Témpera que nos retrotrae a los años de juventud o de cuando viajábamos a nuestra ciudad en los barcos de Transmediterránea desde Malaga y por vacaciones. Dos barcos, de aquellos vetustos años, que se llamaban el Vicente Puchol y el Lázaro, a los que llamábamos con el nombre genérico de El Correo, con sus olores característicos a humanidad y al combustible utilizado y que tardaban unas ocho horas en el trayecto. Atracados delante de la Estación Marítima y teniendo como fondo las murallas de la Ciudad Vieja, rincón conocido como el Pueblo, donde destacaban el Hospital del Rey y el edificio del Faro.
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