domingo, 2 de enero de 2022

RECUERDOS DE MELILLA

 EL FUERTE DE ROSTOGORDO, EN EL CENTRO DE LOS PINARES DE IGUAL NOMBRE, ES UNA PEQUEÑA FORTALEZA SITUADA A UNOS 4 KILÓMETROS DEL CENTRO DE LA CIUDAD.

                        Estando en estado ruinoso con el paso de los años, un Plan General promovido por el Gobierno de la Ciudad Autónoma para revalorizar la oferta turística  urbana de Melilla, incluyó la restauración del conocido Fuerte de Rostrogordo y de su entorno, haciéndolo renacer del estado de abandono en que se encontraba y de sus ruinas.

                        Las obras comenzaron en el año 1997 y acabaron dos años más tarde. no sólo se rehabilitó el edificio, sino también el entorno natural, un pinar de 4 hectáreas que constituye el gran espacio verde de Melilla. En la actualidad en el centro de esta arboleda, en medio de una pradera de 10.000 m2, resalta el color terracota del fuerte restaurado, un gran pentágono pétreo rodeado por un foso. Llama la atención el amplio Patio de Armas, rodeado de naves, y los imponentes baluartes de las esquinas, con muros de hasta 3 metros de espesor. Todo el conjunto, hoy convertido en una gran arqu lúdico-deportivo, ha sido aprovechado para nuevos usos. Entre baluartes y mazmorras, se podrá acceder a un restaurante con capacidad para unos 6o comensales. En las dos largas naves se ha instalado un albergue de invierno con comedor, destinado al público estudiantil. En el exterior se ha instalado un camping de 58 plazas con caravanas. Además, existe otra zona de acampada, con 96 cabañas fijas que pueden albergar hasta 400 personas. Un parking, piscina, barbacoas y un complejo deportivo con cuatro pistas polideportivas completan la oferta de recreo. Su arquitecto, responsable del proyecto y director de obra, Mateo Bazategui, señalaba que responde a un diseño profundamente ecológista, que se han censado más de 3.000 pinos y, además de no sacrificar ningún árbol, se ha procedido a la repobalción del entorno con otras especies.

                        


                         El dibujo a plumilla de hoy responde y refleja el estado en que se encontraba el fuerte de Rostrogordo al final de nuestra niñez y juventud. La realidad que conocimos nosotros en aquella época fue completamente a la de ahora. Recordamos el particular olor de aquellos pinares, donde uno podía hasta perderse siendo unos "chaveas". Como semilla o anticipo de los alojamientos que ahora alberga el lugar, también, pero en el estío vacacional, pernoctamos y disfrutamos de variadas actividades deportivas y culturales en aquellos campamentos de antaño, refugiándonos en la anochecida bajo la lona de las tiendas de campaña; pasándolo estupendamente en los fuegos de campamento, donde demostrábamos nuestras aptitudes y vivíamos y respirábamos el aire puro, teniendo como techo el verdor de aquellos pinos, que nos parecían gigantes, y el raso del cielo. Y nuestro imaginación se desbordaba al saber de que aquel vetusto edificio guardaba historias de presos militares, que cuando del Fuerte salían, eran vigilados por otros militares, más jóvenes, con fusiles en ristre. y hasta nos contaban que allí estuvo encerrado el famoso rebelde Abd el Krim...

                        Después, cuando tuvimos más años, subiendo en la Coa nosotros hacia Cabreriza Altas, descubrimos en su entorno que se levantó una extraordinaría explanada, donde la mucha y variada tropa de la castrense Melilla subía a pie hasta ella, y donde al son de tambores y trompetas, demostraban infantes, artilleros, legionarios y regulares su estado de forma ante el Comandante General de la Plaza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario