jueves, 23 de junio de 2022

365 Y UNA POESÍAS (2004 - 2005)

 
54.- LAS NOCHES DE SAN JUAN

        ¡Es la noche de San Juan!
Enciende ya, tu candela,
y busca en tu corazón
mil sollozos de maderas,
alegres chisporroteos,
lenguas de llamas inquietas
que, en acrobático salto
y con silentes piruetas,
al olvido, se marcharon,
donde pacientes, esperan.
        Los recuerdos de la infancia,
perdidos en la mar, vuelan,
iluminados, caminan,
por las chispas de una hoguera,
que se escaparon al cielo,
en las noches sanjuaneras.
        En las noches de San Juan,
de la Rusadir eterna,
los infantes del ayer,
hicimos bien las tareas,
de acopiar los trastos viejos,
de apilar la seca leña,
de reunir todo aquello
que al fuego, se consumiera,
para levantar pirámide
de una efímera existencia,
que encendiera nuevos sueños,
que, en la noche, presta, ardiera,
para que el niño San Juan,
se calentara con ella.
        En las noches de San Juan,
de la Melilla agarena,
hindú, judía y cristiana,
el viento busca su hoguera
para levantar sus llamas,
bien cerca de las estrellas.
Corre el viento por el aire,
besa tejas y azoteas,
busca aromas de fuego,
que vienen por sus callejas.
        Las hogueras de San Juan,
que en Melilla se celebran,
nada saben de política,
ni saben de crueles guerras,
ni de absurdas prohibiciones,
ni del color que gobierna.
Saben que, del pueblo son,
natas en lejanas fechas,
que no existe autoridad
que pueda acabar con ellas,
porque llevan en sus hondos
fuego de llamas eternas.
        En las noches de San Juan,
Melilla viste de fiesta,
fiesta del fuego y del agua,
de testigo, las estrellas,
y, en una esquina del cielo,
la luna de plata, sueña
con bajar al Barrio Obrero,
para encender nuestra hoguera.
        La playa de San Lorenzo,
con sus aguas siempre frescas,
quiere ser concelebrante
con las cálidas candelas,
poniéndole a la jornada
dos caras de una moneda:
una, de ardorosos fuegos,
otra, de agua, en mar serena.
Cuando los fuegos se apagan,
y brasa, se hace la leña,
los melillenses emigran
a buscar húmeda arena,
y remojarse los pies
a orillas de la mar bella,
donde las tranquilas aguas
con las arenas se espejan.
        No sé lo que hiciste, tiempo,
con las noches sanjuaneras,
si la perdiste por siempre
o cambiaste tus maneras,
si en el olvido, murieron,
condenadas por ser viejas.
        No sé lo que hiciste, hombre,
con tus cálidas candelas.
        Si, en la noche de San Juan,
piras de grandes luciérnagas
iluminaban Melilla,
encendiendo sus callejas,
¿Por qué apagar tradiciones?
¿Por qué pagar la hogueras
que, en las noches de San juan,
entre alegrías y penas,
guardaban sus ilusiones
los niños de la posguerra?

                                            Santa Cristina, A Coruña, 23 de Junio de 2022

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