Algo muy recurrente por nuestra parte fueron aquellos dibujos en los que mostrábamos ese intento por parte del género humano, no por todos, por supuesto; pero sí por muchos, como es el hecho de escudarse tras caretas o recurrir a estas para disimular sus miserias, que en ocasiones no eran tales, sino el fruto de una baja autoestima.
Sobre todo cuando en ocasiones no somos capaces de reconocer los efectos del paso de los años y algo más acentuado en las mujeres que en los hombres.
Lo peor de este supuesto complejo es que como uno no sea capaz de vencerlo, nos puede llevar a pasarlo mal. Todo se reduce a que sepamos aceptarnos tal y como somos, si necesidad de caretas ni de otros aditamentos. Es erróneo pretender acudir continuamente a lo carnavalesco, el vivir siempre con la careta puesta, el ser un esclavo de ella, porque el día que se caiga, que siempre termina en ello, el mal puede ser aún más perverso.
Dos ejemplos que nos pueden hacer pensar
Las arrugas, por ejemplo, llevadas con dignidad, hasta pueden resultas bellas.
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