a un acuerdo para no interferirse en sus apariciones, por lo menos de momento y así como este da la cara, aunque sea invisible, en la Nochebuena, esperando que el Gallo cante las doce y aparezcan sus dones el día de Navidad, entre sus sueños inquietos y felices no dejarán de oír su característico "JO,JO,JOOOO"...
En tanto que sus predecesores, con los galones de ser casi los primeros y sólo después de los pastores, en adorar a Jesús, realizan su agotador trabajo de hacer felices a un montón de niños en las vísperas de la Epifanía.
Dichosos los camellos que acompañan a estos, así como los renos que permiten su tarea a Papá Noel o a Santa Claus, su casi repetido.
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