Lunes,
30 de julio de 2018.
A
297 días...
LOS DÍAS PERDIDOS
Día anodino, día de esos que se consideran
perdidos, de aquellos que se viven como inexistentes.
¿Cuántos de estos días hemos desechado, desaprovechados, tirados
inconscientes al basurero de la vida? ¡Pobre de nosotros! Incapaces de valorar
el precio de un instante, de un breve segundo, de un santiamén, centrados y
entretenidos en querer dominar al tiempo, en controlarlo, en beneficiarnos de
él. Ilusas criaturas empeñadas en celebrar cumpleaños, en alegrarnos de los
años que ya hemos gastado o consumido para siempre.
Los días perdidos son como los niños
perdidos inventados por Peter Pan y
recluidos en una muy especial isla. Los
días perdidos son como el hipo que nos viene cuando le da la gana y que se va
cuando quiere. Los días perdidos son como el agua que no has de beber, como los
suspiros y bostezos malogrados, como el color negro, como lo que quieras sin
querer.
Los días perdidos, deambulan solitarios
por los pasillos oscuros de los manicomios a la espera de toparse con un medio
loco, con un cacho de loco o con un loco entero, dispuestos a volvernos cada
vez más aburridos.
Los días perdidos son como las reuniones
de políticos, casi siempre, inútiles e inservibles.
Los días perdidos son migajas de tiempo
desperdiciadas, pequeñas partículas de vida despreciadas, minúsculos instantes
desperdiciados, periquetes desaprovechados, son canciones sin letra, música sin
notas,
Y al final de esta triste historieta, queramos o no, nos guste o
no, todos los días terminarán siendo “días perdidos”. Y así le ocurrirá a las
semanas, a los meses, a los años, a los lustros, a las décadas, a los siglos;
convirtiéndose, todos ellos, en polvo de pasado ya consumido y agotado.
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