Domingo,
22 de julio de 2018.
A
306 días...
UN ALBOROTADO DESPERTAR.
ÁNGEL, UN CAGONCETE (HUBO KAKA
PARA TODOS)
El desayuno un verdadero caos.
Desmontamos el campamento base del
salón y nos dispusimos a preparar los víveres para la primera remesa de
alojados. Esther, con su bebé a cuesta, fue la primera en aparecer. La noche
había sido larga y bien trabajada. Ángel hizo caca varias veces, poniéndose
pringado hasta el cuello. Acompañó su malestar con un fuerte llanto que llegó
hasta los oídos de los vecinos.
El peque Ángel fue dejado bajo nuestra
custodia hasta que sus padres se despertaran. Aguanto despierto más de lo
esperado, riéndose, como de costumbre y moviéndose sin parar. Está hecho un
buen elemento.
Poco a poco fueron apareciendo los más
dormilones. Los mayores se encargaron de preparar sus desayunos y los de sus
descendientes. Vinieron los vecinos del piso A, para sumarse al jolglorio de
nuestro campamento, acaudillados por la
sin par Emma, guerrillera de pocos años difícil de controlar cuando se
encuentra en su salsa.
Acabado el desayuno, organización de
la bajada a la playa, con los
correspondientes bártulos playeros y el unto de la crema solar protectora en
los cuerpos de mayores y pequeños; tarea imprescindible y recomendada para la
buena marcha del veraneo. Sillas en manos, juguetes, sombrillas en ristre y
bolsas de playa, bajo el mando del oficial mayor, Clemente, iniciaron la marcha
hacia las salinas aguas y recalentada arena de la Ballena, llena de bañistas
tempraneros. Yo, algo cansado de hacer poco, me quedo en casa, cuidándola y
guardándola, con el encargo de preparar en su momento el arroz del mediodía.
Aprovecho el tiempo para ponerme al día en
la tarea de cumplir con el objetivo fijado de escribir la reseña diaria del
camino hacia las BODAS DE ORO.
El arroz salió bueno, según los
comensales, según las cantidades servidas en los platos y según las
repeticiones de algunos. Los complementos, ensalada, huevas con mayonesa,
salmorejo y frutas completaron el festín. La merienda, café, pastas y, para
algunas descastadas, bocatas de crema de cacao pusieron cierre al ágape del
mediodía.
Con
cierta pena, Clemente, Estela, Martina y Clemen nos abandonaron,
regresando a nuestro querido Viso. Los echaremos de menos. Como también, en
estos gratos momentos, echamos de menos a los marbellíes.

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