miércoles, 30 de septiembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 

Entrega 2. Escrito 20

EL ARTE DE COMPRAR VOTOS

      En esta España que nos alumbra (que no deslumbra de ninguna de las maneras) hay demasiadas clases de partidos políticos. Unos nacieron para nacer y morir; otros, para nacer y permanecer; otros, como el Guadiana, para nacer, desaparecer y aparecer de nuevo; otros, para defender lo suyo y que le den por saco a los demás; otros para subyugar a los pueblos y otros muchos, para nada.

      Todos, sin excluir a ninguno, tienen su propia ideología, cambiante según bajen, agitadas o mansas, las aguas del poder en manos de la diosa fortuna. Todos, sin dejar atrás a ninguno, utilizan tácticas y triquiñuelas para conseguir el VOTO de los ciudadanos, en las periódicas elecciones populares.

      Estos VOTOS se pueden conseguir lícita o ilícitamente. Hoy, en esta España (que no sabemos si es nuestra o no) se supone (mal supuesto) que los métodos utilizados para conseguir el VOTO son los lícitos. ¡Craso error! Quizás nos encontremos, en la actualidad, entre los primeros del ranking de países occidentales que, por mor de un pasado a olvidar, gozan y utilizan técnicas no muy aplaudidas, ni aceptadas y, en ocasiones, inmorales.

     Creemos que los caciques y el caciquismo de otros tiempos son cosas pasadas (no olvidadas) que desaparecieron “per sécula seculorum”. ¡Pobre de nosotros, ingenuos votantes! Hoy, estos señores, amigos de lo caciquil, siguen merodeando por nuestro rededor político y dándonos muestras sibilinas de su apego a tales maniobras antidemocráticas, de comprar o imponer VOTOS.

     Hoy, aquí, se cuecen habas de todas clases y tamaños. Son muchos los inventores de maneras de comprar VOTOS y muchos más, los que aplican estos modos en beneficio propio y de sus allegados. Los partidos políticos, poco a poco, han ido perdiendo sus pieles de honradez, quedándose en mercaderes de VOTOS a costa de todo, legal, ilegal, lícito e ilícito, sin tener en cuenta, el precio a pagar y los resultados de sus despreciables actuaciones. De forma sibilina se inventan subsidios, ayudas, prebendas, socorros, asistencias para embaucar a los vulnerables, a los desfavorecidos, a los marginados, a los sin casi nada. Se suben migajas, calderillas a los peores pagados, mientras, con nocturnidad y alevosía, los compradores de VOTOS se sobrepasan en sus oscura y gruesas subidas de sueldo.

     La mentira, el engaño, las falsas promesas, las pervertidas palabras sirven, de forma clandestina y perversa, para comprar VOTOS y más VOTOS. Los caciques actuales, con pieles de mansos corderos, artistas de las artimañas y las triquiñuelas, se pavonean, sin escrúpulos, al contemplar sus sacos llenos de VOTOS.

     En la historia de los pueblos siempre aparecen “líderes” acompañados de domesticados jefecillos y una tropa de voceros, dogmáticos todos ellos, dispuestos a comprar VOTOS de izquierda, de centro, de derecha, de levante, de poniente, de ricos, de pobres, de buena o de mala gente, de ilustrados, de ignorantes, de comprados, de vendidos, de rojos y de azules, de santos y demonios y de todo aquel que esté dispuesto a comulgar con ruedas de molino.

     No nos haría falta ningún ejercicio publicitario (en política, propaganda) para comprar o vender VOTOS. Basta con saber emplear ASTUCIA, PROMESA, ENGAÑO y MENTIRA. Y cuánto más de estos, más se llenarán las alforjas de los despreciables COMPRADORES DE VOTOS.

     ¡Hay pena, penita apena de los moradores de esta tierra sin par, España!



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