Viernes, día 6 de octubre
EL INFARTO NO RESPETA A NADIE
Tomaba un zumo en el Quirós cuando entró Reyes para decirme que Rafael, su marido, no podía venir al trabajo porque estaba enfermo. En principio no le di mayor importancia, pero cuando las palabras no empezaron a salirle de su boca y el llanto sí, me preocupé, tratando de tranquilizarla.
Al salir del pleno el día anterior estuvo con nosotros tomándonos unas cervecitas y nada intuía lo que le iba a suceder, entre otras cosas, porque su aspecto, dada su delgadez, siempre ha sido de endeblez, aunque a la hora de trabajar es incansable y no les importan las horas.
Lo ingresaron en la Residencia y fue trasladado inmediatamente a la UVI porque el infarto, ya anunciado por la opresión y dolor del pecho, era evidente.
¿Cuál puede ser la causa del mismo y en este momento? Ya padecía alguna insuficiencia cardiaca, detestada hace tiempo y no creo que el trabajo la haya aumentado; sino que me inclino por otros factores; tampoco el estrés tan de moda, ya que los pobres obreros no pueden permitirse estos lujos de los ejecutivos y profesionales importantes, que ya se han olvidado de las úlceras de estómago que antes eran características de estos; sí, quizás el aguantar esos debates políticos en silencio y sin poder desahogarse contra los que tiene enfrente, aunque sólo para decirles con o sin razón que son unos “hijos de puta”, lo que vendría a ser como la válvula de escape de su corazón ya tocado desde hace algún tiempo.
Rafael es joven, pero parece que la vida le
ha maltratado por múltiples flancos y su aire es de vejez, de cansancio, sin
que pierda su cara de niño pobre, sin casi dientes y malo; pero su dañado
corazón es grande y de los nobles, de los que llega un momento que no caben en
su pecho, de los que por defender aun dentro a veces de su ignorancia, lo que
cree que debe defender, un día estallará, sin tiempo de otra UVI.
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