miércoles, 17 de octubre de 2018

Al rescate de Calabuig 2



Viernes, 27 de julio de 2018.
A 301 días...


HISTORIA JAMÁS CONTADA DE UN BAJANTE ATASCADO.



     Las historias rocambolescas que se inventan los hombres, la mayor de las veces, se desechan por aburridas, por poco interesantes o por difíciles de contar.

     Sin embargo,  los  sufridores de estas dolosas situaciones, se sienten impotentes y molestos ante el “alargamiento” en tiempo de su numantina resistencia a la indiferencia de los no afectados.

    Un BAJANTE, ese tubo más o menos gordo que, con otros compañeros, se encarga de recoger en los bloques de viviendas, las aguas desechadas, limpias o sucias de uso doméstico, es el protagonista de esta historia.  Un estado de atasco, fisura o rotura, propicia el escape de agua y la  correspondientes manchas de humedad, ennegrecimiento de las paredes y techos de los dos aseos de la vivienda del bajo. Realizada por los técnicos las correspondientes comprobaciones se llega a la conclusión de que hay que “sajar”,  abrir en nuestro aseo con la consiguiente roturas de algunos de los azulejos, no existentes en la actualidad. Lo que supone “reparar” los daños estéticos ocasionados, cambiando todos el alicatado del aseo. ¡Ojalá no lleguen las aguas a ello!

     La incompetencia de algunos administradores de fincas, entre estos, el nuestro, propician retrasos, falta de entendimiento entre los afectados, líos difíciles de solucionar y retrasos incomprendidos. Y cuando parece todo solucionado, aparecen los últimos flecos del asunto que como menos, retrasan la obra. Y mientras, el verano avanza, consumiendo días y semanas, acercándose al finiquito del mismo.

     Ahora nos encontramos en la fase de inicio; nos queda por saber cuando iniciarán la obra, cuando acabarán ésta y como quedarán

¡Benditos sean los vecinos que padecen atascos en sus  bajantes, sin encontrar buenos desatascadores!

     Tuvimos suerte con el fontanero enviado para reparar el problema de la fuga de agua que ocasiona daños en el piso situado bajo el nuestro. Al segundo azulejo roto encontró el lugar de la avería y nos demostró su pericia al sellar con una especial pasta, amasada con las manos, el lugar por donde se producía la salida del líquido elemento. Habrá que esperar unos días para comprobar si acertó o no con el material empleado. ¡Ojalá sea así! Para poner fin satisfactorio al problema.

    Solamente falta el detalle de encontrar sustitutos parecidos de los dos azulejos rotos, para evitar la próxima batalla o para eludir el engorro de tener que cambiar todos los azulejos del aseo. Pero ello sería otra historia rocambolesca a contar con distintos protagonista y diferenciado argumento. Esta historia nueva será o no será según el plano estético de la dueña de la vivienda, nuestra querida Rosa. Yo, modesto relatador de estos hechos, paso olímpicamente de la estética de los dos azulejos rotos.





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