miércoles, 9 de enero de 2019

CON EL NUEVO AÑO, LA VIDA SIGUE.

Miércoles, 9 de enero de 2019.
A 133 días…

SÁBANAS PARA BABEO, PAÑUELOS PARA LÁGRIMAS Y SOBRA DE AGRADECIMIENTO PARA MI PUEBLO ADOPTIVO, EL VISO DEL ALCOR.

     El dicho: “Ser agradecido, por biennacido” me honra y, a la par y sin falsa modestia, me coloca en el parnaso de los elegidos dentro de este, para mí, querido y celebrado Alcor Visueño.
  
     Y todo lo anterior, por tener una nieta, Martina, brillante Estrella, y una corte destacada de acompañantes (damas y pajes) y una muy digna carroza, de una completa y singular Cabalgata de Reyes Magos, de un pueblo de la campiña sevillana. Fueron muchas las felicitaciones recibidas durante el recorrido de la misma, fueron muchas las sábanas ofrecidas para el “babeo” de abuelo satisfecho y orgulloso, fueron, no pocas, las furtivas lágrimas y los pañuelos de papel y de tela utilizados para ocultarlas, cuando las gafas de sol eran insuficientes para encubrirlas.

    Hasta aquí, en el fragor de lo vivido en directo, normalidad absoluta. La Cabalgata visueña crece por años, mejora notablemente, a pesar de la falta de colaboración, de parte de sectores de la población, anclados en pasados tiempos, en los que había que darle todo hecho y bien hecho, si era posible.

     Pasados algunos días de la celebrada Cabalgata, amigos y vecinos de la localidad, siguieron ofreciéndonos sábanas para “babeo” de abuelos y, los más modestos, menos exagerados, pañuelos para aliviar los furtivos “llantos” de alegría. Ante tanto interminable ofrecimiento de tejidos para limpiar el baboseo, no cabe otra cosa que realizar una seria reflexión. Si el diseñar una bonita carroza que los los hombres del Ateneo realizaron con maestría; Si en la familia contamos con una abuela,  Rosa, capaz de transformar telas en piezas artísticas y con  una querida mujer, Estela, de gusto refinado, capaz de encontrar en cualquier rincón de internet, los abalorios, el oropel, los adornos, las más exóticas telas, etc., etc.; si se cuenta con un grupo de madres dispuestas a sacar adelante el bonito proyecto infantil de convertir una carroza en un crisol de encantadoras damitas; si se cuenta con un reducido grupo de atractivos pajes mayores y menores y si a este conjunto se le suman importantes colaboradoras de la costura, no tenemos más remedio que reconocer que “la unión hace la fuerza” y que las sábanas, los pañuelos y las felicitaciones son parabienes a compartir por todos los que pusieron sueños, trabajos, ideas, dineros y fe en una especial carroza, de una especial Cabalgata, de un especial pueblo de Sevilla, El Viso del Alcor.

     Mi gratitud,  la de toda mi familia y la de muchos amigos, a los “felicitadores” y a los que siguen hablando y destacando a nuestra ESTRELLA, Martina, que con su luz, belleza y naturalidad  abrió e iluminó nuestra Cabalgata de 2019.
     

Lunes, 7 de enero de 2019.
A 135 días…

UN AÑO MÁS, A DESMONTAR LOS EXORNOS NAVIDEÑOS.
LA INESPERADA COMIDA EN CASA DE ANTONIO Y ANTONIA.

     Todos los santos tienen octava y todos los adornos navideños tienen desmontaje, una vez cerradas las Fiestas de la Navidad. Este año, sin saber por qué y sin motivo alguno, me costó trabajo adornar, como de costumbre, algunos rincones de nuestra casa. La insistencia de Rosa, mi mujer, me “obligo” a cumplir con la tradicional tarea.

