miércoles, 30 de septiembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 

Entrega 2. Escrito 19

CONTAR MUERTOS

     No es para tomarlo a chanza, es algo bastante serio, quizás lo más serio que nos ha regalado la covid-19. Las incontables muertes de seres humanos, con nombres y apellidos, con apesadumbrados familiares y pesarosos amigos, con derecho a digno reconocimiento y a ser acompañados por los suyos en momento tan trágico, han sido cercenados por todos aquellos que los consideraron número de una fría y falsa estadística.

     El dolor se volvió escarnio al comprobar que los “contadores gubernamentales”, con intención o sin ella, mostraron una y otras muchas veces, su incapacidad, su ineptitud para contar los fallecidos. Misterio inconcebible, inaceptable y reiterado en el tiempo, que nos produce dolor, malestar y máximo cabreo, por lo que supone de trampa y por considerarnos tontos a todos los españoles (exceptuando a los suyos, a los del poder, a los que tratan de tapar equivocaciones y errores cometidos a lo largo y ancho de esta pandemia asesina)

     Mi malestar, acompañante del malestar de muchos paisanos españoles, crece, se agiganta cuando, con torpezas y descaros, los responsables del contar pierden fallecidos, cambian los datos, resucitan muertos, en nefastas ruedas de prensa, en inentendibles comunicados informativos, ausentes de reconocimientos de haber cometido errores y del obligado pedir perdón a los ofendidos, muertos, familiares, amigos y resto de la ciudadanía.

     Y Lo peor de todo es que, este macabro atropello, pasará, si los españoles no lo remediamos, al libro del cruel olvido y los responsables de tal felonía se irán de rositas o seguirán en su tarea de personajes salvadores, sin dimisiones y sin renunciar a su gansa pasta.

     Termino con el mayor de los respetos a los que se fueron para siempre, con el sincero pésame a los familiares, con el mayor de los dolores y con la repulsa y condena de los “artistas” del mentir, para mantener su puesto, aunque sigan demostrando ineptitud e incapacidad.

      Los “maestros” del buen contar. ¡Dios nos libre de sus cuentas!   

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