lunes, 16 de mayo de 2022

365 Y UNA POESÍAS (2004-2005)

16.- VUELTA A LAS "ANDADAS"

        Ayer volví a las andadas, expresión bastante cierta,
tomé, despacio, mi cuerpo y a pasear por la Vega.
        La soleada mañana, ya algunas horas despierta,
el encalado celeste de un cielo de primavera,
un indolente solano y unas albaradas sendas, 
fueron mis acompañantes, en redescubrir la Vega.
        Inicié grato paseo por el Parque de la Muela,
espacio para disfrutar aromas de naturaleza.
        Maltratado y olvidado, sufre solo, su gran pena.
        Las frescas límpidas aguas, que manan de fuente vieja,
serpentean cuesta abajo, por las estrechas acequias. 
Para retener el agua, en su alocada carrera,
unas circulares bocas, de tramo en tramo, la esperan,
y hasta que no sacien sus sed, a caminar, no la dejan.
        El agua en su transitar, mil melodías inventa,
regalando a los oídos notas de calma serena.
Sus aguas traen recuerdos de la Granada agarena, 
donde las aguas entonan nanas de suma belleza.
        Al final del recorrido una gran alberca, espera,
donde descansan las aguas que bajan desde la Muela.
        Bajo la sombra arbórea, mesas, bancos, papeleras,
brindan a los visitantes, ser, de rústica madera,
donde beber y comer, donde gozar paz serena,
donde explorar los placeres de una sana convivencia.
        Sin dejar de caminar, dejo el Parque de la Muela,
busco lozanos caminos, donde remozar las piernas, 
donde continuar sorbiendo los encantos de la Vega.
        Con un manto de ocre albero, han tapizado la senda
que, sobre la vía del tren, nuestros alcores, rodea.
        Una obligada parada, a las puertas de la Vega,
para grabar su paisaje, para sorber su grandeza,
para respirar el aire, que sobre su piel, navega,
para cobijar en mi alma, novedosas experiencias
y para oír en mis hondos los latidos de su esencia.
        Bandadas de gorriones, sobre mi cabeza, vuelan,
dándome la bienvenida con gorjeos de acuarela, 
que me saben, bien temprano, a poleo y yerbabuena.
        Continúo mi paseo, buscando impresiones nuevas.
        Como irisados imanes, se comportan las cunetas,
los vientos les han bordado un mantón de flores bellas,
irresistible reclamo a los ojos de cualquiera.
        Las silvestres florecillas compiten con su belleza,
poco o nada les importa, su efímera existencia,
sólo buscan decorar, sin esperar recompensa, 
espacios abandonados de nuestro planeta Tierra.
        Sin pautas para el descanso, mis mente y mis ojos vuelan,
desde verdes girasoles a trigales de albas venas.
el aire silba canciones que en mis oídos resuenan
como viejas melodías oídas en otra época.
        Los trigos en estos días, en que la calor aprieta,
llenan sus firmes espigas y mudan su vestimenta.
Del verdor de tiempo atrás buscan oro, amarillean, 
esperan cercanas horas, para saber de cosechas, 
para estar en los molinos, para vivir la molienda, 
impacientes por ser pan, con nostalgias de su Vega.
        En aquella última vez, que yo os vi, por vez primera,
erais sólo, verdes manchas sobre la tierra morena.
Hoy, con admiración, os miro, girasoles de la Vega,
con vuestros pequeños soles, luminarias de la tierra, 
mallazo verde y dorado, alfombra tupida, espesa,
sobre los llanos, las lomas, sobre las pieles serenas
de una Vega que nació con raíces marineras.
        Un prodigioso embeleso, gozo de una paz secreta,
las huellas de mis pisadas sobre la amarilla tierra,
la voz de mis pensamientos enemigos de barreras,
el aire de lenguas puras, que de la Vega me llega,
me ayudan a caminar, dan vigor a mi existencia,
destruyen viejas rutinas nacidas en horas negras,
rejuvenecen mi cuerpo, mi alma, a los cielos, llevan,
y al son de un firme pisar, va creciendo mi poema,
como crecen los trigales, el girasol, las cosechas, 
las silvestres florecillas, en esta, mi amada Vega.
                                            El Viso del Alcor, 16 de Mayo de 2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario