Jueves, día 8 de junio
MÁS APARATOS BUCALES. LA HISTORIA DE NUNCA
ACABAR
A
Daniel se le movía su aparato y aunque no teníamos que ir al dentista por él,
después de arreglarle su problema, decidieron que era mejor ponerle otro
aparato, ahora de quita y pon y sólo para las noches y que la próxima semana
podría estrenarlo. Y ya nos metemos en el cuarto; vamos, que perdimos la cuenta.
A mí me está dando la impresión que acudir a un dentista es como buscar un
albañil para que te arregle un desconchón o te haga una obra menor en casa,
pues cuando te vienes a dar cuenta con el “ya que está aquí” puedes terminar
con un hogar casi nuevo o por lo menos distinto, amén de gastarte un pastón.
A Alejandro, para el que fuimos también a la
consulta, no pudieron hacerle nada, ya que tenía la boca llena de llagas; así
que de aparatos hasta la próxima semana ni hablar y es al que más falta le hace.
Menos mal y el que no se consuela es porque no quiere, que la visita la
aprovechamos para el otro. Y es que esto de tenerlos repetidos, como pensaría y
diría el mismísimo Gila, a veces es muy socorrido. De tal forma que si llevas a
uno enfermo y el médico no puede curarlo, le llevas al otro y te lo deja
estupendamente.
Bromas
aparte, el problema se acabará, o esta
historia, cuando sean ellos los que decidan.

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