martes, 27 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 5. Escrito 20

¡SI YO FUERA UN BORRADOR, CUANTAS COSAS BORRARÍA!

      ¡Si yo fuera un buen BORRADOR, de esos que bien borran sin dejar señales, cuántas cosas borraría!

     Todos los días del año y todos los años, madrugaría para borrar de una tacada todos los males que, con intención o sin ella, practicamos los humanos.

     BORRARÍA, de una pasada, las injusticias, las ilegalidades, los desafueros, las iniquidades, las sinrazones, las deslealtades y todo aquello que huela a “choriceo barato”.

     BORRARÍA, sin pensarlo ni poco ni mucho, las barbaries, las crueldades, el salvajismo, la fiereza, las bestialidades y todo lo que sepa a “animalada salvaje”.

     BORRARÍA, sin escrúpulos, las mentiras, los engaños, las falsedades, los bulos y todo aquello humee a “podrido”.

     BORRARÍA, de un plumazo, la corrupción, la podredumbre, el pescar en revuelto río, el nepotismo, la parcialidad y todo lo que engorde al poderoso a cambio de adelgazar al “pobre prójimo”.

     BORRARÍA, sin sentir pena, a los aprovechados, a los falsos salvadores, a los vengativos, a la mala gente, a los retorcidos y a todos los que viven medrando, esquilmando y despojando a los demás para llenar sus “sucios talegos”.

     BORRARÍA, con la conciencia tranquila, a los asesinos, a los violentos, a los lobos con pieles de corderos, a los pederastas y a todos aquellos que atentan contra la “sagrada vida”.

     BORRARÍA, sin esperar castigo, a los castigadores, a los opresores, a los tiranos, a los dictadores y a todos aquellos que utilizan el poder para domeñar al “hombre libre”.

     BORRARÍA, sin piedad, a los políticos charlatanes y mentirosos, a los mandamases de pacotilla, a los caciques del hoy, a los garrulos de la política, a los vividores y a todos aquellos que, como lapas, se pegan a sus “eternos cargos”.

    Podría seguir BORRANDO, sin cansarme, más y más injusticias, impuestas por el hombre contra el hombre, y lamentaría, por siempre, que se me acabaran los BORRADORES.

    Quise, sin ninguna posibilidad, BORRAR demasiadas cosas no buenas. Al final todo quedó en deseo fallido, en utópico decir, en pobre cuento de la lechera, en sueño imposible, en pobre juego, en inútil credo personal, en historia interminable y en el triste reconocimiento de mi impotencia para arreglar este MUNDO nuestro de todos los días.

     Y termino con la obligación de pedir perdón, por mi insolencia y osadía de querer cambiar lo incambiable.

     ¡Pobre de mí!



 

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