A nuestro personaje de hoy, pocos podrán negarle su natural atractivo. Posiblemente este superhéroe no será de los que vuela, ni de los que sea capaz de levantar con una de sus manos un antiguo modelo cadillac americano, ni de acabar con alguno de los malhechores de nuestro loco mundo, ni de acertar con su mente privilegiada quién ganará la Champion Ligue, el Liverpool o el Real Madrid...
Aunque nadie podrá dudar que el mismo tiene empaque, con ese brillo de su indumentaria, con ese azul de cielo que marea, con su pícaro rostro, salpicado de graciosas pequitas y poseedora de una noble sonrisa. ¡Vamos, que porte no le falta al chico!
Fue bautizado por aquellos alumnos del octavo curso del Colegio Rey Juan Carlos I, de El Viso del Alcor, hace ya más cuatro décadas, con el sobrenombre de "PEPITO LÁCTEO"; personaje no aficionado a la torería, de ahí que en su pechera no encuadre a un miura, pero sí y con todos los honores a una presumida vaquita, que será la suministradora del contenido líquido que porta en el vaso de su alzado brazo: su grata leche, sin adimento alguno, sola, solita, sola, fresquita en este tiempo que nos acompaña en estos días, recién sacada de la nevera, y tanto para el desayuno como para la merienda.
Porque Pepito Lacteo, después de probar la leche de tetita de su mami, la de los primeros "bibis", que no fueron muchos, la verdad sea dicha, encontró toda su fuerza y poderío en la leche de vaca, que antaño hervían nuestras abuelas hasta sacarle la nata y que ahora se venden en los "super", también desnatadas o semidesnatada y entera.
Si algo tiene nuestro Pepito Lácteo es que desborda salud.
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