martes, 16 de octubre de 2018

Al rescate de Calabuig 2

Domingo, 22 de julio de 2018.
A 306 días...


UN ALBOROTADO DESPERTAR.
ÁNGEL, UN CAGONCETE (HUBO KAKA PARA TODOS)

      El desayuno un verdadero caos. Desmontamos   el campamento base del salón y nos dispusimos a preparar los víveres para la primera remesa de alojados. Esther, con su bebé a cuesta, fue la primera en aparecer. La noche había sido larga y bien trabajada. Ángel hizo caca varias veces, poniéndose pringado hasta el cuello. Acompañó su malestar con un fuerte llanto que llegó hasta los oídos de los vecinos.


     El peque Ángel fue dejado bajo nuestra custodia hasta que sus padres se despertaran. Aguanto despierto más de lo esperado, riéndose, como de costumbre y moviéndose sin parar. Está hecho un buen elemento. 



     Poco a poco fueron apareciendo los más dormilones. Los mayores se encargaron de preparar sus desayunos y los de sus descendientes. Vinieron los vecinos del piso A, para sumarse al jolglorio de nuestro campamento, acaudillados por la  sin par Emma, guerrillera de pocos años difícil de controlar cuando se encuentra en su salsa.

     Acabado el desayuno, organización de la  bajada a la playa, con los correspondientes bártulos playeros y el unto de la crema solar protectora en los cuerpos de mayores y pequeños; tarea imprescindible y recomendada para la buena marcha del veraneo. Sillas en manos, juguetes, sombrillas en ristre y bolsas de playa, bajo el mando del oficial mayor, Clemente, iniciaron la marcha hacia las salinas aguas y recalentada arena de la Ballena, llena de bañistas tempraneros. Yo, algo cansado de hacer poco, me quedo en casa, cuidándola y guardándola, con el encargo de preparar en su momento el arroz del mediodía.
  
     Aprovecho el tiempo para ponerme al día en la tarea de cumplir con el objetivo fijado de escribir la reseña diaria del camino hacia las BODAS DE ORO.

     El arroz salió bueno, según los comensales, según las cantidades servidas en los platos y según las repeticiones de algunos. Los complementos, ensalada, huevas con mayonesa, salmorejo y frutas completaron el festín. La merienda, café, pastas y, para algunas descastadas, bocatas de crema de cacao pusieron cierre al ágape del mediodía.

     Con  cierta pena, Clemente, Estela, Martina y Clemen nos abandonaron, regresando a nuestro querido Viso. Los echaremos de menos. Como también, en estos gratos momentos, echamos de menos a los marbellíes.  



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