Martes, día 7 de febrero
QUÉ DIFÍCIL ES EDUCAR A LOS HIJOS
Con los aires que soplan no sabe uno
con qué carta quedarse. Usar la mano dura suele ser malo y la verdad es que no
me va. Consentirles todo remuerde mi conciencia. Dejarles absoluta libertad me
crea los mismos problemas. Estar continuamente encima de ellos me produce la
sensación de estar agobiándolos… ¿Qué hacer entonces?
Si a esto se une que la educación,
concebida como formación integral del individuo ha sido desplazada por la
enseñanza, como mera y simple instrucción, nada favorece la compleja tarea.
Y si el panorama que les estamos
ofertando no es nada halagüeño, con ingredientes tan trágicos como el paro, el
consumo, la droga, la pérdida de valores, la destrucción de la naturaleza,
etc., etc., nos lo ponen bien difícil.
Pero lo que más me choca es la insolidaridad
y el afán casi inconsciente, en esta sociedad tan competitiva, el hecho de
quedar nunca por debajo de los demás, ni siquiera tratándose de hermanos; así
como el trato que estos se dan, sobre todo en el hablar, donde el tono
despectivo y de protesta son habituales.
Quizás al madurar cambien sus actitudes
mutuas. Mejor no perder las esperanzas.
Otra prueba es la falta de
colaboración, como no sea ordenada o insinuada por los menos, lo que hace
perder mérito a cualquier acción de este tipo.
Tarea en definitiva más que difícil,
dificilísima.
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