martes, 26 de abril de 2022

NUESTROS DIBUJOS

                             El de hoy es de un personaje por el que sentimos una insana atracción, lo que nos lleva a una reiteración casi absurda, casi enfermiza y gozosa al mismo tiempo. Al Quijote, que por todo lo anteriormente dicho lo tenemos como algo nuestro, nos ha permitido trabajar en bocetos, que dieron paso a obras posteriores o que se quedaron en otras ocasiones en la simpleza de unos sencillos apuntes a lápiz; sirvió de modelo para otras piezas ejecutadas a color, desde los modestos lápices de diferentes calidades, hasta la témpera, incluso al óleo y a tamaños bastante más grande. Si olvidar los realizados con tinta china negra o sepia a plumilla. O como en el de esta ocasión con rotulador negro de punta fina.  
                            Y tratándolo siempre, eso sí, con una cierta ternura, con poses tan naturales para él como la de estar en otro mundo, con miradas encadenadas a las palabras de los libros que permanentemente eran sus ataduras o perdidas en sus ensueños, en el devenir de sus deseos e intentos de ser el más gigante deshacedor de entuertos; contando siempre con la estimada y también absurda colaboración de su escuálido y enclenque jumento, Rocinante, que apenas puede con su cuerpo y se ve obligado a cargar con las pesadas armaduras y el montón de penas y desventuras de su dueño; así como la de su fiel escudero, Sancho, que no tiene  ni una pizca de soñador, pegado plenamente a la tierra y que trata sin éxito alguno de extraerlo de la cruel realidad de su locura.







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