Tuvieron que pasar quince años para que volviéramos a exponer en Melilla, ya no teníamos que demostrar nada a nadie y menos a nuestros paisanos; estábamos mas que convencidos de que eramos la excepción de aquella frase que un día lanzara a los aires el mismo Jesús, la de no ser profeta en su tierra. Y como señalábamos en nuestro catálogo surgió, como muestra de sincera gratitud, el hermanamiento a través de nuestras criaturas, la tierra de nuestra cuna con la tierra de la adopción, salvando las distancias lógicas, tierras milenarias ambas y para nosotros llenas de encantos.
Contando además con otra osadía por nuestra parte, la de llevar solamente dibujos a plumilla de la cosmopolita y modernista Melilla y de la universal Sevilla. Realizando esta en la Sala de Exposiciones del Casino Militar, situado en su Plaza de España y flanqueado por dos edificios nobles de la ciudad, como su Ayuntamiento y con el que fuera Banco de España.
Muchas horas de trabajo que jamás nos pesaron, por aquello de valer la pena. Otra muestra más de nuestro permanente cariño al lugar donde por primera vez vimos la luz, a Melilla.
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