sábado, 13 de marzo de 2021

DESEMPOLVANDO EL ARCÓN DE NUESTROS RECUERDOS

 Entrega nº 1

LA PUERTA DE SANTIAGO, EN MELILLA


     Una de las puertas de entrada y salida, como quiera cada cual, a la ciudadela española de Melilla la Vieja, la que permite el acceso al Primer Recinto Fortificado desde el Segundo y que se construyera entre 1549 y 1551 por Miguel Perea, que fue planteada como un revellín, fortificación triangular situada frente al cuerpo de la fortificación principal, para defender la otra puerta, la de Santa Ana, con su túnel en ángulo recto que, excesivamente vulnerable.

         Puerta toda de cantería, que consta con un arco de medio punto sobre el que se halla el escudo del emperador Carlos V y flanqueada por dos torreones, a su derecha el Torreón Desmochado y a su izquierda el conocido como de las Beatas; pudiéndose a ella  por un puente de mampostería y por otro levadizo.

         Tras la puerta se encuentra la casamata con pasadizo en recodo para dificultar el acceso a los atacantes, con paredes de piedra y bóvedas de ladrillo macizo.

         Y que en su interior Miguel Perea construyó la pequeña Capilla de Santiago, en estilo gótico, con unas nervaduras en terceletes, siendo uno de los muy escasos ejemplos de la arquitectura que existen en el continente africano y que presenta en un lateral una cancela que conduce, como entrada principal, a las galerías subterráneas de la ciudad vieja, que suman casi 5 Km de recorrido.

     Como puede verse en el Catálogo de nuestra última exposición en Melilla, nuestra ciudad de nacimiento, tuvo lugar justamente hace diez años y uno de los grandes alicientes que tuvimos nosotros fue el de disfrutar unas estupendas jornadas al estar acompañados por un grupo de visueños y de sevillanos, íntimos amigos y familiares, que fueron receptivos a nuestros deseos de que conocieran esta bella ciudad, donde transcurrió nuestra niñez e  infancia, adolescencia y juventud, con demasiados y desconocidos encantos, entre los que destacan sus muchas muestras del modernismo, la coincidencia y entendimiento de cuatro culturas, su ciudadela vieja abrazada por sus murallas y torreones, el excelente clima, el mar, como su grata y variada gastronomía.

            (En la puerta de la Sala de Exposiciones del Club Marítimo)

    Un viaje inolvidable e irrepetible por la notable ausencia desde hace unos días, pocos, de dos personas a las que nos unía algo más que una sincera y mera amistad, Baldomero y Teo, con los que recorrimos los rincones de la antigua Rusadir, hoy Melilla, y que quedaron con su imborrable presencia en numerosas instantáneas que iremos, en su memoria, en este arcón nuestro, donde se entremezclan lo añejo y vetusto con lo nuevo, colocando en lugar preferente como se merecen.

                             (En la Plaza de los Aljibes)

                 

                        (En el restaurante "Casa Manolo")

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