martes, 11 de octubre de 2022

RETAZOS DE UN AÑO, 1989, DÍA A DÍA

 Jueves, día 2 febrero

            LO INJUSTO DE LA VIDA EN MUCHAS OCASIONES

         Si hay cielo yo conozco a una persona que tiene desde hace tiempo garantizada una parcela y de las buenas. Pienso en mi madre  y no porque haya dedicado su vida a la práctica religiosa ni por su misticismo; sino porque desde que nació al mundo de los conscientes no hizo otras cosas que trabajar, padecer y sufrir con resignación.

Algunos botones servirán de muestra. Llegan a Melilla y desaparece su padre un día que no tiene que trabajar y que vienen a buscarlo unos amigos para salir a pescar y es engullido por el mar, sin que sepan más de él. En plena juventud de matrimonio muere su marido, dejándole como única herencia cinco hijos y su viudez. No sabe hacer otra cosa más que trabajar. Se le muere una hija con 27 años y recoge en su hogar a los dos nietos. Se rompe una rótula y más tarde las dos caderas; la operan y aparecen problemas de rechazo a las prótesis. La diabetes le ataca a la vista  y es lo único que la obliga a dejar el trabajo, su muy digna profesión de toda la vida, la de modista. Y después de toda una vida dedicada a sacar adelante a sus hijos y nietos, pasa sus últimos días en la más absoluta soledad.

Así es la vida  y bueno es saber el final que también nos esperará.

A sus  ochenta y ocho años, pues nació en el 1901, aún conserva su lucidez mental, lo que hace más penosa su vida. ¿Y qué hacemos los demás por ella?..., que no sea el entonar el “mea culpa”.

¡Qué injusta la vida para mi madre!



 

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