Viernes, 14 de septiembre de 2018.
A 251 días…
DE MÉDICO.
LOS PASEOS REALES DE ÁNGEL.
Por eso de acercarse uno a los ¡ochenta! y a la magna celebración de las
Bodas de Oro, hay que cuidarse, hay que darse un vueltecita por los galenos para
conocer el estado de nuestro cuerpo serrano. Pruebas, análisis, ecos de varios
tipos, detectores, todos ellos, de cómo andamos de salud corporal. El alma, el
interior nos preocupa menos, la conocemos bien y sabemos de sus achaques, de
sus caprichos, de sus temporales
decaimientos, de sus crisis.
No
soy “amigo” de las visitas médicas. Padezco el síndrome de la bata blanca. La
machaconería de Rosa es la que mantiene viva esta importante preocupación,
sobre todo en los mayores.
Hoy, cardiólogo, Doctor Vizcaíno, “Centro Médico Arenal” (Sevilla) Como
de costumbre, aunque tenemos hora de visita, siempre entramos bastante más
tarde de la hora fijada. Obligado reconocimiento, tensión correcta (12 – 7)
ritmo cardiaco bastante bueno, males controlado, lo cual me satisface y me
anima. Para finales de noviembre nuevo “Holter” y nuevo ecocardiograma.
Anécdota a reseñar, al salir de la consulta nos encontramos con el diluvio. Sí, con algo parecido a un
diluvio, abundante aparato eléctrico, sonoros truenos y copiosa lluvia, Y
nosotros y los pocos que quedábamos en el Centro Médico, sin preparar para
salvar tales fenómenos atmosféricos. Cuando le echamos valor, para acercarnos
al aparcamiento sito a unos 150 metros,
recibimos en nuestro cuerpo y en nuestra ropa abundantísima cantidad de
agua, pisamos numerosos charcos y aligeramos nuestros pasos para recibir la
menor cantidad posible de goterones. El frescor del agua recibida contrastó
sobremanera con el calor insoportable de gran aparcamiento que actuó, sin duda,
como gigantesca secadora; los papeles del servicio más cercano nos sirvieron de
toallas para secarnos las partes del cuerpo receptoras del líquido elemento.
¡Vaya tela de tormenta veraniega!
En
los muchos años vividos, nunca habíamos visto tantos grandes y seguidos rayos,
horizontales y verticales, culebrinas gigantes que nos produjeron temor en
algunos momentos. Llegamos a casa, sin novedad y, como otras veces, empezamos a
sentirnos seguros.
Como complemento de esta primera parte, de médico y meteorología, un
breve comentario sobre las visitas y “paseos reales” (paseos por la calle Real
de El Viso) de nuestro Ángel. Sigue creciendo de cuerpo y en saber. Sigue con su encantadora, permanente y contagiosa risa.
A los abuelos nos tiene ganado a su causa. Rosa revive con arte sus muchas
batallas vividas con nuestros hijos, con los nietos y con algún que otro
querido familiar. Yo sigo con mis paseos y mis cantos de siempre. Más liberado
que nunca, más orgulloso, más consciente de la suerte que hemos tenido con la
“descendencia”.
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