lunes, 10 de mayo de 2021

QUINCE MINICUENTOS DE MI NIETA ADELA

 Entrega nº 8

        Así vio Adela a la protagonista del cuento de hoy, una simpática espantapájaros que encuentra amigos en los pequeños, pero no tanto en las aves rapaces y que se llama LUSI.


 

LUSI

Hola, niños.

         ¿A qué no adivináis quién soy?

         Os daré una pista. Me llamo Lusi.

         Estoy hecha de palos  y de paja, sirviendo para espantar a los pájaros.

         ¿Habéis adivinado ya quién soy?

         Claro, soy una espantapájaros.

         Mi dueño me diseñó y me construyó para cuidar que los pájaros no se comiesen su cosecha.

         Un día estaba yo tan tranquila y apareció una enorme águila que me llevó volando, pero con tan mala suerte que se me separaron las partes de mi cuerpo y quedaron repartidas por todo el campo.

         Menos mal que me encontró Ciruelo y me ayudó a recoger todas las partes de mi cuerpo.

         Unas de ellas cayeron sobre un circo que estaba en esos días en el pueblo, otras sobre la cuadra de unos caballos y las últimas en un gallinero.

         Cuando conseguimos recuperar todas las partes lo más difícil era el volver a la granja desde el circo; ya que teníamos que atravesar dos bosques que no conocíamos. Primero el Bosque Encantado y más tarde el Bosque Embrujado.

         En el Encantado había un montón de cosas extrañas, muy raras, como un Sustodáctilo, que era una especie de dinosaurio. Pero tuvimos una gran suerte, ya que era de los buenos, así que hasta nos llevó evitándonos peligros hasta el otro bosque, el Embrujado.

         Este sí que era espeluznante y tuvimos que salir de él por patas, como se dice, porque en el mismo había una vieja bruja que nos persiguió durante todo el tiempo para echarnos en su caldero.

         Para coger las cosas que cayeron en la cuadra de caballos no hubo problemas porque Ciruelo los conocía a todos.

         Y las que fueron a parar al gallinero tampoco, aunque armaron un buen alboroto cuando fuimos a cogerlas, porque creían que íbamos a por ellas.

         Al llegar a la granja, como no faltaba nada de mi cuerpo, Ciruelo me dejó como nuevo y a partir de aquel día vigilé más y mejor a las aves, teniendo un cuidado especial con las rapaces.

Agradecí a Ciruelo su enorme ayuda y COLORIN, COLORÓN, este espantacuentos se terminó.



        


No hay comentarios:

Publicar un comentario