miércoles, 28 de septiembre de 2022

EL MILAGRO, DEPORTIVO Y DENTRO DE SU CONSIDERACIÓN DE JUEGO, SE PRODUJO AYER

 
     SIETE CAMBIOS EN UNA SELECCIÓN DE ONCE, ALGO QUERRÁ DECIR, VERDAD?
            LA PORTUGAL DE RONALDO, EN BRAGA, PIERDE ANTE ESPAÑA POR 0 - 1           
                                         (Nota aclaratoria: Braga es una ciudad de Portugal)

                    

                                    (Sólo cuatro de ellos, en tres días pasaron de villanos a héroes)

                    Esa es la ventaja que tenemos los optimistas, la de pensar que en un juego, que cuenta como todos ellos con el azar, es posible lo que parece imposible. Creíamos que eso podía ocurrir en el país vecino ayer y así lo manifestamos, no como adivinos ¡eh!, sino como optimista; y si no se hubiera producido, nos hubiéramos conformado y ya está, así de claro, y seguiríamos pensando que otra vez será.

                    Así que nada de deshacer la maletita, Sr. Luis Enrique. Mira qué suerte, digo yo, ya la tiene y sin ninguna presión, preparada para el próximo encuentro preparatorio y para viajar al Mundial, que están a la vuelta de la esquina.

                    En principio, decirle que parece que hubo algo de telepatía, seguro que la magia del fútbol, entre los que queríamos otras cosas y usted, y bajándose de su burrito cambió muchas cosas.

                    Nuestro guardameta, el mismo del otro fatídico partido, se olvidó del juego de los empujones y salió desde el principio con mando y se dedicó en varias ocasiones, de esas que llaman mano a mano, a amargar la existencia del nombradísimo Ronaldo, que sigue, a pesar de que lo hace bien, con el mal hábito de sus continuos lamentos cuando no consigue su gol. ¡Vaya noche que le diste, Unai!

                    Cambió la defensa entera, menos a Pau Torres, que se tomaron en serio su tarea, sobre todo los veteranos Gayá y Carvajal, acompañados por Guillamón o que estuvieron más acertados que los del otro día. La misma suerte tuvieron los anteriores ocupantes del centro del campo, que fueron reemplazados por Coque, Rodrigo y Carlos Soler, que desde el comienzo dieron más empaque al conjunto.

                    Y apareció Morata, que además de hacer kilómetros, como el resto de compañeros, está todo el partido incordiando a los defensas contrarios, como se dice por estas tierras, como mosca "cojonera", y nunca pierde la fe en conseguir el gol, como ocurríó en esta noche y en el minuto 88 del partido.

                    A Portugal le perdieron dos cosas: su conformismo, al saber que con el empate ellos sería los clasificados y más, teniendo en frente a una España, que no creaba peligro, y por otra parte, el arreón que le pegaron los nuestros en los finales del encuentro, cuando la divina juventud, como le llamó yo, fresquita y sin castigar, bien llevada por el Busquet de siempre y sin haber sufrido el desgaste del primer tiempo, ni de parte del segundo, porque los años no pasan en balde, dijeron aquí estamos.

                    Como bien nacido que soy, suerte seleccionador, y con todo esto, Rubiales sigue sentado y más "repanchingao" en su poltrona, contra viento, marea, jueces y denuncias.

                    Y se me olvidó decir, que el "Cuntaquinte", como le llama mi mujer cariñosamente, al Willian chico, el del Atletíc, apunta maneras. 

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