domingo, 24 de febrero de 2019

ETIQUETAS

 
Domingo, 24 de febrero de 2019.
A 91 días…


¡A ETIQUETAR, QUE ESTÁ DE MODA! 
   

    El hombre moderno, sin ser consciente de ello, se ha convertido en un incansable fabricante de ETIQUETAS, más o menos vistosas o llamativas.

     De su etiquetado, hoy en día, no se escapa nadie, ni nada. Ni la Iglesias con su papado; ni la política con su poder; ni lo bueno, ni lo malo, ni lo nimio o insignificante, ni lo macro-universal.

     Todo está sujeto a recibir en forma de etiqueta, el maná beneficioso de la aceptación o el fuego maldito del rechazo unánime y facilón.

     El hombre actual, sin quererlo, se está convirtiendo en un insaciable depredador de todo lo que le rodea. Utilizando para saciar su apetito etiquetador, grupos reducidos de palabras que, combinadas con más o menos aciertos, influyen notoriamente en los comportamientos humanos. Y que, repetidas con clara intencionalidad, acaban convirtiéndose en innegables verdades o en dogmas peligrosos.

     Los creadores, defensores e implantadores de la “ETIQUETAMANIA” nos dan pie a escribir un amplísimo diccionario ilustrado de sus entrecomilladas verdades, y nos estimulan a intentar descubrir vacunas y antídotos que nos permitan liberarnos de esta extendida plaga actual de etiquetar todo y a todos.

     Sirvan algunos ejemplos, como botones de muestra, para ilustrar lo expuesto anteriormente.

     Arrojen sus primeras piedras, los que no hayan oído, dicho, reído o aplaudido en la vida política, las etiquetas de “facha”, “izquierdoso”, derechón,  “ultra”, “verderón”, palangana, “facistoide”, etc., para designar a los rivales políticos o deportivos, cuando se carece de argumentos, o los razonamientos son tan anémicos y endebles que no permiten unos limpios debates.

    Arrojen sus primeras piedras, los que no hayan oído, dicho, reído o aplaudido, en la vida diaria o cotidiana,  la etiqueta de “maría”, sinónimo peyorativo de muchas amas de casa; la expresión: “Me cae gordo”, como triste ejemplo de máximo rechazo a alguien o algo; o, entre los jóvenes, el normal y frecuente etiquetado de: “pijo”, “lolailo”, “macarra”, “litri”, nini,  “drogata”, y un largo etcétera, para designar a todos aquellos que no forman parte de su pandilla o se encuentran en otras órbitas.

     Este peligroso, y cada vez más extendido, juego de etiquetarlo todo, nos lleva en muchos casos, al temido mundo de la superstición. Y así, atribuimos poderes negativos a los “martes”, y lo condenamos del todo si lo acompaña el día 13, convirtiéndolo en un día maldito. Y hablamos de “horas malas”, cuando las cosas no nos salen como quisiéramos. Y se escribe de “semanas mágicas” en tiempos de grandes rebajas, y de “semanas trágicas” en las desgracias humanas. Y llamamos loco al mes actual, cuando los locos somos nosotros. Y cuesta de enero a nuestros derroches y etiquetamos de “rumanos, moros o gitanos” a los autores de fechorías y así un largo etcétera de malsanas etiquetas.

    Cuidado con las ETIQUETAS, con la costumbre cada vez más extendida de etiquetar todo y a todos, no vaya a ser que el tiro nos salga por la culata de la desaprensión, de la maledicencia, de la infamia o del daño irreparable.

     Nos gustaría saber, por malsana y no disimulada curiosidad, cómo nos etiquetarían ustedes, lectores de nuestros cotidianos comentarios. Gracias y… hasta cuando quieran, amigos.


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