viernes, 14 de diciembre de 2018

¡PRUDENCIA!




Viernes, 14 de diciembre de 2018.
A 160 días…

AL AUTOMÓVIL

    En mi condición ocasional de “bicho raro”; de encontrarme, en muchas ocasiones, a contra corriente de un gran número de congéneres, me obligo a un simplista autoanálisis, para descubrir el, o los motivos de esta actitud de llevar el paso cambiado en algunos comportamientos, procederes o maneras de entender objetos, entes, entidades y  realidades más o menos vitales.

     Hoy le tocó el turno de padecer mis desafueros, mis desencuentros, al cada vez más usado AUTOMÓVIL, popularmente conocido como coche y definido en el diccionario como vehículo con motor propio. No tengo muchas experiencias negativas relacionadas con su uso, que pudieran justificar ese principio de odio o desamor hacia él. No he tenido, ni tengo obligaciones de uso del mismo. No lo utilizo con frecuencia y cada vez me cuesta más desplazarme con él. ¿Tengo motivos para dudar de la necesidad injustificable de su utilidad? o ¿Sigo considerándome un inadaptado al hoy automovilístico?

      En mis más de cincuenta años de conductor no padecí número excesivo de multas, se podrían contar con los dedos de una mano y sobrarían dedos; no sufrí importantes accidentes, solo abolladuras y golpes carroceros. Me pregunto ¿De dónde nacen estos rechazos, este alejamiento del conducir, este divorcio mío con el automóvil?

    Me figuro que razones hay para esta sinrazón,  para este comportamiento anti-automóvil. Quizás, por decir algo, será el estado de las carreteras, serán las estadísticas de accidentes y muertes que nos recuerdan con machaconería las cadenas televisivas, será el aumento del parque automovilístico, será la velocidad inadecuada, serán las drogas y el alcohol, será la conducción temeraria de algunos, serán las prisas por llegar a los sitios con el riesgo de no llegar nunca, será la mutación del carácter cuando somos conductores, será la creencia de que los accidentes son para los demás, no para nosotros, serán los descuidos en las revisiones, serán y serán, y serán… Vaya, sin apenas darme cuenta, me llovieron causas, productoras de efectos, que no me hacen tan “bicho raro” como me creía, que ser prudente nos puede aliviar de inútiles e inservibles lamentos y que el automóvil es un buen servidor que, de vez en cuando, MATA.


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