viernes, 30 de junio de 2023

UN AÑO ANTES DE LAS BODAS DE ORO

  

Domingo, 14 de abril de 2019. 

A 40 días de las BODAS DE ORO 

 

            HABLAR Y ESCRIBIR CUESTA POCO ( I ) 

 

     Los humanos, elegidos caprichosamente por un desconocido y, a veces, olvidado creador y elevado a una categoría suprema, entre todos los seres de la creación, hemos recibido, desde los albores del tiempo, el preciado y gratuito don de HABLAR, y bastantes milenios después, los escogidos hombres, con penosos e inteligentes esfuerzos y sobradas dosis de arte, inventaron la enigmática escritura. 

Estas maravillosas herramientas, el HABLA y la ESCRITURA, el HABLAR y el ESCRIBIR, imprescindibles en la necesaria comunicación humana, desgraciadamente desconocidas y no disfrutadas por muchos mortales y tenidas, desde antaño, como algo natural, regaladas, gratuitas y heredadas, nos confundieron, nos cegaron y no nos permitieron valorar su extraordinaria grandeza, ni apreciar su auténtico poder superior que, afortunadamente, nos aleja y eleva sobre el resto de nuestros parientes animales. Aunque lamentablemente, en estos tiempos de avanzada tecnología en todos los campos del saber, en muchas ocasiones, con nuestro particular, descuidado y pésimo HABLAR y peor ESCRIBIR, estemos propiciando un peligroso retroceso que, inevitablemente, nos está acercando a olvidados y superados primates. Olvidando la sana aspiración de un mejor HABLAR y una mayor atención y dedicación a la ESCRITURA que, sin dudar, nos conducirían a una más rica, fluida, bella y placentera comunicación entre los escogidos hombres. 

 

      Sin querer buscar culpables, sin intenciones de encontrar inútiles e inservibles excusas o pretextos y sin pretensiones de convertir este monólogo en magistral lección lingüística, me veo en la obligación, sin embargo, de mosquearme y criticar  a los engreídos y torpes humanos que, de manera consciente o inconsciente, nos obsequiaron con una insalvable “babel” de diferenciadas HABLAS y ESCRITURAS, origen de un difícil entendimiento entre los humanos y obstáculo invencible para una deseada y necesaria comunicación universal entre los muchos moradores de este grandioso y, a la vez, insignificante planeta, mal llamado Tierra, teniendo en cuenta que el agua, como en todos nosotros, es el elemento dominante. Y no olvidemos las ultimísimas modas de políticos parlantes, empeñados en “mejorar” el HABLA de sus correligionarios a bases de sonoras meteduras de patas, y el pasotismo de los jóvenes en la utilización del lenguaje escrito de una manera telegráfica, recortada, cercenada y pobre, por eso de ahorrar. 

Sin más preámbulos, me adentro y rebusco en las en trañas de estas dos escogidas palabras, HABLAR y ESCRIBIR, y lanzo a los aires mi particular visión de verlas y entenderlas, acompañadas de mi gratitud al desconocido ser que me regaló la capacidad de HABLAR y el disfrute de ESCRIBIR. 

HABLAR y ESCRIBIR, fuera de su parentesco comunicativo y de su frecuente utilización por los hombres, son palabras, atributos y prácticas humanas muy diferenciadas y, en ocasiones, distantes y extremas. El HABLAR es momentáneo, es improvisación, instantaneidad y brevedad y el ESCRIBIR es meditación, es maduración y sabia elección. HABLAR, en la incruenta, necesaria y bendita batalla de la comunicación, es una victoria efímera y ESCRIBIR es siempre una victoria perdurable. HABLAR, siempre termina siendo una comunicación perdida en los aires cercanos y ESCRIBIR es siempre una eterna comunicación. HABLAR es usar, gastar, derrochar y despilfarrar palabras y ESCRIBIR es sinónimo de moderación, control y justeza de palabras. HABLAR es, en todo momento, compañía y ESCRIBIR es siempre grata soledad. HABLAR es ponerse el mono de trabajo para entendernos con los demás hablantes y ESCRIBIR es vestirse de gala para las fiestas literarias de la comunicación entre los humanos. 

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