     Comencé el trabajo “destructivo” con la retirada de los adornos de la escalera de caracol del salón. Primero fueron las ristras de bombillitas de colores, novedad de este año, colocadas alrededor de los barrotes de la escalera. Por costumbre me gusta comprobar el estado de la iluminación después de retirada ésta. Con menos cuidado fui recogiendo las tiras de espumillón de colores, algunos maltrechos y curtidos en miles de batallas que piden a grito, renovación. Les prometo cada año su sustitución y llegado el momento, incumplo la promesa.

     A la escalera le siguió la chimenea. Tarea menos pesada y retirada con prontitud de todos los adornos utilizados. Bombillitas acampanadas, pequeño nacimiento, hiperbólicamente  donado, hará cerca de un siglo por el ABC y sencillos adornos, entre los que destaca el ángel de paja regalado por la familia de Hermman hace algunos lustros.

     De la chimenea al árbol. Antiguo, desmontable en su esqueleto, al que tenemos cierto cariño. Fuera ristras de luces. Comprobación de las mismas. Retirada de los adornos, mayoritariamente pequeñas bolas plateadas; un diminuto niño Jesús, cuya cuna es la cáscara de una nuez. Cintas doradas y espumillon plateado.

     De aquí al Belén del arca. La recogida y guarda de las figuritas del Belén que unos días antes, con la estimable colaboración de mi nieto Clemen montamos de forma sencilla sobre el arca situada en el pasillo de la entrada en casa, me costó la propia vida. Envolver una por una, en plástico de burbujitas,  el centenar de figuras modernas y antiguas a las que le tengo cierta estimación, fue tarea agotadora. Lo que fue un trabajo meticuloso de embalaje, en sus primeros pasos, se convirtió, por los deseos de acabar pronto de una vez, en “chapucerilla”  labor. Me figuro que las figuras que padecieron estas desganas protectoras, no llegarán  nunca a quejarse del trato recibido.

     Unas horas de trabajo, en desmontaje y embalaje, que ya pesan, son suficientes para demandar y buscar el descanso que, de momento, no llega. Pues, sin pensarlo ni mucho, ni poco, nos vemos en el coche a la búsqueda del chalet de Antonio y Antonia.

    En el reestreno del nuevo horno, se hornean, sin prisas, un corderito y un costillar de cochino. Unos primeros aperitivos con sus correspondiente vinos o cervezas, hacen cuerpo para lo por venir que no es menudo. El tinto ecológico, sin aditivos peligrosos, fabricado por Antonio, gusta y cae bien entre el personal. Se nota su pureza, su origen y su suave sabor. La llegada del cordero en varios recipientes de barro ¡Cómo debe ser! Atrae al personal. Teo se anima a trocearlo y antes de que se enfríe, vuelan los platos cargados del esperado manjar, los dedos y algunos tenedores comienzan a trabajar y los dientes a masticar, ayudados por los jugos bucales. El cordero está en su punto y en su sazón y, como expertos, vamos dando cuenta de él. En el apetito, no hay distingo entre mujeres y hombres y los dedos se rechupetean con el mismo estilo y gozo. En estas ocasiones, el tenedor es relegado a un  segundo plano, si el cordero está bien troceado.

     No faltaron  los dulces, los roscones de Reyes y las copitas del momento. Y cometería una grave ofensa, si me saltara los cantes, a capela, de Carmeli López, dedicados a Paloma San Basilio, muy celebrados por todos los presentes.

     La tarde corre. La noche se nos echa encima. El frío despierta de su letargo y da señales de maligna “frescura”. Algunos, por lejanía, se marchan alegres y satisfechos y quedamos, al calor de la chimenea, los “valientes”. En amena charla, sobrados de risas, en ocasiones, risotadas, acompañados de “Gimmais”, nos sumimos en cierto “acaramelamiento” alcohólico familiar digno de ser alabado.

     Todo tiene un  fin y los momentos vividos no podían ser menos. Con prisas y abrigaditos nos despedimos, damos la gracias a los anfitriones y cada mochuelo a su nido.

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