sábado, 27 de octubre de 2018

Al rescate de Calabuig 2



Viernes, 14 de septiembre de 2018.
A 251 días…

DE MÉDICO.

LOS PASEOS REALES DE ÁNGEL.



     Por eso de acercarse uno a los ¡ochenta! y a la magna celebración de las Bodas de Oro, hay que cuidarse, hay que darse un vueltecita por los galenos para conocer el estado de nuestro cuerpo serrano. Pruebas, análisis, ecos de varios tipos, detectores, todos ellos, de cómo andamos de salud corporal. El alma, el interior nos preocupa menos, la conocemos bien y sabemos de sus achaques, de sus  caprichos, de sus temporales decaimientos, de sus crisis.

     No soy “amigo” de las visitas médicas. Padezco el síndrome de la bata blanca. La machaconería de Rosa es la que mantiene viva esta importante preocupación, sobre todo en los mayores.

     Hoy, cardiólogo, Doctor Vizcaíno, “Centro Médico Arenal” (Sevilla) Como de costumbre, aunque tenemos hora de visita, siempre entramos bastante más tarde de la hora fijada. Obligado reconocimiento, tensión correcta (12 – 7) ritmo cardiaco bastante bueno, males controlado, lo cual me satisface y me anima. Para finales de noviembre nuevo “Holter” y nuevo ecocardiograma.

     Anécdota a reseñar, al salir de la consulta nos encontramos con  el diluvio. Sí, con algo parecido a un diluvio, abundante aparato eléctrico, sonoros truenos y copiosa lluvia, Y nosotros y los pocos que quedábamos en el Centro Médico, sin preparar para salvar tales fenómenos atmosféricos. Cuando le echamos valor, para acercarnos al aparcamiento sito a unos 150 metros,  recibimos en nuestro cuerpo y en nuestra ropa abundantísima cantidad de agua, pisamos numerosos charcos y aligeramos nuestros pasos para recibir la menor cantidad posible de goterones. El frescor del agua recibida contrastó sobremanera con el calor insoportable de gran aparcamiento que actuó, sin duda, como gigantesca secadora; los papeles del servicio más cercano nos sirvieron de toallas para secarnos las partes del cuerpo receptoras del líquido elemento. ¡Vaya tela de tormenta veraniega!

     En los muchos años vividos, nunca habíamos visto tantos grandes y seguidos rayos, horizontales y verticales, culebrinas gigantes que nos produjeron temor en algunos momentos. Llegamos a casa, sin novedad y, como otras veces, empezamos a sentirnos seguros.

     Como complemento de esta primera parte, de médico y meteorología, un breve comentario sobre las visitas y “paseos reales” (paseos por la calle Real de El Viso) de nuestro Ángel. Sigue creciendo de cuerpo  y en saber. Sigue con  su encantadora, permanente y contagiosa risa. A los abuelos nos tiene ganado a su causa. Rosa revive con arte sus muchas batallas vividas con nuestros hijos, con los nietos y con algún que otro querido familiar. Yo sigo con mis paseos y mis cantos de siempre. Más liberado que nunca, más orgulloso, más consciente de la suerte que hemos tenido con la “descendencia”.






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