lunes, 25 de abril de 2022

POESÍAS LOCAS

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locura vigésimo sexta

AQUEL 

HOMBRE HUECO

        Aquel hombre vacío, hueco,
al que sólo le quedaban,
en su marchito exterior,
huellas de miseria humana,
negruzco caparazón,
epidermis arrugada,
ajada, añosa, cetrina,
como la muerte pintada,
decidió por decidir,
en una ciega mañana,
el tomar entre sus manos
el aire que respiraba,
para ver y comprobar
si era de su mal, la causa.
        El aire, caro alimento,
escapó, buscando nada,
huyendo de aquellas manos
rudas y desgranadas,
sin desvelar a su dueño
dónde su mal radicaba.
        Buscó aquel hombre vacío,
en la oquedad de su alma,
restos, migajas, retazos
de vida desperdiciada,
y sólo pudo encontrar
hilo de seda escarchada,
frío como el desengaño
y a la vez, cosa bien rara,
cálido como la celda
donde mora la esperanza.
        Aquel hilo, entre sus manos,
se quebró en la mañana,
dejando sobre la alfombra,
motas de seda bien heladas,
polvos de desilusión
que hacia la nada, cabalgan,
sin descubrir a su dueño
dónde sus males estaban.
        Buscó y buscó, aquel hueco hombre,
en sus vacías entrañas,
días, semanas y meses,
tarde, noche y madrugada,
descubriendo afortunado,
en un rincón de su alma,
átomo de luz brillante,
microscópica crisálida,
parpadeando insegura,
como vela que se apaga.
        Milagro, fue para el hombre,
aquel rayo de esperanza.
Y lo tomó entre sus manos,
sin dejar que se escapara,
con mimo le fue soplando,
para avivar pobre llama,
con celo, lo fue envolviendo
con mil suspiros de plata,
con placer, lo fue regando
con el frescor de sus lágrimas, 
hasta que aquel parpadeo
se convirtió en llamarada,
iluminando su mente,
resucitándole el alma.

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