jueves, 31 de agosto de 2023

EN EL DESPUÉS DE LAS BODAS DE ORO

                 PASEO POR EL BARRIO DE SANTA CRUZ Y HOTEL CASA 1800  

Jueves, 30 de mayo de 2019. 

 

                           UN MUY BUEN REGALO ( I )

 

             Todos los santos tienen octava y aunque esta octava haya tenido que esperar 50 años, como dice la canción: “MERECIÓ LA PENA”. 

           
            De aquel primer hotel, hoy desaparecido, de aquella primera Luna de Miel, solo quedan lejanos e imborrables recuerdos. Esperemos que esta repetición, este regalado bis, este grato sucedáneo de melosa Luna, sea tan buena como la primera. 

 

          Sin tiempo para la recuperación total de la pasada Fiesta, nos vimos preparando cuerpo, alma y pequeña maleta para saborear el regalado viaje de Luna de Miel. Poco equipaje y buena disposición para pasarlo lo mejor posible. Nuestra particular “Vale para todo, lo mismo para un roto que para un descosido”, Estela, nos llevó a Sevilla y nos solucionó la burocracia del ingreso en el hotel. Con tiempo sobrado, bajo la tutela de Estela, dimos un bonito paseo por el Barrio de Santa Cruz descubriendo rincones desconocidos, interesantes historias, curiosidades que despertaron, en nosotros, deseos de hacer, con ella, la ruta propuesta en su libro. ¡A pensar en ello!



              Del hotel, CASA 1800, mucho y bueno que contar. Situación envidiable, en pleno centro de la ciudad, al final de la calle Mateos Gago, al lado del conocido bar “Las columnas” y a cuatro pasos de la Catedral, de la Giralda, del Alcázar y otros ganchos turísticos. Un cuatro estrellas que bien podía alcanzar la quinta, méritos no le faltaban.



                Una casa antigua de Sevilla, perfectamente restaurada y preparada para acoger a exigentes turistas. Si a ello sumamos un buen equipo de jóvenes recepcionistas, dispuestos a hacerte más grata la estancia en el hotel, el éxito está garantizado. La suite reservada para nuestras modestas personas, superaba con creces las expectativas de lujo y espacio. Ya en la habitación, un pequeño hall daba paso al gran salón, amueblado con gusto. Mesa, consola, sofás y gran ropero. Dos puertas y una gran cortina doble abrían caminos a nuevos espacios. La primera, a un completísimo y amplío cuarto de aseo; la segunda, a un magnífico yakusi que las obligaciones oficiales del viaje no nos permitieron disfrutar. ¡Otra vez será! Y el gran doble cortinaje, separaba el salón, del dormitorio propiamente dicho. La cama, de competición, lo más grande visto en tamaño y acomodación. Una colección de almohadas, a cuál mejor y una consola con una botella de cava y dos copas, obsequio de la Casa. Las fotos servirán de notario de todas las descripciones anteriores.




Siempre nos ocurre lo mismo, desacostumbrados al goce o disfrute de este tipo de espacio hotelero, echamos en falta a los más íntimos, a los que podrían estar acompañándonos en estos momentos especiales.          

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