Sigue sin importarnos los artículos cuando van con la palabra mar, por eso, cuando hablamos de él o de ella, nos da lo mismo usar "el" o "la". Como seguimos, dentro todavía de nuestra Colección Azul, el dibujo de hoy nos trae pesares, los padecidos a veces por nuestro marineros, que son conscientes de los peligros y riesgos que corren al adentrarse en el mar; porque cuando la mar se embravece hay que rezarle a todos los santos del cielo, buscando su protección, para no ahogarse ni en él ni en ella. Pero en no pocas ocasiones, su penas y sus pesares no son culpitas de ambos, de el mar ni de la mar, sino que son propias de todos los mortales; aunque nosotros pensamos que no sólo ellos son los que intentan ahogarlas en tierra adentro y en cualquier tasca de cualquier puerto. ¡Curioso hecho! Nunca encontraremos un marinero que desee ahogarse en el agua; pero sí los hay, los que pretenden ahogar sus penas y pesares con vino, como el de nuestro reflejo de hoy.
Menos mal que en los puertos existen farolas y lo peor es que parece ser que las penas y pesares saben nadar y no se ahogan ni con vino.
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